Llevaba apenas un mes en la presidencia, cuando Álvaro Uribe Vélez fue a Washington. El miércoles 25 de septiembre 2002 se reuniría con su homólogo George Bush. Cuentan que el día anterior lo llevaron, muy discretamente, al Departamento de Estado, y, que en un salón aparte, a él solito, le mostraron varias cajas que contenían informes de inteligencia y memorandos que lo relacionaban con narcotraficantes del llamado Cartel de Medellín y estructuras del paramilitarismo.
Cuando Uribe Vélez dijo haber entendido el mensaje, lo llevaron donde lo esperaban miembros de su delegación, que se asustaron por su palidez. El National Security Archive hizo públicos unos pocos de esos documentos en julio de 2004.
Si antes de ese día, en Colombia los gringos tenían gran poder, desde aquel septiembre el país quedó arrodillado, a merced de ellos, al punto que la invadieron con sus militares y transnacionales, que se apoderan de lo que quieran. Mientras toda la horrible criminalidad de Uribe fue soportada por Washington, y hasta incentivada. Quedó clarito que el narcotráfico ni su crueldad son un problema para Estados Unidos, cuando sirven a sus intereses estratégicos.
Es que Washington tiene algo muy poderoso para conseguir sus objetivos sin armas: el chantaje con la información, casi siempre personal, íntima, siempre utilizada contra sus aliados, o contra quienes quieren dejar de serlo. Porque contra los que declara enemigos o no confiables, inventa historias, sin importarle que no pueda mostrar pruebas. Ya lo dijo uno de los más grandes ideólogos de ese régimen, Henri Kissinger: «Ser enemigo de Estados Unidos puede ser peligroso, pero ser amigo es fatal».
Bush hijo, y luego Obama, hablaron maravillas de Uribe por lo «cooperador» que era con Estados Unidos, mientras la cocaína entraba a ese país como por tubo, sin dejar de felicitarse por tener una »lucha conjunta contra el narcotráfico y el terrorismo».
Durante el gobierno del presidente Biden los elogios fueron para Daniel Noboa, los que han seguido con el de Trump. Noboa, presidente de Ecuador desde noviembre 2023, nació en Miami, teniendo doble nacionalidad. Hizo estudios superiores en Estados Unidos desde el 2008 hasta el 2022, cuando regresó a su país para involucrarse en política. Su padre, Álvaro Noboa, es el hombre más rico de Ecuador y candidato presidencial en cinco ocasiones. La fortuna de la familia es debida, principalmente, a la producción y exportación de banano, con la empresa Noboa Tranding.
En Ecuador, gran productor y exportador mundial de banano, las principales empresas que lo producen y/o exportan tienen sede en Estados Unidos. Algunas de estas transnacionales funcionan con subsidiarias: UBESA, subsidiaria de Dole Food Company, principal exportadora; Reybanpac subsidiaria de Holding Favorita Fruit Company Ltd; Del Monte Fresh; y Chiquita Brands International.
La otra más importante es la ecuatoriana Noboa Trading, que posée la marca Bonita Banana. Este Grupo controla la cadena completa: producción, comercialización, producción de insumos como cajas de cartón y fertilizantes, hasta la exportación. Noboa Trading pertenece mayoritariamente a Lanfranco Holding S.A., una empresa offshore con sede en Panamá. Los verdaderos dueños y beneficiarios finales de Lanfranco, según documentos filtrados por los Pandora Papers, son Daniel Noboa, presidente de Ecuador, y su hermano Juan (John) Noboa. Lanfranco Holding posee el 51% de las acciones de Noboa Trading. El otro accionista es Inmobiliaria Zeus S.A., vinculada a miembros de la familia Noboa, como el presidente Noboa.
Reportes periodísticos y estudios, como el informe de la Comisión Europea publicado en 2025, aseguran que la mayoría de la cocaína incautada en Europa venía en cargamentos de banano ecuatoriano. La Comisión asegura que el 57% de los contenedores que salieron del puerto de Guayaquil, principal puerto ecuatoriano, han traído la droga en medio de esa fruta. Más de la mitad de cocaína incautada en Ecuador, que se dirigía a Europa y Estados Unidos, se realizó en ese puerto, también transportada entre plátanos.
Por ejemplo, el mayor decomiso en la historia de España fue de 13 toneladas de cocaína ocultas en cajas de banano ecuatoriano, el 14 de octubre de 2024, en el puerto de Algeciras. El barco había partido de Guayaquil.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) ha señalado, en su Informe Mundial sobre Drogas 2025, que Colombia continúa siendo el epicentro de la producción de hoja de coca y cocaína. Dice que la mayor parte del tráfico de cocaína (87%) hacia Centroamérica, México, Estados Unidos y Europa se moviliza por el Pacífico. Parte desde Colombia, pero principalmente sale de Ecuador. Y un 8% por el Caribe colombiano.
Aunque existen denuncias específicas que vinculan a empresas que controlan la cadena de exportación de banano en Ecuador con el tráfico de cocaína, incluyendo la Noboa Tranding, las investigaciones judiciales no han prosperado. El motivo central es porque los fiscales responsables son, curiosamente, removidos regularmente. El nuevo nombrado debe empezar casi de cero.
A pesar de ello, y repitiendo casi textual las frases de elogio que se le hacían al muy comprobado narco-paramilitar Alvaro Uribe, el 5 de septiembre pasado, el secretario de estado Marco Rubio sostuvo en Quito que Estados Unidos es uno de los grandes aliados de Ecuador en materia de seguridad, comercio y cooperación. Mientras la canciller Gabriela Sommerfeld dejó muy en claro que Ecuador está dispuesto a alinearse con las prioridades de su principal socio: «Los objetivos que se planteó el presidente Daniel Noboa para su mandato son exactamente a los que tiene el presidente Trump».
También la canciller celebró los acuerdos alcanzados con la visita del secretario de Estado, entre los que constan 13,5 millones de dólares destinados a combatir las «amenazas narcoterroristas», y otros seis millones en drones que reforzará a la Fuerza Naval. Ya en julio las Fuerzas Armadas de Ecuador habían recibido equipos tecnológicos para el control fronterizo terrestre y en altamar valorados en ocho millones de dólares, por parte de Estados Unidos, que ayudarán a «fortalecer las capacidades» militares en la lucha contra el narcotráfico, aseguró el ministro de Defensa ecuatoriano, Gian Carlo Loffredo.
Ante esos aportes militares, la canciller Sommerfeld dijo que Ecuador había accedido a una petición clave de Marco Rubio: recibir migrantes que sean expulsados de Estados Unidos, como «tercer país seguro», como una «muestra de agradecimiento»: «Ecuador va a apoyar a Estados Unidos en eso, es algo simbólico, algo importante para nuestro socio».
Durante la rueda de prensa, un periodista le recordó a Rubio que el informe de la agencia especializada de la ONU sobre drogas era claro en señalar que casi el 90% de la cocaína salía por el Pacífico, principalmente por el país que estaba visitando. Sin extenderse, el periodista le preguntó el por qué se hacía casi un bloqueo naval a Venezuela, cuando por allá sólo salía solo el 5%, y era cocaína que pasaba desde Colombia. No alcanzó a decirle, ni otro periodista se atrevió, que el informe de la ONU destaca que Venezuela no es un actor principal en la producción o tráfico de drogas ilícitas en la región, siendo territorio consolidado como libre de cultivos ilícitos.
Y llegaron los rayos y truenos en la respuesta de Marco Rubio: «Dicen que Venezuela no está envuelta en el tráfico de drogas porque Naciones Unidas dice que no lo está. ¡Pero no me importa lo que dice ONU! ¡Porque la ONU no sabe lo que está diciendo! Maduro está acusado por un gran jurado del distrito sur de Nueva York. (…) No existe duda de que Maduro es un narcotraficante». Así desacreditó los informes internacionales sobre el narcotráfico y justificaba las acciones unilaterales de su gobierno, en este caso militares.
Lo cierto es que hasta el día de hoy la justicia estadounidense no ha presentado ninguna prueba fehaciente contra el presidente Maduro ni contra otro alto dirigente de esa nación bolivariana.
Quizás unos 25 millones de dólares le ha entregado el régimen estadounidense al gobierno del presidente Noboa, en este 2025, para que luche contra la principal ruta del tráfico de cocaína, que, según la BBC, en el 2021 ya era «una autopista de cocaína hacia Estados Unidos y Europa».
Esos casi 25 millones de dólares deben alcanzar para que se combata a las mafias extranjeras, que incluye a grupos italianos, albaneses, colombianos y mexicanos, que han ido ocupando más territorio cada año. Y que nadie da razón de cómo ponen tantas toneladas de cocaína entre los bananos, principalmente, pues también sale entre cargas de camarones y otros productos de exportación.
Son escasos 25 millones de dólares para esa titánica labor. Mientras que para mantener el asedio militar a Venezuela, por ser, según Washington, el principal centro de la cocaína del universo y sus alrededores, se utilizan 8 acorazados, 2.400 misiles, casi 8 mil marines y hasta un submarino atómico, que cuestan al contribuyente estadounidense, cada día, entre 7 y 10 millones de dólares. Y ya llevan frente a las costas bolivarianas más de un mes, donde sólo han logrado hundir una lancha con un misil. Hagan cuentas.
Para terminar, por ahora. Cierto es que esos 25 millones de dólares bien administrados, serían muy efectivos con tan solo vigilar estrechamente a las exportadoras de banano, empezando por la empresa de ese gran «cooperador», el presidente Noboa, como lo trató Marco Rubio entre abrazos.
Y entre abrazos, a Noboa lo tienen bien agarrado. Como tuvieron a Uribe. Pobre Ecuador.
Fuente: https://venezuela-news.com/autopista-cocaina-pacifico-washington-no-conviene-ver-hernando-calvo/
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