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La epidemia del SIDA sigue creciendo a un ritmo impresionante

Una batalla empieza a perderse

Fuentes: Granma

La epidemia del SIDA sigue creciendo a un ritmo impresionante, y el pasado año otros cinco millones de personas engrosaron las listas fatales de contagiados en el planeta, una cifra que especialistas califican de aterradora. Esos nuevos infectados con seguridad ingresarán a las filas de millones de enfermos de SIDA que poseen grandes dificultades para […]

La epidemia del SIDA sigue creciendo a un ritmo impresionante, y el pasado año otros cinco millones de personas engrosaron las listas fatales de contagiados en el planeta, una cifra que especialistas califican de aterradora.

Esos nuevos infectados con seguridad ingresarán a las filas de millones de enfermos de SIDA que poseen grandes dificultades para acceder a los costosos tratamientos, única forma posible de alargar su vida. La imposibilidad de tratamientos adecuados acelera las muertes, en especial en las naciones pobres, y ya son más de 20 millones los fallecidos en las últimas dos décadas a causa de la letal pero prevenible dolencia.

Con vistas a la inauguración el próximo domingo de la XV Conferencia Internacional del SIDA, en Bangkok, Tailandia, el Programa de Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) presentó esta semana un informe sobre la situación de la epidemia, en el que alerta sobre la gravedad y el peligro de la dolencia que sin rostro y aprisa se extiende por el planeta.

Los nuevos cinco millones de casos detectados, y los otros tres millones de fallecidos el año pasado indican el escaso progreso logrado desde que la última conferencia mundial celebrada en Barcelona, en el 2002, pidió a los gobiernos prestar atención priorizada a ese problema.

En esas cifras en extremo alarmantes, mucho influyó el alto costo de los tratamientos antirretrovirales, a los que accede solo el 7% de las personas de las naciones en desarrollo.

Así, en Bangkok se impone la discusión otra vez de ese y otros tantos temas que demuestran la injusticia social imperante en el mundo, como que por ser pobres apenas una de cada nueve personas se pueda someter a las pruebas del VIH en esos países.

Aquellas que no tienen dinero para pagar, que son la mayoría, simplemente deben resignarse a morir de una forma más rápida y dolorosa, sin conocer incluso que contraer el SIDA por contacto sexual se puede evitar con el uso del condón.

Según el documento de ONUSIDA, solo uno de cada cinco individuos en el mundo tiene acceso a los servicios de prevención del VIH. En algunos países ni siquiera existen planes para la educación de su población.

Analistas coinciden en que se entra en la fase de la globalización de la epidemia. Antes estaba especialmente concentrada en África Subsahariana, pero ahora uno de cada cuatro nuevos infectados se registra en Asia, y el mayor crecimiento se da en Europa Oriental, indicó Peter Piot, director ejecutivo de ONUSIDA, al presentar el informe.

De esa forma, en la XV Conferencia Mundial también se impondrá la discusión de la financiación para enfrentar la epidemia, al igual que se hizo en Barcelona sin resultados notables.

Según ONUSIDA, se calcula que para el 2005 en los países de bajos y medianos ingresos se precisará de 12 000 millones de dólares para luchar contra el mal, más de la mitad de lo que se gasta hoy en el mundo todos los años.

Para controlar la epidemia mediante las campañas de prevención y atención a los pacientes, ONUSIDA alerta que para el 2007 esa cifra se elevará a 20 000 millones de dólares, los cuales serían empleados fundamentalmente en África Subsahariana, en Asia (donde 1,1 millones de personas contrajeron el VIH el año pasado), y en América Latina y el Caribe, con 1,6 millones de infectados.

Mientras todos los años las cifras confirman la falta de voluntad de algunos gobiernos para detener esa tragedia mundial y Estados Unidos gasta enormes sumas de dinero en guerras injustas, cerca de 38 millones de niños y adultos viven con el VIH en el mundo, 25 millones de ellos en África Subsahariana.

El informe destaca que precisamente en el país más rico del mundo se aprecia un aumento de la infectación por el VIH en 50 000 casos en apenas dos años, de 900 000 en el 2001 a 950 000 al concluir el 2003, mientras en Europa Occidental son 580 000, en comparación con 540 000 en el 2001.

Frente a este panorama tan desolador, ¿acaso alguien se detendrá a pensar en los 15 millones de niños menores de 8 años que han perdido a uno de sus padres, e incluso a los dos, como consecuencia del SIDA; en los 10 millones de jóvenes con el VIH en el planeta, y en las mujeres, quienes representan cerca de la mitad de todos los infectados? Además de preocuparse por las guerras preventivas, el control del agua y el petróleo en el mundo, ¿será posible que los países que más pueden aportar en esta lucha tomen un mínimo de conciencia?