La verdad, no sé por donde empezar. Son tantas las vivencias y las emociones que, en ocasiones, uno no desea ser más frío y crítico. Sé que obras son amores y no buenas razones, pero la verdad es que cuando uno escucha y le parece estar, por la mayor parte de las intervenciones, debiéndose frotar […]
La verdad, no sé por donde empezar. Son tantas las vivencias y las emociones que, en ocasiones, uno no desea ser más frío y crítico. Sé que obras son amores y no buenas razones, pero la verdad es que cuando uno escucha y le parece estar, por la mayor parte de las intervenciones, debiéndose frotar los ojos para ver que no, que no es un foro social mundial, no, que son jefes de estado. No puedo sino pensar que aquí está pasando algo y que lo que en este continente ocurre es más grande de lo que a la prensa corrupta y mercantil occidental desea transmitir.
Desde oír constantes condenas al capitalismo a escuchar al premier jamaicano iniciar su intervención afirmando que el pueblo de Jamaica ora por la salud de Hugo Chávez o Pepe Múgica se abriga con una chaqueta de campaña del ejercito venezolano.
Dilma habla alto y claro de la necesidad de acabar con la pobreza, distribuir mejor es la razón de ser de su potencial económico y que Porfirio Lobo, el que fuera el candidato impuesto tras el golpe de Honduras, bromea y le hace la pelota a Hugo Chávez indica que estamos en otro mundo.
Cristina, con sus profundos y grandes ojos, llora en silencio cuando ovacionan a Nestor Kitchner, o los presidentes de Colombia y Chile se tragan en silencio y con cara amable el combativo discurso de Rafael Correa o de Raúl Castro que, por cierto, pone muchos dedos en muchas llagas y de forma sobria y concisa hace ver las grandes deficiencias de Latinoamérica y el Caribe así como la hasta ahora indiferencia de muchos presentes al bloqueo de Cuba.
No se ríen las gracias, pero lo que sí tienen claro es que se han de unir y se han de independizar, profundizando la lucha por la justicia. No están en un proyecto anticapitalista, pero su claro enfrentamiento a la OEA y, por tanto, a los EE.UU. sí está claro y hay aquí submarinos del imperio decadente yanki, sí, pero están aquí y se lo tragan todo y ¿por qué? Pues porque las potencias decadentes poco pueden ofrecerles, es más, Dilma y Cristina saben qué les piden en el G20. Por eso exige Correa orgulloso con razón, «Que no nos den lecciones de derechos humanos, porque los derechos humanos no son solo los de los negocios periodísticos, sino los de los pueblos».
Esta es una cumbre de jefes de estado en la que he oído citar a Ignacio Ramonet y a Gramsci. Hugo Chávez ha afirmado que seguro que a los europeos esto -la cumbre del CELAC- se la están ocultando. Esto es tan importante que hoy un vocero del Gobierno de los EE.UU ha salido defendiendo a la OEA, qué pena para los mentirosos de PRISA, Brasil está aquí y manifiesta claramente que quiere estar aquí, debe estar aquí y se deben potenciar por encima de todo los mercados endógenos.
Cuando hasta el presidente del narcoestado mexicano dice que este es el continente de la utopía, es que cierto discurso, cierto relato ha triunfado. Al menos el triunfo del discurso antineoliberal ya es un gran paso adelante, máxime en una envejecida y cobarde Europa que para solucionar la crisis capitalista se vota a las derechas que la han provocado.
La guinda: el único estado no Latinoamericano que envía una carta de felicitación por la CELAC es China. Eso es todo un síntoma. Mientras tanto, la vieja y arruinada Europa, se posiciona al lado del amigo americano, pero no el del sur, grande, joven y con futuro, no, el del norte en crisis.
Confiemos en que el triunfo de la CELAC nos será de utilidad. Pero esto es el colmo, hasta la República Dominicana, critica el modelo europeo y yanki de resolver la crisis. Hasta la Leonel Fernadez apoya a los indignados y habla de crisis pre-insurreccional en Europa.
Hay que buscar aliados fuera de nuestro pueblo o aldea, aquí, porque en la CELAC se critican hasta los golpes de mercado en Europa. Bueno, mañana más.
Seguro que hay fallos, sí. Pero al menos los reconocen y no como en Europa. En la CELAC hay algo claro, ellos son los emergentes y desean jugar el partido. Ya sabéis en España, cuando se quiere un buen jugador, se ficha un argentino o un brasileño. Claro, como de los locales no nos fiamos, pues así nos va. Latinoamérica si se fía de ella misma. Latinoamérica exige al menos políticas de estímulo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.