Entre la tregua, el adelanto de elecciones, la militarización de la protesta social y la guerra civil.
En los últimos días, la presidente golpista, Dina Boluarte, dijo, “…llamo a una tregua nacional para entablar una mesa de diálogo y fijar una agenda común por cada región…”. A continuación, señaló que, “Puno, no es el Perú”, cuestión que exacerbó más a las masas laboriosas en lucha.
No obstante, el mensaje de tregua se da en un contexto donde el ala más dura del gobierno, el ex ministro de defensa, premiado como premier, Alberto Otárola, opera como el poder ejecutivo de facto detrás de Dina. Es Otárola el que tiene las relaciones con la Junta directiva del Legislativo y con la embajada yanqui y el que lidera, junto con Dina, la orientación militarista de la protesta social.
La represión y la lucha de masas
Esta estrategia en vez de amilanar a las masas en lucha, las ha envalentonado. Actualmente, existen aproximadamente 15 regiones con un nivel de conflictividad intenso (27 provincias con marchas, más de 80 bloqueos de carreteras, etc.), cinco regiones donde el paro indefinido es total, con el saldo de más de 60 asesinados, 1492 heridos, etc. Recién se acaba de bloquear la carretera central que conecta a Lima con las regiones del centro del país (con una serie de conflictos vinculados a la contaminación minera, despedidos en protesta, etc.).
A esto hay que agregar que algunos nuevos bloqueos están en el “conservador” norte del país y están organizados por pobladores y obreros agrícolas (que ya han bloqueado la carretera antes por sus derechos laborales). El día de ayer hubo una movilización de sacrificio importante de más de 10,000 pobladores desde Puente Piedra (al norte de la capital), hasta el centro de Lima, que demoró hasta las 16 hrs. La misma estuvo compuesta de delegaciones provincianas y de trabajadores de la zona. Por su lado, indígenas awajún acaban de tomar las instalaciones de la Estación 5 del Oleoducto Norperuano pidiendo la renuncia de Dina Boluarte. Y así cada día que pasa se suman nuevos actores sociales exigiendo la caída del régimen golpista pro yanqui.
Una nueva correlación de fuerzas
Este nuevo ascenso popular que hace insostenible al gobierno golpista ha generado una reconfiguración de la correlación de fuerzas del golpismo. Grandes medios de prensa como el conglomerado del grupo “El Comercio” o La República, han cambiado su línea editorial de defensa acérrima del régimen dictatorial, a cuestionar la masacre y a pedir el adelanto de elecciones o la renuncia de Dina, respectivamente. Por otro lado, el vocero del capital agroindustrial y ex gobernador fujimorista por Ica, Fernando Cilloniz, también está proponiendo el adelanto de elecciones de inmediato. Por la renuncia de Dina, también se pronunciaron el ex candidato presidencial de derecha, Hernando de Soto y la bancada congresal de centroderecha Podemos Perú (PP).
En una reciente entrevista, el premier Otárola, declaró que, “el país no está para medidas audaces y el proyecto del fujimorismo de adelanto de elecciones es una medida audaz, en todo caso que en el Congreso se pongan de acuerdo”. El fujimorismo planteó el adelanto de elecciones días después de la vacancia golpista de Castillo.
Así las cosas, mientras que el régimen cívico militar llama a la “tregua”, a la vez maniobra con el adelanto de elecciones para confundir a las masas y lograr replegarlas a sus casas, para luego imponer su política de explotación laboral y saqueo de los recursos naturales. En este sentido, apunta el comunicado de los Ministerios del Interior y de Defensa, con el fin de militarizar Puno y la frontera con Bolivia, so pretexto de una guerra con Bolivia.
La guerra con Bolivia, un distractivo peligroso
La guerra con Bolivia, impulsada por congresistas de derecha como Ernesto Bustamante, cuando dijo que, “El Perú debe dar ultimátum al gobierno de Bolivia, para que detenga apoyo material y financiero a terroristas en Perú…el Ejército del Perú deberá ingresar a Bolivia y ocupar cautelarmente recursos naturales que garanticen una ulterior reparación”, opera como un distractor del aislamiento al que está ingresando el gobierno golpista.
No obstante, una guerra con Bolivia, puede ser un bumerang. Bolivia y Perú son pueblos peruanos con muchos vínculos históricos, culturales, políticos y sociales. En vez de lograr la división, pueden agitar por una revolución social andina.
Imponer la caída de Dina
Por estas razones, es vital la caída de Dina y la imposición de una Constituyente soberana. Para lograr esto es fundamental que las masas en combate, se organicen eligiendo a sus delegados por centro laboral, comunidad, centro de estudiantes, etc. para que los represente en una gran Asamblea Popular Nacional de Trabajadores y apruebe un Plan de Lucha.
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