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Una nueva Grecia, una nueva Europa

Fuentes: Rebelión

La victoria de Alexis Tsipras y la izquierda radical de Syriza en Grecia es un hecho absolutamente histórico que puede cambiar el futuro del país, pero también el modelo de Unión Europea que estamos construyendo. Nos han hecho creer que esta es la única Europa posible, en un intento de vaciar la democracia de contenido, […]

La victoria de Alexis Tsipras y la izquierda radical de Syriza en Grecia es un hecho absolutamente histórico que puede cambiar el futuro del país, pero también el modelo de Unión Europea que estamos construyendo. Nos han hecho creer que esta es la única Europa posible, en un intento de vaciar la democracia de contenido, quitando competencias a los parlamentos estatales y traspasándolas en algunos casos a instituciones carentes de legitimidad democrática. Imponiendo políticas económicas y sociales por encima de la soberanía popular, hasta el punto de colocar sus tecnócratas como jefes de gobierno, como fue el caso hace unos años de Mario Monti en Italia o de Lukas Papadimos en Grecia. 

Limitaciones antidemocráticas que, en ocasiones, la Unión Europea no impone pero tolera, en contra de sus principios constituyentes, como es el caso de algunas repúblicas bálticas o del Este de Europa, donde se recortan garantías del estado de derecho para las minorías, o se aprueban leyes electorales que limitan o incluso prohíben la existencia de cualquier partido u organización claramente socialista, comunista o anticapitalista, mientras se permiten conmemoraciones de antiguos veteranos del nazismo.

Por eso es cada vez más necesario consolidar el apoyo a la izquierda alternativa en todo el continente, hoy agrupada especialmente en torno al Partido de la Izquierda Europea y, en menor medida, al Partido Verde Europeo. Una izquierda no marginal, con una importante presencia en la mayoría de los países. Evidentemente es el caso de Grecia, donde la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) ha ganado las elecciones con una amplia mayoría, claramente por encima de los conservadores de Nueva Democracia (Nea Dimokratia, ND). Pero también es el caso de Alemania, donde el Partido de la Izquierda (Die Linke) y los Verdes (Die Grünen) constituyen hoy la única oposición real al gobierno de Angela Merkel, coaligado con los socialdemócratas.

Es el caso de Francia, donde el Frente de Izquierdas (Front de Gauche) y los verdes de Europe Écologie representan hoy la única oposición por la izquierda a las políticas neoliberales de François Holande y Manuel Valls. Es el caso de Italia, donde Refundación Comunista (PRC) e Izquierda, Ecología y Libertad (SEL) vuelven a trabajar juntos, enfrentándose a la supuesta tercera vía social-liberal de Matteo Renzi. Es el caso de Portugal, donde el Partido Comunista (PCP-CDU) y el Bloque de Izquierdas (Bloco de Esquerda) se enfrentan a las políticas neoliberales de Passos Coelho.

Es el caso también del Partido Socialista de los Países Bajos (SP, sin ninguna relación con los laboristas holandeses ni con la socialdemocracia), del Partido de la Izquierda en Suecia (Vänsterpartiet), de la Alianza de Izquierdas de Finlandia (Vasemmistoliitto)… Sin olvidar la República Checa, donde el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM) soporta desde hace años una dura campaña en su contra, que no ha impedido que siga manteniendo cerca del 15% del electorado. Es el caso incluso de los nacionalistas de izquierda del Sinn Féin en las dos Irlandas, que forma parte igualmente del grupo parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea – Izquierda Verde Nórdica.

Y evidentemente, es el caso del Estado Español, donde Izquierda Unida, Podemos y otras fuerzas afines deberían ser capaces de constituir juntos una potente alternativa al bipartidismo y a las políticas antisociales del PP y PSOE, a menudo con el apoyo de la UPyD o CiU. Hoy es fundamental defender y consolidar las conquistas sociales y democráticas que han conseguido las últimas generaciones, impidiendo que acaben con el incipiente estado del bienestar y nos lleven a una verdadera dictadura de los mercados, sólo aparentemente democrática.

Hace ya muchos años, incluso bastante antes de la caída del muro de Berlín, mucha gente de izquierdas reconocimos el fracaso del llamado «socialismo real». Ahora es necesario que mucha gente se dé cuenta también del fracaso sin paliativos del «capitalismo real», un supuesto modelo de democracia de los mercados al estilo de los EEUU que muchos europeos parecen querer imitar. Porque, como decía ya hace unos años el prestigioso profesor norteamericano Noam Chomsky, negando que su país pueda ser un modelo para nadie, esa democracia es «un sistema de partido único (….), el partido de los negocios, con dos facciones, republicanos y demócratas «. Esto es lo que no queremos ni querremos nunca para Europa.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.