Traducido por Gorka Larrabeiti
Anoche diecisiete inmigrantes fueron obligados por traficantes a tirarse al mar en aguas de Sicilia. Catorce consiguieron salvarse nadando hasta llegar a Mazara del Vallo. Tres no lo lograron y sus cuerpos fueron recuperados. Una praxis brutal tirar a la gente al agua, parecida a la que describió Adén, que llegó a Lampedusa en esas mismas horas con otras 207 personas que habían zarpado de Trípoli.
Aden y otros tres somalíes están vivos de milagro y vieron la muerte de cerca el pasado 6 de mayo en los cuerpos de sus compañeros de viaje. Un viaje corto, que terminó en un naufragio a pocos metros del puerto de Trípoli, de donde habían salido. A bordo iban cientos de personas, tal vez 600 o más. «Eramos demasiados, hacinados unos contra otros. Los hombres de uniforme que dirigían el embarque nos dijeron que nos diéramos prisa, que no había sitio para todos «, dijo Aden con un hilo de voz. «Sin embargo, poco después el barco se hundió y nos salvamos sólo los que llevábamos chaleco salvavidas. Pocos. Todos los demás se ahogaron «. Luego añade: «Algunas personas nadaron hasta la orilla. Le debo mi vida a un pescador, me sacó del mar, pero ninguno que los que llevaban uniforme en el muelle se movió. Ellos miraban sin mover un dedo», dijo el joven somalí amargamente.
La noticia de este terrible desastre llegó a Lampedusa unas horas después del incidente, cuando algunos somalíes – que habían zarpado antes desde el mismo puerto – llamaron a sus familias en Libia para informar de su llegada a la isla. Se enteraron del accidente por teléfono, lo que creó un profundo malestar en el centro de recepción porque algunos de ellos tenían familiares a bordo de la embarcación naufragada. Al día siguiente, se despejó toda duda cuando arribaron al puerto de Lampedusa otros somalíes que habían visto con sus propios ojos desde el muelle en el puerto de Trípoli hundirse el barco, mientras intentaban, aterrorizados, persuadir a los hombres uniformados de que bajaran de la embarcación en que acababa de abordar.
La Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados, basándose en testimonios de los supervivientes y familiares de quienes no han tenido noticia de sus familiares embarcados en pateras, estima que desde finales de marzo unas 1.200 personas que zarparon de Libia nunca alcanzaron a la otra orilla del Mediterráneo.
Historias de muertos y desaparecidos. Historias de extraordinaria brutalidad que se producen en el «mare nostrum» debido a una rutina cada vez más trágica y macabra.
Laura Boldrini es portavoz de ACNUR.
Fuente: http://boldrini.blogautore.repubblica.it/2011/05/una-macabra-routine/?ref=HRER2-1