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Libia, más guerras y otros mitos

Vinimos, vimos, destruimos, olvidamos

Fuentes: Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Hablemos de Libia 

El 9 de julio participé en una manifestación frente a la Casa Blanca, cuyo tema era «¡Detengan los bombardeos en Libia!» La última vez que había participado en una protesta contra bombardeos estadounidenses de otro país, que la Casa Blanca presentaba como «intervención humanitaria, como lo hace ahora, fue en 1999 durante los 78 días de bombardeo de Serbia. Entonces asistí a un par de manifestaciones semejantes y en ambas fui virtualmente el único estadounidense presente. El resto, tal vez dos docenas, eran casi todos serbios. «Intervención humanitaria» es una excelente estrategia propagandística del imperialismo, especialmente en el mercado estadounidense. Los estadounidenses están desesperados por renovar su preciosa fe en que EE.UU. solo quiere lo mejor: que todavía somos «los buenos».

Esta vez había unas 100 personas en la protesta. No sé si algunos eran libios, pero había un elemento nuevo – casi la mitad de los manifestantes eran negros, que marchaban con letreros que decían: «¡Dejen de bombardear África!»

Había otro elemento nuevo – gente que apoyaba el bombardeo de Libia, que nos enfrentaba desde su lado de Pennsylvania Avenue a unos 15 metros. Eran sobre todo libios, que probablemente vivían en el área, que solo demostraban elogios y amor por EE.UU. y la OTAN. Su tema era que Gadafi era tan malo que apoyarían cualquier cosa para librarse de él, incluso bombardeos diarios de su país, que ahora exceden los 78 días de Serbia. Yo, claro está, atravesé la calle y comencé discusiones con algunos de ellos. Les decía todo el tiempo: «Yo odio a ese hombre [apuntando a la Casa Blanca] tanto como vosotros odiáis a Gadafi. ¿Pensáis que por ello debiera apoyar el bombardeo de Washington? ¿Destruir los hermosos monumentos y edificios de esta ciudad, así como matar a la gente?

Ninguno de los libios intentó siquiera de responder a mi pregunta. Solo repitieron sus vituperios contra Gadafi. «Usted no comprende. Tenemos que librarnos de Gadafi. Es muy brutal.» (Vea el vídeo de CNN de la inmensa manifestación del 1º de julio en Trípoli para tener una idea de hasta qué punto los puntos de vista de esos libios están lejos de ser universales en su país.)

«Pero por lo menos tenéis educación y atención médica gratuita», señalé. «Es mucho más de lo que tenemos aquí. Y Libia tiene el mejor nivel de vida de toda la región, por lo menos lo tenía antes de los bombardeos de la OTAN y de EE.UU. Si Gadafi es brutal, ¿qué son los otros dirigentes de la región que Washington ha apoyado desde hace tiempo?»

Uno replicó que habían tenido educación gratuita bajo el rey, quien fue derrocado por Gadafi. Tuve mis dudas al respecto, pero no sabía con seguridad si era incorrecto, así que respondí: «¿Y qué? Gadafi por lo menos no eliminó la educación libre como lo hicieron los dirigentes en Inglaterra en los últimos años.»

Un agente de policía apareció de repente y me obligó a volver a mi lado de la calle. Estoy seguro de que si lo hubiera presionado para que me diera una explicación, el policía habría dicho que era para impedir que estallara la violencia. Pero nunca hubo ningún peligro de que algo semejante sucediera: otro ejemplo de la mentalidad de Estado policial estadounidense – orden y control son más importantes que las libertades civiles, ante todo.

La mayoría de los estadounidenses probablemente hubieran exclamado al escuchar mi discusión con los libios algo como: «Bueno, no importa cuánto odie al presidente; todavía se puede librar de él en una elección. Los libios no pueden hacer eso.»

Y yo hubiera replicado: «Es verdad. Tengo la libertad de reemplazar a George W. Bush por Barack H. Obama. ¡Qué alegría!» Mientras nuestras elecciones sean abrumadoramente determinadas por el dinero, nada de alguna importancia cambiará.»

Anotación al margen: En medio de toda la tristeza y el horror que rodean la masacre en Noruega, no debemos perder de vista el hecho de que la «pequeña y pacífica Noruega» participó en el bombardeo de Yugoslavia en 1999, ha enviado tropas a Iraq, tiene tropas en Afganistán y ha suministrado aviones de guerra para los bombardeos de Libia de la OTAN. Los adolescentes de esos países que perdieron sus vidas por la maquinaria letal de EE.UU./OTAN querían vivir hasta ser adultos y ancianos tanto como los adolescentes en Noruega. Con toda la condena del «extremismo» que ahora escuchamos en Noruega y en todo el mundo debemos preguntar si esta conducta del gobierno noruego, así como la de EE.UU. y de la OTAN no son «extremistas».

El muro de Berlín – otro mito de la Guerra Fría

Dentro de poco, los medios occidentales acelerarán los motores de su propaganda para solemnizar el 50 aniversario de la erección del Muro de Berlín, el 13 de agosto de 1961. Reaparecerán todos los clichés de la Guerra Fría del Mundo Libre contra la Tiranía Comunista y repetirán la simple historia de cómo llegó a existir el muro: En 1961, los comunistas de Berlín Oriental construyeron un muro para impedir que sus ciudadanos oprimidos escaparan a Berlín Occidental y a la libertad. ¿Por qué? Porque a los rojos no les gusta que la gente sea libre, que conozca la «verdad». ¿Qué otras razones podría haber habido?

Primero que nada, antes de que se construyera el muro miles de alemanes orientales viajaban cada día al Oeste a trabajar y volvían al Este por la noche; muchos iban y venían para hacer compras o por otros motivos. De modo que evidentemente no eran retenidos en el Este contra su voluntad. ¿Por qué entonces se construyó el muro? Hubo dos razones principales:

  1. Occidente estaba acosando a Alemania Oriental con una vigorosa campaña de reclutamiento de profesionales y trabajadores calificados alemanes orientales, que habían sido educados a costa del gobierno comunista. Esto llevó a una seria crisis de trabajo y producción en el Este. Como una indicación de este hecho, el New York Times informó en 1963: «Berlín Occidental sufrió económicamente por el muro debido a la pérdida de unos 60.000 trabajadores capacitados que viajaban a diario de sus casas en Berlín Este a sus puestos de trabajo en Berlín Occidental». [1]

En 1999, USA Today informó: «Cuando se derrumbó el Muro de Berlín [1989], los alemanes orientales imaginaban una vida de libertad en la cual los bienes de consumo serían abundantes y las incomodidades desaparecerían. Diez años después, un notable 51% dice que eran más felices con el comunismo.» [2] Sondeos anteriores probablemente hubieran mostrado que aún más de 51% expresaba un sentimiento semejante, porque muchos de los que recordaban la vida en Alemania Oriental con cierto afecto habían muerto durante esos diez años; aunque diez años después, en 2009, el Washington Post pudo informar que: «Los occidentales dicen que están hastiados con la tendencia de sus homólogos orientales a mostrar nostalgia por los tiempos del comunismo». [3]

En el periodo posterior a la unificación nació un nuevo proverbio ruso y europeo oriental: «Todo lo que los comunistas decían sobre el comunismo era una mentira, pero todo lo que decían sobre el capitalismo resultó ser verdad». También habría que señalar que la división de Alemania en dos Estados en 1949 -que preparó el terreno para los 40 años de hostilidad de la Guerra Fría- fue una decisión estadounidense, no soviética. [4]

  1. Durante los años cincuenta, los halcones estadounidenses de la Guerra Fría en Alemania Occidental establecieron una brutal campaña de sabotaje y subversión contra Alemania Oriental destinada a desestabilizar la maquinaria económica y administrativa de ese país. La CIA y otros servicios de inteligencia y militares de EE.UU. reclutaron, equiparon, entrenaron y financiaron a grupos e individuos activistas alemanes, del Oeste y del Este, para que realizaran acciones que cubrían el espectro desde la delincuencia juvenil al terrorismo; cualquier cosa por dificultar la vida de los alemanes orientales y debilitar su apoyo al gobierno; cualquier cosa por lograr que los rojos fueran impopulares.

Fue una empresa extraordinaria. EE.UU. y sus agentes utilizaron explosivos, incendi os, cortocircuitos, y otros métodos para dañar centrales eléctricas, astilleros, canales, muelles, edificios públicos, gasolineras, el transporte público, puentes, etc.; descarrilaron trenes de carga, e hirieron gravemente a trabajadores; quemaron 12 vagones de un tren de carga y destruyeron las mangueras de alta presión de otros; utilizaron ácidos para dañar maquinaria vital en fábricas; echaron arena en la turbina de una fábrica, provocando su ruptura; incendiaron una fábrica de producción de baldosas; promovieron el trabajo lento en las fábricas; mataron con veneno a 7.000 vacas en una lechería cooperativa; agregaron jabón a leche en polvo destinada a las escuelas alemanas orientales; poseían, cuando fueron arrestados, grandes cantidades del veneno cantaridina con el que planeaban producir cigarrillos envenenados para matar a dirigentes alemanes orientales; hicieron estallar bombas fétidas para perturbar reuniones políticas; trataron de trastornar un Festival Mundial de la Juventud en Berlín Oriental enviando invitaciones falsificadas, promesas falsas de alojamiento y comida gratuita, avisos falsos de anulaciones, etc.; realizaron ataques con explosivos, bombas incendiarias, y equipos para pinchar neumáticos; forjaron y distribuyeron grandes cantidades de tarjetas de racionamiento de alimentos para causar confusión, escasez y resentimiento; enviaron resoluciones tributarias y otras directivas y documentos gubernamentales falsificados para fomentar la desorganización y la ineficiencia en la industria y los sindicados… todo esto y mucho más. [5]

El Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, de Washington, DC, formado por halcones de la Guerra Fría, en uno de sus Documentos de Trabajo de Historia Internacional de la Guerra Fría(Nº58, p.9) señala: «La frontera abierta en Berlín exponía a la RDA [Alemania Oriental] a un masivo espionaje y subversión y, como muestran dos documentos en los apéndices, su cierre dio más seguridad al Estado Comunista».

Durante todos los años cincuenta, los alemanes orientales y la Unión Soviética presentaron repetidamente quejas a los antiguos aliados de los soviéticos en Occidente y a las Naciones Unidas por actividades específicas de sabotaje y espionaje y demandaron el cierre de las oficinas en Alemania Occidental que según ellos eran responsables, y suministraron sus nombres y direcciones. Sus quejas no fueron tomadas en consideración. Inevitablemente, los alemanes orientales comenzaron a restringir la entrada al país desde Occidente, lo que finalmente condujo al infame Muro. Sin embargo, incluso después de la construcción del muro hubo emigración legal regular, aunque limitada, de Este a Oeste. En 1984, por ejemplo, Alemania Oriental permitió que se fueran 40.000 personas. En 1985, los periódicos alemanes orientales afirmaron que más de 20.000 antiguos ciudadanos que se habían establecido en el Oeste querían volver al país después de su desilusión con el sistema capitalista. El gobierno alemán occidental dijo que 14.300 alemanes orientales habían regresado durante los 10 años anteriores. [6]

Tampoco debemos olvidar que Europa Oriental llegó a ser comunista porque Hitler, con la aprobación de Occidente, la utilizó como un camino para llegar a la Unión Soviética a fin de eliminar para siempre el bolchevismo, y que los rusos en la Primera y Segunda Guerra Mundial, perdieron cerca de 40 millones de vidas porque Occidente utilizó ese camino para invadir Rusia. No debiera sorprender que después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética estuviera determinada a cerrar ese camino.

Vinimos, vimos, destruimos, olvidamos

Un resumen actualizado del encantador historial de la política exterior de EE.UU. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU.:

  1. Intentó derrocar a más de 50 gobiernos, en su mayoría democráticamente elegidos. [7]
  2. Intentó reprimir un movimiento populista o nacionalista en 20 países- [8]
  3. Interfirió groseramente en elecciones democráticas en por lo menos 30 países. [9]
  4. Lanzó bombas sobre gente de más de 30 países. [10]
  5. Intentó asesinar a más de 50 dirigentes extranjeros. [11]

En total: Desde 1945, EE.UU. ha realizado una o más de las acciones mencionadas, en una o más ocasiones, en los siguientes 69 países (más de un tercio de los países del mundo):

  • Afganistán
  • Albania
  • Argelia
  • Angola
  • Australia
  • Bolivia
  • Bosnia
  • Brasil
  • Guayana
  • Bulgaria
  • Camboya
  • Chad
  • Chile
  • China
  • Colombia
  • Congo (Zaire)
  • Costa Rica
  • Cuba
  • República Dominicana
  • Timor Oriental
  • Ecuador
  • Egipto
  • El Salvador
  • Fiyi
  • Francia
  • Alemania (más Alemania Oriental)
  • Ghana
  • Grecia
  • Granada
  • Guatemala
  • Honduras
  • India
  • Indonesia
  • Irán
  • Iraq
  • Italia
  • Jamaica
  • Japón
  • Kuwait
  • Laos
  • Lebanon
  • Libia
  • Mongolia
  • Marruecos
  • Nepal
  • Nicaragua
  • Corea del Norte
  • Pakistán
  • Palestina
  • Panamá
  • Perú
  • Filipinas
  • Portugal
  • Rusia
  • Seychelles
  • Eslovaquia
  • Somalia
  • Sudáfrica
  • Unión Soviética
  • Sudán
  • Surinam
  • Siria
  • Tailandia
  • Uruguay
  • Venezuela
  • Vietnam (más Vietnam del Norte)
  • Yemen (más Sud Yemen)
  • Yugoslavia


Mapa del mundo de las intervenciones de EE.UU.

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El mundo oculto de la economía

Cuando se lee algo sobre temas económicos en las noticias, como ser sobre la crisis en Grecia o el caos hipotecario de Wall Street y los bancos, a veces uno se queda desconcertado por la aparente complejidad, que nadie parece capaz de descifrar o explicar a tu satisfacción en inglés simple. Bueno, ciertamente no puedo explicarlo todo yo, pero sé que el problema no es necesariamente que vosotros y yo seamos analfabetos económicos. El problema es a menudo que los «expertos» discuten estos temas como si estuviésemos frente a reglas o leyes duras y fijas, que no deben ser violadas, con una base científica, sanas desde el punto de vista matemático y racionales; cuando, en realidad, una gran parte de lo que sucede en el mundo real de la economía y en la arena del análisis «experto» de ese mundo, se basa significativamente en políticas partidistas sectarias, ideología, titulares en las noticias, especulación, manipulación, psicología (vea la extrema insensatez y absurdidad del aumento o caída diaria de los precios de las acciones), tratos entre bastidores de los poderosos, y el poder excesivo otorgado a, y la confianza depositada en, agencias de calificación de riesgo y aseguradores de diversos tipos totalmente corruptos. Las agencias como Moody’s y Standard and Poor’s son pandillas de extorsionadores – pagad nuestros exorbitantes honorarios u os damos una mala calificación, ante la cual inversionistas y gobiernos se inclinan como si fueran el resultado de un estudio analítico completamente objetivo y un impresionante estudio analítico.

Y luego existen las excepciones para que los países poderosos puedan hacer cosas que no se permite que hagan los países más pequeños, como Grecia, pero todo es explicado en términos de las inexorables leyes de la economía.

Y cuando todas las demás explicaciones no suenan plausibles, los expertos recurren a la «ley de la oferta y la demanda». Pero esa ley fue revocada hace años; basta el intento de explicar el coste de la gasolina basándose en ella, pero es solo un ejemplo.

Hay mucho que encubrir, muchos motivos por los cuales los protagonistas del mundo financiero no pueden ser tan francos como debieran, tan sinceros como el público y los inversionistas pueden suponer que son.

Consideremos el déficit presupuestario de EE.UU., que provoca tantas palabras alarmantes. Lo que no nos dicen es que el período más próspero en la historia estadounidense fue en las décadas después de la Segunda Guerra Mundial – de 1946 a 1973. ¿Y adivinen qué? Tuvimos un déficit presupuestario en la gran mayoría de esos años. Obviamente, ese déficit no fue un impedimento para el crecimiento y la creciente prosperidad en EE.UU. – una prosperidad compartida mucho mejor que ahora. No obstante, nos ofrecen frecuentemente la idea de la santidad de un presupuesto equilibrado. Ésta y otras «crisis» son generalmente exageradas por motivos políticos; la actual «crisis» por el techo de la deuda, por ejemplo. Paul Craig Roberts, ex secretario adjunto del Tesoro bajo Reagan, ahora columnista independiente, señala que «no importa si se aumenta el techo de la deuda, el gobierno de EE.UU. no va irse a la bancarrota… Si Goldman Sachs es demasiado grande para quebrar, ciertamente, el gobierno de EE.UU. también lo es.»

En temas económicos que ocupan mucho a los medios, como ser el techo de la deuda, una de las claves ocultas para comprender lo que está sucediendo es a menudo el ansia perenne de los conservadores por privatizar la Seguridad Social y Medicare. Si se comprende eso, ciertas cosas se entienden mucho mejor. Naomi Klein señala que el «seudo debate sobre el techo de la deuda… es una guerra de clases manifiesta, librada por los ultra ricos contra todos los demás, y ya es hora de que los estadounidenses le pongan un límite.»

Hay que considerar también el valor relativo de las monedas internacionales, Lógicamente, razonablemente, si la libra británica es cambiada por dos dólares, uno debiera poder comprar en Washington bienes y servicios por dos dólares que costarían una libra en Londres. En la vida real, claro está, es una excepción bastante frecuente a la regla. En su lugar, en sitios llamados «bolsas» en Nueva York y Chicago y Londres y Zurich y Frankfurt un puñado de sujetos que no hacen nada socialmente útil se juntan todos los días en una gran sala, y entre numerosos gritos ensordecedores, ordenadores activos, y muchos trozos de papel, fijan un valor para la libra, así como para un barril de petróleo, una libra de panceta, y varios otros productos básicos que afectan nuestras vidas diarias. ¿Por qué tienen tanta influencia en el mundo real, la economía real, y nuestras vidas reales, esos especuladores y parásitos?

Como norma general, compañeros, como una solución de múltiple uso para nuestros males económicos, recordad lo siguiente: Seguiremos para siempre dando vueltas en círculos de crisis hasta que las grandes instituciones sean nacionalizadas o colocadas de otra manera bajo control democrático. Oímos hablar mucho sobre «austeridad». Bueno, la austeridad tiene que terminar por alcanzar a los súper ricos. Hay millones (sic) de millonarios y multimillonarios en EE.UU. y Europa. Mientras los gobiernos quiebran, los billones de dólares de esa gente deben ser fuertemente gravados o confiscados para terminar con los interminables sufrimientos del otro 95% de la humanidad. Dios mío, ¿sueno como un (ahogo, jadeo) socialista?

Notas

[1] New York Times, June 27, 1963, p.12 ↩

[2] USA Today, October 11, 1999, p.1 ↩

[3] Washington Post, May 12, 2009; vea una historia similar November 5, 2009 ↩

[4] Carolyn Eisenberg, Drawing the Line: The American Decision to Divide Germany, 1944-1949 (1996); o vea una breve reseña del libro de Kai Bird en The Nation, December [4]16, 1996↩

[5] Vea William Blum, Killing Hope: US Military and CIA Interventions Since World War II, p.400, note 8, para una lista de fuentes sobre los detalles de sabotaje y subversión↩

[6] The Guardian (London), March 7, 1985 ↩

[7] http://killinghope.org/essays6/othrow.htm

[8] http://killinghope.org/bblum6/suppress.html

[9] Vea capítulo 18 of Rogue State: A Guide to the World’s Only Superpower – agregue Palestina, 2006 a la lista↩

[10] http://killinghope.org/superogue/bomb.htm

[11] http://killinghope.org/bblum6/assass.htm

……….

William Blum es autor de:

Killing Hope: US Military and CIA Interventions Since World War 2

Rogue State: A Guide to the World’s Only Superpower

West-Bloc Dissident: A Cold War Memoir

Freeing the World to Death: Essays on the American Empire

Partes de estos libros pueden ser leídas en: at www.killinghope.org

killinghope.org

Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=25821