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20 años después, Rumanía sigue esperando un tren que nunca acaba de llegar

Fuentes: Gara

Rumanía «celebra» hoy unas elecciones que no seguro no conjurarán el grave impasse político del país y que no son sino un síntoma. Dos decenios después del traumático final del «comunismo», los rumanos ven cómo la actual crisis global les hunde en un abismo económico aún mayor que el que ha forzado ya a emigrar al 10% de su población.

El día de Navidad de 1989 quedó marcado por la imagen de los cadáveres del presidente de la Rumanía «socialista», Nicolae Ceausescu y de su compañera, Elena, ejecutados tras un juicio sumario ordenado por un grupo de oligarcas que aprovecharon los nuevos vientos que soplaban en el este de Europa para aferrarse al poder.

20 años después de la desaparición del en su día bautizado como Conducator -su cadáver sigue hoy en paradero desconocido-, Rumanía vive una crisis cercana al colapso total y de la que la situación de impasse político no es sino una manifestación.

El país ha vivido en las últimas semanas el estallido de la «Gran Coalición» entre los liberal-demócratas del presidente, Traian Basescu, y los socialdemócratas (herederos del Partido Comunista Rumano), la caída del Gobierno y el fracaso de dos sucesivos primeros ministros, designados por el presidente, para obtener el aval del Parlamento.

Todo apunta a que la Presidencia es cosa de dos, entre el propio Basescu y su rival socialdemócrata, Mircea Geoana. Eso si no salta la improbable sorpresa de la mano del liberal Crin Antonescu, quien defiende una drástica bajada de impuestos.

El vencedor tendrá que esperar seguramente a la segunda vuelta del 6 de diciembre. Pero tiene desde ya llamando a la puerta al Fondo Monetario Internacional, que ha concedido un préstamo de 20.000 millones de euros a una Rumanía cuya moneda, el leu, se desvaloriza a ojos vista (al cambio, un euro son 4,200 leu), y que a día de hoy no puede pagar los salarios de los funcionarios y pensionistas.

No obstante, el FMI condiciona el último aporte de este prometido crédito a que el futuro ejecutivo presente un presupuesto para 2010 absolutamente draconiano -valga la redundancia tratándose de Rumanía-.

Como ha ocurrido en la práctica totalidad de los países del antiguo bloque oriental, la actual crisis global ha golpeado más si cabe a unas economías totalmente dependientes y que ocultaban su debilidad con oropeles financieros sin suelo alguno.

Los escalofriantes datos sobre la contracción económica que sufre Bulgaria (un 8% este año) e incluso sus índices oficiales de paro (un 10%) son pecata minuta si los comparamos con la realidad de un país que sobrevive por la economía informal y por las remesas de su amplia población emigrante (oficialmente un 10% del total).

Drama humano

Un fenómeno, el de la emigración, que lleva aparejado, además del drama de los millones de personas lejos de sus hogares y en territorio crecientemente hostil, unas consecuencias sociales cuyos corrosivos efectos se sienten ya y que son bombas de relojería a largo plazo. Además del envejecimiento de la población activa y de la fuga de cerebros, cientos de miles de menores sobreviven en las calles lejos de sus progenitores, lo que se dejará sentir en años futuros. Las protestas y huelgas son un fenómeno creciente en las calles de Bucarest y de otras ciudades y pueblos del país y la principal preocupación de la población es la subsistencia en un contexto crítico.

¿Y los políticos? El panorama no puede ser más desolador. Si el liberal Antonescu no propone otra cosa que vaciar aún más las exiguas arcas del Estado, Basescu promete a su vez recortar los gastos estatales para pasar a realizar un catálogo de compromisos a cuál menos creíble, como el de impulsar la igualdad del campesinado rumano, que supone el 45% de la población.

La situación es kafkiana y el político de derechas no se ha cansado de repetir que, si renueva mandato, acabarán las privatizaciones «no transparentes», en línea con su denuncia de las prácticas realizadas por los sucesores de los comunistas.

El aludido, el socialdemócrata Geoana, no le va a la zaga en promesas imposibles en el actual escenario como la construcción de viviendas accesibles para la juventud y la concesión de primas de retorno a los inmigrantes. No especifica con qué dinero.

Geoana, hijo de un alto general de la era de Ceausescu y que llegó a estudiar en la prestigiosa ENA francesa, alardea de su «amistad» con el ex presidente estadounidense Bill Clinton y otros próceres occidentales por su etapa de embajador en Washington. Pregona a los cuatro vientos su implicación en la entrada del país a la OTAN.

Basescu insiste, por su parte, en recordar que fue el primer presidente rumano en condenar los «crímenes» del comunismo en 2006. Lo que no airea es que él mismo formó parte de aquel sistema como capitán de la marina mercante con destino en el puerto de Anvers (Bélgica).

En lo que también ambos coinciden es en ser acusados de corrupción. El actual presidente es el personaje principal de un libro publicado en EEUU («El pillaje de Rumanía») por un fiscal destituido, Ciprian Nastasiu, quien narra la complicidad de Basescu con una trama de secuestros que tuvo incluso un capítulo en Irak. Su rival, Geoana, está acusado de haberse embolsado millones de euros destinados a su campaña electoral. Todo ello en un país que colidera la lista de los más corruptos de la UE.

Basescu se sacude las críticas crecientes a su estilo dictatorial -ha forzado la convocatoria paralela para hoy de un referéndum para reducir el número de diputados- insistiendo en que «si yo creo verdaderamente en algo, no paro hasta conseguirlo».

Y, segunda táctica, acusa a su principal contrincante de ser una «marioneta» de los hombres de negocios y magnates de algunos de los principales medios de comunicación que mueven las riendas de su partido, el socialdemócrata PSD.

El aludido, Geoana, se ha sumado en campaña a la moda de fomentar una imagen de devoto de la fe ortodoxa, que comparte, según las encuestas, el 87% de los rumanos. 2o años después de la caída del ateo Ceausescu, la formal división entre iglesia y estado es ya un chiste. ¿Refugio, el de la religión, de una población cansada por las promesas de paraíso en la tierra que hizo en su día el comunismo y luego el capitalismo?

Es posible. Pero hay alternativas. Los vecinos de Scorniceflti, localidad donde nació el Conducator, acaban de aprobar el dinero para erigir un gran busto de su «hijo predilecto». Toda una metáfora.

http://www.gara.net/paperezkoa/20091122/168031/es/20-anos-despues-Rumania-siguen-esperando-tren-que-nunca-acaba-llegar