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Es una de las voces referentes sobre justicia restaurativa, a la que llegó desde su trayectoria como activista antirracista y feminista, pero también después de años en la abogacía: “La justicia debe darnos bienestar y apaciguar los conflictos”.
La polarización ideológica entre mujeres y hombres jóvenes ha crecido como nunca en los últimos años y se traslada a las urnas: ellas votan más hacia la izquierda, ellos miran a la derecha y alimentan el electorado ultra.
La periodista Gemma Ruiz Palá traza en «Nuestras madres» un relato de ficción con historias de mujeres a las que prácticamente se les negó la autonomía y cuyas contribuciones han sido despreciadas, pero no es la única: la genealogía feminista está recuperando referentes y también historias cotidianas.
Aunque el sentido de la protesta no tiene, a priori, ninguna relación con estos temas, los ataques han aparecido como una especie de ritual de un grupo de hombres que los utilizan para generar un sentimiento de comunidad frente a los otros.
Pensada por la abogada Victoria Kent como un centro modelo, terminó siendo algo muy distinto: un “almacén de reclusas” de la represión franquista pero también una escuela de presas políticas que seguían movilizadas desde la cárcel
Su último libro, «Querido capullo», traza un retrato de la sociedad del MeToo, de la caricatura que algunos han tratado de hacer de esta época, de la perplejidad de los hombres ante el nuevo escenario, pero también de las consecuencias de denunciar para las víctimas, del acoso online y de la ayuda entre mujeres.
La escritora Mona Chollet asegura que una mujer heterosexual que no se pliegue a los mandatos de la feminidad “se arriesga a poner en peligro su vida amorosa”, mientras que la psicóloga Susana Covas se pregunta: “¿Existen hoy hombres que permitan relaciones igualitarias donde las mujeres no se tengan que empequeñecer?”.
Expertas y estudios señalan que un gran número de sentencias consignan cantidades indemnizatorias muy bajas que no compensan los daños morales, psicológicos y económicos que sufren las supervivientes.
Igualdad e Interior piden a administraciones y ciudadanía aumentar la vigilancia; la mitad de las mujeres había denunciado y las expertas insisten en la necesidad de mejorar las valoraciones de riesgo y la detección precoz de la violencia.
Las palabras del streamer El Xokas ejemplifican qué es la cultura de la violación: “El conjunto de pensamientos, creencias y actitudes que fomentan y justifican la violencia sexual masculina contra las mujeres”.