Lo sucedido en Grecia es una muestra de cómo quienes gobiernan en Europa carecen absolutamente de escrúpulos. Su objetivo era impedir que en Grecia se aplicasen políticas diferentes a las que han provocado un empobrecimiento generalizado de la población, y lo han conseguido. ¿Por qué Tsipras ha aceptado un acuerdo aún peor que el que […]
Lo sucedido en Grecia es una muestra de cómo quienes gobiernan en Europa carecen absolutamente de escrúpulos. Su objetivo era impedir que en Grecia se aplicasen políticas diferentes a las que han provocado un empobrecimiento generalizado de la población, y lo han conseguido. ¿Por qué Tsipras ha aceptado un acuerdo aún peor que el que rechazó el pueblo griego en referéndum?. Son muchas las lecciones que podemos extraer de lo que ha pasado. Enumeremos algunas:
1. Las consecuencias de las medidas acordadas
La situación del pueblo griego va a empeorar con las medidas del memorándum
Las medidas acordadas son nefastas. Recortes de pensiones; reformas laborales para recortar nuevos derechos; dar marcha atrás en la mayoría de las mejoras aprobadas desde febrero de este año; compromiso de que todas las políticas van a ser acordadas con la troika y vuelta de ésta a Atenas; traspasar todas las líneas rojas en privatizaciones; nuevo rescate a la banca; renuncia a una quita de la deuda.
Con la intensificación de las políticas de ajuste y de recorte de derechos sociales la situación económica empeorará y crecerán el paro, la precariedad y la pobreza. Y todo esto en una sociedad inmersa en una crisis humanitaria, donde la pobreza alcanza a más del 40% de la población infantil. Nadie en su sano juicio puede defender que con estas políticas vaya a mejorar la situación de la población.
Más deuda para pagar la deuda: la bola se hace más grande
Tanto o más grave es haber acordado la continuidad del mecanismo de la deuda. Ante la imposibilidad de que Grecia pague su deuda se contraen nuevos créditos, que hacen que la bola de la deuda sea aún más grande. Se pretende hacer creer a la población que de este modo se resuelven los problemas. No es verdad. La deuda pública de Grecia, hoy equivalente al 180% del PIB, va a crecer (superará el 200% del PIB según el FMI). Si ya es impagable ahora, aún lo será más en el futuro.
¿Para qué sirve esta deuda? Para tener cautivo al gobierno de Grecia. Solo le van a seguir prestando dinero si sigue aplicando recortes. Y no solo eso, estos programas se revisarán periódicamente. Así, dentro de, por ejemplo, 6 meses, se hará un nuevo análisis, y de constatarse que no se han cumplido los objetivos (algo que nadie duda, ya que la situación va a empeorar con los recortes), se le exigirá al gobierno de Grecia ajustes añadidos para hacer efectivos los préstamos ahora comprometidos. Nueva vuelta de tuerca en el presupuesto y en los derechos sociales.
2. Lecciones para quienes defendemos unas políticas alternativas
La prioridad de romper con la lógica del mecanismo de la deuda
La deuda pública de Grecia (al igual que ocurre en otras muchas partes, incluida Euskal Herria) no se ha generado porque ese dinero se haya destinado a una mejora de la protección social o al bienestar de la ciudadanía. El Informe de Auditoría de la Deuda Pública Griega, elaborado por el Comité de la Verdad, a instancias de la presidenta del Parlamento de Grecia, concluye que la deuda es ilegal, ilegítima, odiosa e insostenible. En este contexto, es evidente que la salida razonable, económica y éticamente, era un impago de una parte importante de la deuda. Lo que se llama una quita. Incluso el FMI decía que había que hacer una quita del 30%.
La negativa a aceptar una quita, acompañada además de la insistencia en los programas de ajuste macroeconómicos fallidos impuestos por los acreedores, supone un empecinamiento sin razón alguna. A veces parece que un impago de un gobierno es algo que no se ha visto nunca. La realidad muestra que en la historia reciente los impagos o reestructuraciones de la deuda soberana han sido múltiples. Así, por ejemplo, como indican Rodríguez y Sanabria «en el último siglo el número de años en impago o reestructuración de deuda soberana son 33 en el caso de Grecia. No obstante, es necesario destacar que los siguientes en la lista de número de años en default son Alemania y Austria, con 22 y 18 años respectivamente».
Quienes argumentan que no se puede aceptar una quita de Grecia porque la pagaríamos entre los contribuyentes del resto de Europa, deberían responder a dos preguntas: ¿por qué impusieron a Grecia programas que llevaron a que la deuda privada de la banca alemana o francesa se convirtiese en deuda pública de los distintos gobiernos?. ¿qué es mejor, aceptar una quita ahora o tener que aceptar una quita mayor dentro de unos pocos años?.
La auditoría de la deuda es un pilar esencial de las políticas alternativas. Es una línea roja que permite desmontar la mentira en la que se basa el sistema. Y quienes lo defienden lo saben.
El Banco Central Europeo, un instrumento de disciplina al servicio de la austeridad
A lo largo de los cinco meses que han durado las negociaciones del gobierno de Grecia con la Troika, el Banco Central Europeo (BCE) se ha comportado como un agente político más. El BCE tiene un status independiente. En la crisis de Grecia en lugar de jugar sus cartas para impulsar la economía las ha jugado para ser parte del chantaje realizado al gobierno de Grecia. Se ha coordinado con la Comisión Europea, el eurogrupo y el FMI, y ha sido parte de una estrategia negociadora de ahogo económico.
Así el BCE ha ido recortando la liquidez a Grecia, lo que ha llevado al cierre de los bancos. En febrero, cuando el nuevo gobierno llevaba solo una semana de vida, cortó la línea regular de refinanciación, con lo que la liquidez bancaria quedó a expensas de la línea de liquidez de emergencia. Esta línea no se ha utilizado con criterios técnicos, sino políticos. El corte de la liquidez solo se puede hacer, en teoría, si los bancos de Grecia son declarados no solventes. Y esta declaración le corresponde al Mecanismo Único de Supervisión, que no ha tomado esa decisión. Como señaló Paul Krugman al día siguiente del referéndum, » Antes del referéndum, el Banco Central Europeo cortó el acceso a los fondos adicionales, propiciando el pánico y obligando al Gobierno a cerrar los bancos e imponer controles de capitales. Ahora el BCE se enfrenta a una decisión peliaguda: en caso de reanudar la financiación normal estará admitiendo que la congelación previa era política ; pero si no lo hace, a efectos prácticos estará obligando a Grecia a introducir una nueva moneda.»
Es inaceptable que decisiones de tanta importancia estén en manos de instituciones no electas. La supuesta independencia del BCE es parte de la estrategia de imposición de las políticas de austeridad. Yanis Varoufakis planteó que ante el cierre de los bancos al que obligaba la política del BCE había que tomar el control del Banco de Grecia, crear una moneda electrónica alternativa y aplicar una quita a los bonos griegos en manos del Banco Central Europeo. Tsipras no se atrevió. Recuperar la política monetaria es muy importante para poder cambiar las políticas.
Hay que tener una alternativa a la amenaza a la salida o expulsión del euro
En los últimos tiempos ha habido un debate sobre el euro. Sin duda, debemos profundizar en el mismo. El chantaje al que se ha sometido a Tsipras ha sido: o sigues con las mismas políticas (es decir, traicionar totalmente el programa con el que fue elegido) o Grecia será expulsada del euro (el denominado Grexit). Y no aguantó este órdago.
Lo ocurrido desde que Syriza llegó al gobierno de Grecia nos demuestra que, hoy por hoy, la construcción europea solo acepta políticas antisociales. Y, con el liderazgo del gobierno de Alemania, están dispuestos incluso a echar del euro a quien no se someta a ese chantaje. Por tanto, cualquier planteamiento alternativo debe tener en cuenta esta evidencia y estar preparado para confrontar y salir del euro.
Yanis Varoufakis ha hecho público que en su ministerio había un grupo de trabajo preparado para el Grexit, que había elaborado un plan con los pasos que había que dar. Pero que para preparar al pueblo para esa salida había que haber tomado una decisión del gobierno, lo que no sucedió.
Tsipras tuvo pánico y aceptó un acuerdo desastroso. Quizás el pueblo griego estaba más preparado que él para la salida del euro. El referéndum se celebró en un contexto en el que, además del anteriormente señalado cierre de los bancos, los poderes económicos y mediáticos, así como la Unión Europea, equiparaban el no con la expulsión del euro. Lo que se votó fue el no rotundo a las políticas de austeridad, pero la amenaza y el chantaje de la salida del euro ya estaba ahí. Tsipras no ha estado a la altura del 61% de la población que votó no a las medidas que, empeoradas, aceptó el gobierno de Grecia apenas una semana más tarde.
La movilización social es imprescindible para el cambio de las políticas
Para cambiar las políticas de manera radical es imprescindible la confrontación con los poderes económicos, financieros y mediáticos. Lo ocurrido en Grecia así lo demuestra. Quienes defienden el actual status quo no tienen ningún reparo en utilizar toda la artillería de la que disponen, que es mucha, para impedir cambios reales. Pueden aceptar pequeños cambios que no cuestionen el fondo del reparto cada vez más injusto de la riqueza. Pero el cambio radical va a tener una oposición radical, no pacífica.
Para conseguir ese cambio de las políticas ni siquiera es suficiente que el gobierno de turno lo quiera realizar (no nos cabe duda de que eso es lo que querían Tsipras y su gobierno). Los gobiernos del cambio soportan presiones y chantajes tremendos. Es imprescindible la movilización y la presión social para que, desde fuera de las instituciones, desde la calle, la gente, el pueblo, exija políticas sociales.
La desmovilización social, delegar la acción en quienes han llegado al gobierno, y confiar en que ya está todo hecho, es equivocado. Con desmovilización social ese cambio real no se va a producir.
Es imprescindible articular una alianza sindical y social que trabaje por el cambio radical de las políticas, y que sea independiente del poder económico y de los partidos políticos. Se requiere un movimiento social con capacidad de diagnóstico y acción propio. Y eso es algo aplicable en Euskal Herria, en Grecia o en todo Europa.
Visualizar las alternativas
Es imprescindible aplicar otras políticas. Esas políticas existen. No es verdad que solo sea posible seguir con el diktat neoliberal. Las políticas presupuestarias se deben basar en un cambio de la política fiscal (aumento notable de la recaudación, a través de la lucha contra el fraude fiscal y el incremento de los impuestos a las rentas altas, a las empresas y al capital); reconocimiento del derecho de todas las personas al acceso a la sanidad, educación, vivienda, servicios sociales; fuerte aumento del gasto social; eliminación de la precariedad laboral y reconocimiento del valor de la negociación colectiva, dignificar los niveles salariales; prestaciones sociales dignas y sin exclusiones.
Estas políticas suponen también romper con el mecanismo de la deuda. La deuda ilegítima, ilegal, odiosa o insostenible no se debe pagar. Se debe poner la política monetaria al servicio de las políticas que defienden los intereses de los pueblos y no los del capital. Y se deben tomar medidas ya para cambiar un sistema económico que nos está llevando al desastre ambiental (si no queremos que cambie el clima hay que cambiar el sistema).
Plantear todas estas cosas, y otras más que sin duda se pueden añadir, va contra la corriente que marcan los poderes económicos y mediáticos. Pero la mayor parte de la gente sabe que las actuales políticas son muy injustas. Que unos pocos se enriquecen a costa de la mayoría. Que nos están robando de manera descarada. Así que lo que nos toca es poner encima de la mesa nuestras alternativas, que las tenemos, que son mejores desde cualquier punto de vista que las políticas que nos quieren seguir imponiendo. Tenemos que hacer visibles nuestras alternativas. Solo depende de nosotros y nosotras.
Mikel Noval. Responsable de Política Social de ELA
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