En la parte 1 de este artículo, incluyo la entrevista que AFP le hizo a Rigoberta Menchú, premio nobel de la paz 1992G el pasado 02 de septiembre. En la parte 2 comento sus declaraciones y establezco la relación entre la CICIG, la Alianza para la Prosperidad en el Triangulo Norte, el Comando Sur, el […]
En la parte 1 de este artículo, incluyo la entrevista que AFP le hizo a Rigoberta Menchú, premio nobel de la paz 1992G el pasado 02 de septiembre. En la parte 2 comento sus declaraciones y establezco la relación entre la CICIG, la Alianza para la Prosperidad en el Triangulo Norte, el Comando Sur, el Grupo BID y sus socios inversionistas extranjeros, la «Trinidad» de Tratados Asia-Pacífico y el TLC Colombia-Triángulo del Norte.
1. La entrevista
«Guatemala vive despertar de su población», dice Rigoberta Menchú
AFP ¿Cuál es su sentimiento sobre el movimiento popular, de la cólera que vive el país desde abril, cuando se reveló el escándalo de corrupción que involucra al presidente?
RM Es un gran despertar de la población, es un despertar consciente pero también es un ejemplo cívico. A mí me impresiona la integración de las marchas, pacíficas y multisectoriales.
Este ejemplo tiene que replicarse en todos los tiempos de Guatemala, en tanto que este es un país racista, este es un país clasista donde están divididos los ricos y los pobres.
Este país ha sido un país dividido por la violencia, por la tragedia, por el engaño.
Esta ilustración es una encrucijada para los guatemaltecos, pero también es una encrucijada para el sistema, para el país entero.
Desde que comenzó la movilización social estaba claro que solamente había un objetivo: un no rotundo a la corrupción.
Era un saqueo que durante muchísimos años se ha hecho al país, a las arcas del Estado.
Esta vez nos movió profundamente la indignación, y lo que pasó es que se movió el tapete de la impunidad, este tapete que estaba incrustado en todas las instituciones y que no había formar de tocarlo.
AFP ¿Cómo interpreta la actitud del presidente, que se niega a dimitir a pesar de los numerosos llamamientos en este sentido?
RM Él (Pérez) viene de una formación Kaibil (escuadrón contrainsurgente del ejército), y los Kaibiles jamás se rinden. Además él es un hombre de guerra, un hombre de inteligencia, un hombre peligroso.
Yo creo que él no solo se atrinchera en el palacio, sino también que él también puede armar estrategias de choque.
Puede ser utilizando la agudización del racismo, de querer confrontar el campo y la ciudad, de utilizar también la confrontación racial.
Si él se va a la cárcel, tiene miedo que no solo será juzgado por corrupción (…), sino también por un pasado en el cual también se está acabando un ciclo de tiempo para quienes perpetuaron el genocidio, las matanzas (durante la guerra civil de 1960-1996).
Para mí esta es la primera vez que estoy viendo un sistema donde ya no tiene presidente, todos los guatemaltecos dicen que ya no tienen presidente. Yo no tengo presidente. Ahora yo creo que él ya no tiene más poder, nada más le queda la vergüenza.
Yo tengo que llamar a la cordura, yo tengo que llamar a los guatemaltecos a no dejarse ir por la violencia, que no se dejen engañar por la confrontación.
AFP ¿El clima actual es propicio para la celebración de las elecciones generales del domingo?
RM Las elecciones han perdido su crédito, no tienen legitimidad, (pero) hemos tenido que unirnos en llamar al voto (…) porque no hay alternativa.
La elección nos ha puesto una camisa de fuerza: o nos hacemos a un lado y perdemos los que siempre perdemos, o estamos jugando los mismos riesgos adentro de esta camisa de fuerza.
Lo que más sueño es que el domingo (día de la elección) no haya violencia, no haya muertes, que haya un clima tolerante, que salgamos sin miedo, que pasemos el 6 de setiembre sin mancha de sangre
2. Mi artículo
¿En nombre de quién habla Rigoberta Menchú?
No creo que en el de su pueblo. Tal vez sí, en el del poder judío-cristiano que representa la Institución que le otorgó el premio nobel de la paz y que heredó la riqueza del «chozno»- masón Alfred Nobel[i].
No es el único caso ciertamente. Lo es para la generalidad de los premio nobel de todas las especies. Pero, el caso de la señora Menchú es significativo por tratarse de una mujer nativa de los maya-quiché de Guatemala. Fue cooptada y puesta al servicio de la manipulación, el desarraigo y la desculturización de su pueblo y de los demás pueblos originarios de ese país. Para muestra bastan sus propias palabras cuando habla de «civismo», de «integración», de «marchas pacíficas y multisectoriales», como si algo histórico vertebrara a los pueblos originarios con la burguesía que los explota, usurpa sus territorios, los criminaliza, destruye sus hábitats, los engaña, los ignora, los mata. Pero Menchú quiere que «este ejemplo se replique en todos los tiempos de Guatemala». Mejor dicho, que nada cambie. Que el «despertar de la población» sirva para secundar la continuidad de lo mismo ad infinitum.
Dice estar «indignada», repitiendo la palabreja que las ONG pagadas por USAID, la NED, el IRI, Freedom House, han acuñado como parte del vocabulario de los «golpes suaves». La «indignación», así entendida, homogeniza; hace perder de vista los intereses de clase distintos que están en juego cuando se trata de los derechos de los explotados a la vida, al trabajo, al ingreso, a la educación, a la salud.
En Guatemala no hay lugar para la «indignación», sino para el cambio; y éste, no se reduce a reclamar contra la impunidad. En todo caso, este es un efecto, no una causa. Y, de lo que se trata es de revertir las causas. Y estas no son Otto Pérez Molina o cualquiera de los anteriores y venideros presidentes. Son la dupla FMI-BM, el Comando Sur, el BID, USAID, las ONG perversas. Esta es la institucionalidad que define e impone las políticas y estrategias «para el crecimiento», «el desarrollo», la «inclusión», la «democracia», la «gobernabilidad»; digita candidatos, pone y saca presidentes y congresistas, financia partidos, catapulta hijos, hijas y ahijados de militares asesinos. Definen el carácter, alcance y manipulación de las elecciones. Atraen e imponen a sus «socios inversionistas» de EEUU, Canadá, Australia, Japón, Corea del Sur, Israel, la Unión Europea para hacer «lucrativos negocios» arruinando la vida y el hábitat de nativos y campesinos.
Refiriéndose a las elecciones, Menchú dice «que no hay alternativa». Pensar así, es sumarse a seguir adormeciendo al pueblo. Porque no es lo mismo que «la población despierte» a que el pueblo lo haga. «No hay alternativa» es hacer lo que la masonería internacional busca cuando premia a quienes considera que puede comprar. El voto para asegurar la democracia que representa a las instituciones financieras, a sus socios de las transnacionales, a los que bancarizan la economía, a los que se enriquecen medrando de la deuda externa, no es la alternativa. El pueblo tiene que elegir a quienes representen sus intereses, sus derechos. Y estos candidatos no están entre la burguesía rentista; entre los seudo-profesionales de la nueva «clase media» generada con la «ayuda» del BID o de USAID; menos, entre los herederos de los militares entreguistas, genuflexos, genocidas.
Pérez Molina ya no les sirve
En el momento actual no es el pueblo el que ha tocado «la impunidad que se esconde bajo el tapete». Son las mismas instituciones de la ONU las que decidieron hacerlo. Sacar a Otto Pérez Molina para meter a otro y seguir haciendo más de lo mismo es urgente. Hay que preservar el «poder permanente» (Ejército, Iglesia, Poder Judicial, Universidad, Burocracia) que asegure y garantice los intereses de la inversión extranjera, de sus transnacionales y de sus socios nativos. Contar con el aval de dirigentes bien pagadas por UNESCO o cualquier ONG que vive de la corrupción, del cohecho y de la impunidad, es igualmente importante. Cuanto más si de una «premio nobel de la paz» se trata.
La renuncia de Pérez Molina es una cuestión táctica impuesta por quienes lo auparon al poder. La «población» lo sabe, pero «se indigna». Y Menchú dice que a Pérez Molina «nada más le queda la vergüenza». Los «Kaibiles», nunca la tuvieron; no les cabe vergüenza alguna.
En lugar de deslindar con el empresariado corrupto, el Ejército genocida y la burguesía entreguista que han hecho de Guatemala una de las neocolonias y base militar más importante del imperio sionista estadounidense para anexarse CentroAmérica, Menchú «llama a la cordura». Y enfatiza, «yo tengo que llamar a los guatemaltecos a no dejarse ir por la violencia, que no se dejen engañar por la confrontación». Como si los que ella identifica como «guatemaltecos» no fueran los mismos que por siglos han ejercido la violencia contra los pueblos originarios y los han engañado para confrontarse entre hermanos. Pide, en alarde tautológico, «unirse en llamar al voto, porque o nos hacemos a un lado y perdemos los que siempre perdemos, o estamos jugando los mismos riesgos adentro de esta camisa de fuerza».
«Camisa de fuerza», Jeffrey Feltman, CICIG y la «Alianza para la Prosperidad»
No cabe duda. Menchú quiere una vez más la «camisa de fuerza» con que EEUU ha manchado de sangre, de violencia, de intolerancia, de miedo y de muerte a Guatemala. Sus «sueños», son para que esa «camisa de fuerza» mantenga «La Línea» y «Las Redes», que operan, desde el 2007, bajo la supervisión de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Ese instrumento incubado en el Departamento de Asuntos Políticos de la ONU, que dirige el estadounidense Jeffrey Feltman. Actual sub-secretario general de esta organización.
Feltman, fiel servidor de las élites ultrareaccionarias de los partidos republicano y demócrata de EEUU, es el autor del Plan Feltman para el derrocamiento y asesinato del presidente Bashar al Assad y la «paz» en Siria. Condujo la sedición en la región kurda de Irak y en el Líbano. Está vinculado al proyecto para el «Oriente Ampliado» y el exterminio musulmán que conduce el sionista general estadounidense David Petraeus.
La CICIG no es pues otra cosa que el instrumento de la ONU para desaparecer cualquier atisbo de soberanía de los Estados nacionales en la adopción de políticas públicas y la aplicación de la ley y la justicia, de manera autónoma. Un aparato hecho para subliminar el espionaje, la delación, la corrupción y, aunque parezca paradójico, la misma impunidad.
Con un claro apoyo del Departamento de Estado de EEUU, su Consejero Thomas Shannon adelantó, en julio pasado, que sería «inteligente» establecer un mecanismo similar a la CICIG en Honduras y El Salvador. Incluso se habla también de México. Países donde la corrupción y la impunidad han sido extendidas por la misma institucionalidad de la ONU y del Pentágono so pretexto de la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, la violencia institucionalizada.
Por su parte, Joe Biden, vicepresidente estadounidense, les había dicho a los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras en marzo del presente año que, «la comisión que llamamos CICIG debe ser extendida y obviamente es una decisión soberana que ustedes deben tomar». Al margen que lo de «decisión soberana» es una mofa, Biden anticipaba lo que será la columna vertebral del «Plan Alianza para la Prosperidad del Triangulo Norte» del actual gobierno estadounidense, financiado por el BID, para «dinamizar al sector productivo, crear oportunidades económicas, capital humano, mejorar la seguridad ciudadana y el acceso a la justicia, fortalecer las instituciones y aumentar la confianza de la población en el Estado». Una especie de «Alianza para el Progreso» que la administración Kennedy impuso en los años 60 para entronizar al Grupo de Bancos del BID y a sus socios inversionistas privados en la economía y la política de los pueblos de América latina. Su objetivo, orientado a contrarrestar la influencia de la revolución cubana, así como su carácter injerencista y enajenante, fueron denunciados por el Comandante Ernesto Che Guevara en la Conferencia de Punta del Este en 1961. Después de esto, vino el bloqueo económico a Cuba.
Al igual que entonces, los problemas de los pueblos de CentroAmérica como de toda América latina, aún sumisa a los mandatos de EEUU, no se resuelven con políticas, planes, programas, alianzas, comisiones, estrategias, impuestas por los intereses imperialistas y sus transnacionales. Que encubren sus verdaderas causas y buscan imponer un orden neoliberal contra el avance de la revolución bolivariana en Venezuela, en Cuba, en Bolivia, en Ecuador y que alcanza a Nicaragua, a Argentina, a Brasil. Contra su integración regional y extra-regional con China, Rusia y los pueblos de Oriente Medio que luchan por su independencia y soberanía.
Guatemala, no es sino el tubo de ensayo de un nuevo instrumento: las «Comisiones Internacionales Contra la Impunidad (CICI)» que se pretenden imponer a los gobiernos sumisos para el control de sus Estados, la preservación del «poder permanente», y el cerco a los países del ALBA. Así como el terrorismo y el narcotráfico sirven para ejercer el control del comercio de la droga, el manejo de las fuerzas armadas nacionales, y para extender la red de bases militares y centros de operaciones especiales bajo la conducción del Comando Sur, las CICI, gracias al «financiamiento de la comunidad internacional», aseguran la instrumentalización de las leyes y del orden jurídico de los Estados en beneficio de la inversión privada internacional. Se trata de poner a Centro América, a tono con la estrategia TransPacífico o Asia-Pacífico, que representan los tratados de la llamada «Trinidad»: TPP, TTIP, TiSA. Tratados que empuja el mismo Grupo de Bancos del BID para meter las Alianzas Publico-Privadas (APP) y asegurar que lo privado se engulla a los Estados. Para el impulso de todo esto los TLC son pieza fundamental. Sobre todo, los que vinculen a los países de la Alianza del Pacífico, como Colombia, con los del Triángulo Norte. No en vano, el Comisionado ONU de la CICIG es un colombiano. No habría que olvidar, igualmente, que Colombia es la sede militar estadounidense en América del Sur y para el cerco a Venezuela y Ecuador. Y el Triángulo del Norte, ¿para Nicaragua? No son «sueños». Son realidades.
Nota:
[i] Alfred Nobel, acumuló la más grande fortuna de Europa vendiéndoles sus patentes de la nitroglicerina, la dinamita, los torpedos marinos, la gelatina explosiva, la balistita y 300 variedades más de explosivos para uso bélico a los contendientes en guerra, o para hacerse la guerra.
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