No me gusta hablar en primera persona, pero no puedo evitarlo en este caso. Tendría unos 22 años y el PCE apoyaba la candidatura del Dr. Antonio Parra Velasco a la presidencia de la república. Asistía a un mitin en su favor cuando en un momento de su discurso habló de la necesidad de una […]
No me gusta hablar en primera persona, pero no puedo evitarlo en este caso. Tendría unos 22 años y el PCE apoyaba la candidatura del Dr. Antonio Parra Velasco a la presidencia de la república. Asistía a un mitin en su favor cuando en un momento de su discurso habló de la necesidad de una segunda independencia. Emocionado por la vehemencia de sus palabras, llené de aire mis pulmones y grité con todo estruendo: ¡Viva Puerto Rico Independiente! Me sentía emocionado porque Cuba hacía muy poco había logrado independizarse de la férula imperial y se esperaba que Puerto Rico también lo lograra. El Dr. Parra Velasco detuvo su discurso y tornó la mirada hacía mí. Lágrimas emotivas colmaron sus ojos, gesticuló y repitió con voz potente: ¡Viva Puerto Rico Independiente! Su reacción espontánea me conmovió y me conmueve hasta hoy día.
En mis sueños juveniles pensé que ganaríamos la elección, pues nuestro candidato contaba con un fuerte respaldo popular. Inteligentemente, esta fuerza fue la que usó Velasco Ibarra para derrotar a su ex Canciller. A donde iba reconocía en sus discursos que el mejor candidato era Parra Velasco, que estaban fuera de toda duda su valía, probidad e inteligencia; en cambio, que Galo Plaza representaba a las empresas de EEUU y por eso era una porquería; que Cordero Crespo era conservador y, por lo tanto, hablaba a nombre de los gamonales de la Sierra. Velasco Ibarra enseñó al mundo que se puede derrotar a un contrincante hablando a su favor.
Acompañé al Dr. Parra Velasco en su gira por la provincia de los Ríos y por la península de Santa Elena. En las tertulias de descanso nos dictaba cátedra sobre el movimiento independentista de Puerto Rico, al que había apoyado desde la ONU, donde representaba al Ecuador. Nos ilustró sobre como EEUU había hundido su propio buque Maine, en la bahía de La Habana, para culpar a España de este hundimiento, iniciar una guerra en su contra y adueñarse de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam a cambio de 20 millones de dólares; a cerca de Eugenio María de Hostos, un pedagogo de Puerto Rico que luchó por la liberación de las Antillas; sobre el encarcelamiento de Pedro Albizu Campos, líder independentista de Puerto Rico, apresado en numerosas ocasiones por luchar por la libertad de su país. El 21 de abril de 1965 moriría en Hato Rey, consumido por el cáncer. Se sospecha que en la cárcel le inyectaron las células cancerígenas y los elementos radiactivos que mermaron su salud y le provocaron la muerte.
Posteriormente, el FBI apresaría a Oscar López Rivera, miembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, al que Bill Clinton ofreció un indulto condicional sólo, «si se portaba bien», y a quien Obama conmutó la pena. Oscar López sostiene que «El valor es la suprema virtud del hombre y se cultiva como se cultiva toda virtud y se puede perder como se pierde toda virtud. El valor en el individuo es un supremo bien. De nada vale al hombre estar lleno de sabiduría y de vitalidad física si le falta valor. De nada vale a un pueblo estar lleno de vitalidad y de sabiduría si le falta valor».
Hoy, luego de 36 años de prisión, Oscar López es libre. Estuvo y estará a favor de la independencia de su patria, por cuya causa seguirá luchando. ¡Viva Puerto Rico Independiente!
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