Ayer me desnudaron. El nuevo orden mundial así lo exige. No ha sido ni mi mujer, ni mi amante. Fue un gorila de dos metros en la sala de embarque del aeropuerto. ¡Arriba las manos! Un striptease, por favor, señor. Me hicieron desabrocharme el cinturón y bajarme los pantalones ¿buscando un implante de nitroglicerina en […]
Ayer me desnudaron. El nuevo orden mundial así lo exige. No ha sido ni mi mujer, ni mi amante. Fue un gorila de dos metros en la sala de embarque del aeropuerto. ¡Arriba las manos! Un striptease, por favor, señor. Me hicieron desabrocharme el cinturón y bajarme los pantalones ¿buscando un implante de nitroglicerina en los testículos, quizás? El miedo es más que ostensible, dramático. Y no es solo miedo, sino pánico. Europa se siente amenazada por el terrorismo yihadista. Los atentados se multiplican y los gobiernos deben tomar medidas extremas declarando el estado de emergencia.
La guerra ha penetrado sus fronteras europeas como respuesta a los bombarderos de la coalición internacional contra el Estado Islámico en Siria e Irak. Pero este detalle apenas se menciona y los ciudadanos se piensan que son víctimas de un ataque contra los más altos valores de la civilización europea (cristiandad).
El sistema judicial debe endurecer las penas para los culpables de terrorismo empezando por la cadena perpetua no revisable e incluso restablecer la pena de muerte. «Estamos en guerra contra un enemigo invisible que en cualquier momento nos lanza su dentellada mortal» -aducen los expertos. Los ciudadanos se radicalizan; crece la xenofobia y el racismo; los partidos de derecha y ultraderecha han experimentado un auge insólito solo comparable a la época del nacional-socialismo hitleriano. ¡Prohibido traspasar la línea roja! ¡Alto! Con cara de doberman un agente de seguridad de 1.90 metros de estatura, de raza negra (europea) impide el paso a los ciudadanos. ¿Qué pasa? No es nada más que una barrera de control aleatoria a la que tenemos que ir acostumbrándonos. ¡Respeto a la ley y el orden! Y todo el mundo como corderitos que llevan al matadero calla y entregan sus documentos para demostrar su inocencia. Las principales promesas electorales ya no tienen que ver con la sanidad, educación o el empleo sino con la seguridad. Por algo Macron ganó las elecciones en Francia con el compromiso de incrementar el pie de fuerza con 10.000 nuevos gendarmes y policías. Lo que significa aumentar los impuestos y recortar las partidas a los proyectos sociales. No se habla de plantar más árboles en los parques sino de multiplicar cámaras de seguridad. Las patrullas acompañadas con perros Pit Bull o Rottweiler -capaces de devorar a cualquier intruso, sospechoso o criminal (terrorista) especialmente de tez morena o rasgos árabes- se apoderan del espacio público. Los helicópteros sobrevuelan la ciudad detectando el más mínimo movimiento sospechoso que se produzca en los barrios más sensibles (guetos).
¡Wellcome to Security States of Europe! Identifíquese ¡manos arriba! su pasaporte, el examen de sangre, el ADN mitocondrial, la revisión del iris, rayos X, polígrafo, además de hacer un electroencefalograma a ver si se detecta cualquier alteración grave de su comportamiento. Como perros sabuesos los agentes van revisando las pertenencias de los «presuntos terroristas» cualquier señal que los delate; su pasado judicial, los antecedentes penales. Las cámaras de seguridad colocadas estratégicamente en las calles y avenidas monitorean el espacio público violando flagrantemente el derecho a la imagen y la intimidad. Todo sea por el bien común y en la prevención del crimen. El ciudadano ejemplar debe convertirse también en un policía y ponerse al servicio del bien para combatir el mal.
Las acciones de las empresas de seguridad cotizan a al alza y los inversores obtienen ganancias infinitas. Lo imprescindible es infundir mayor desconfianza y miedo elevando la alarma social entre la ciudadanía. Las noticias que transmiten los medios de comunicación no pueden ser más preocupantes: más muertos y heridos, más bombas y tiroteos. No hay más remedio que convertir la casa en un bunker con puertas blindadas, verjas, barrotes, cerraduras inviolables y alarmas de rayos infrarrojos monitoreadas.
Seguridad, security, sécurité, securitate, sicherheit es la palabra clave. El imperio Europeo con su bandera azul oscura o manto de la Inmaculada Concepción y corona de doce estrellas doradas se erige como un símbolo de la paz y la libertad universal.
Que se recluten más guardias, más vigilantes, más policías, más militares, más armas, más tecnología, seguimiento satelital, más perros asesinos, que se levanten más alambradas, que se construyan más muros y checkpoints. Que se examine a fondo a los individuos: pónganse en fila, quítese los zapatos, abra el bolso, saque todo lo que tenga en los bolsillos, la maleta, la mochila, los teléfonos móviles, tabletas, el computador. ¿Come usted cerdo? Todos son culpables hasta que no demuestren su inocencia. Que se elaboren las listas de musulmanes susceptibles de radicalización y promover las expulsiones en masa o las deportaciones de individuos indeseables (árabes).
El estado debe ejercer su poder omnímodo en base de la intimidación y coacción. Aunque se traduzca en una merma de las libertades y en un flagrante ataque a los derechos humanos. Es fundamental poner al día el banco de datos de los organismos de inteligencia: Interpol, la Europol en alianza con la CIA o el FBI. La lucha antiterrorista es la mejor disculpa para ejercer un mayor y mejor control sobre la población.
Que reine el miedo y el terror que es la mejor disculpa para desmovilizar la protesta social y criminalizar a los grupos antisistema, los anarquistas, los comunistas o todo aquel que se atreva a desafiar el orden y la ley (el estado de derecho). La amenaza latente de un atentado mantiene en alerta a las fuerzas de seguridad las 24 horas del día. Todas las medidas que se tomen están justificadas, todo es válido en la lucha contra el terrorismo: el allanamiento de morada, las detenciones arbitrarias, incomunicación de los detenidos, interrogatorios, torturas; la bolsa, la bañera, simulacros de ejecución, electrodos, declaraciones autoinculpatorias, que confiesen sus cómplices, las células durmientes, los lobos solitarios o los potenciales terroristas.
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