Hay veces en que la franqueza brota incontenible, no de la boca, que puede mentir, pero sí de los hechos salvajemente materiales. Los médicos que revistan como tales en el Hospital Militar, que han logrado «gremialmente» estar «enganchados» con los escalafones militares han reaccionado ante el proyecto de quita de privilegios a militares, amenazando con […]
Hay veces en que la franqueza brota incontenible, no de la boca, que puede mentir, pero sí de los hechos salvajemente materiales.
Los médicos que revistan como tales en el Hospital Militar, que han logrado «gremialmente» estar «enganchados» con los escalafones militares han reaccionado ante el proyecto de quita de privilegios a militares, amenazando con acabar sus tareas en el ámbito militar.
Un claro reconocimiento de la naturaleza privilegiada del régimen que disfrutan. Flaco favor les hacen a los militares, una suerte de sincericidio, el reconocer tan claramente la posición de privilegio que tantos militares procuran eludir reconocer.
Porque «los fundamentos» que dan son crudamente materiales. Triste comprobar que el gremio militar usa como ariete contra la reforma estos condicionamientos.1
El trámite parlamentario para reducir el estatuto tan diferenciado de los militares parece frenado desde que el 31 de mayo pasado los mandos militares le propinaron una «advertencia» al gobierno.
El gobierno frenteamplista ha mostrado ser consciente de las dificultades presupuestales para mantener el tren de vida de los militares del país, y a la vez ha revelado su enorme debilidad política para actuar con cierta firmeza ante un régimen que es prácticamente de fueros para los militares.
A la luz de esta situación, observamos que los militares no sólo no se han responsabilizado por delitos cometidos durante la dictadura (y antes y después), como lo hemos visto con el Pacto del Club Naval (más la ayuda «política» recibida sobre todo en el segundo referendo) para acabar con la impunidad, sino que también se aferran a ventajas económicas cuando la mayoría de la población, civil, no tiene ni remotamente esos derechos.
Somos iguales ante la ley, pero como dice el sabio George Orwell, «algunos son más iguales que otros».
Notas
1 «Médicos amenazan con renunciar al Hospital Militar si sale reforma». Lo dice José Bonilla, exjefe del Estado Mayor de Defensa: «Si se aprueba esta reforma se va a ir todo el mundo«. Gracias al rango militar que reciben con su ingreso, los profesionales de la salud gozan de los mismos privilegios que los militares. Si los pierden (escalonadamente) los militares, adiós a los privilegios que otorga atenderlos (El Observador, Montevideo, 13/6/2017). Con ese «argumento» el mencionado Bonilla «recorrió en los últimos días los despachos de varios referentes de todos los partidos políticos«.
El «enganche» permite a algunos trabajadores salir de su nivel de ingreso habitual si se «cuelgan» de actividades muy, pero muy bien pagas, como pasa, por ejemplo, con el personal adscripto al Congreso argentino que recibe aumento con cada aumento de dieta (aunque no, claro, en la misma proporción). Nos referimos en el ejemplo a quienes publican las actas de sesiones, atienden la biblioteca y los servicios de mantenimiento, cafetería, peluquería, etcétera.
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