Alejandro Solalinde es el fundador de la red de albergues Hermanos del Camino, en México. Ha dedicado los últimos doce años a defender los derechos de las personas migrantes. Su nombre aparece en todos los informes sobre Derechos Humanos (DDHH) y su palabra y acción son un acicate permanente para el poder político-policial, y las […]
Alejandro Solalinde es el fundador de la red de albergues Hermanos del Camino, en México. Ha dedicado los últimos doce años a defender los derechos de las personas migrantes. Su nombre aparece en todos los informes sobre Derechos Humanos (DDHH) y su palabra y acción son un acicate permanente para el poder político-policial, y las mafias organizadas.
Solalinde es conocido como el ‘Romero mexicano’, en comparativa con la obra del cura salvadoreño Monseñor Romero. Amenazado en reiteradas oportunidades, exiliado en 2012, dice que anda sin miedo. «Hay pocas personas tan libres como yo. Vivo feliz el camino, con lo necesario. Disfrutar de ‘pasadita’ todo, sin poseer nada», relata, aunque en México camine con custodia policial.
Destaca la cruz pectoral sobre su camisa blanca con cuello Mao. Nadie diría que tiene 72 años y, mucho menos, que se lo puede encontrar saltando entre vagones de La Bestia, o en acciones de resistencia junto a sus queridas personas migrantes. «Siento que lo mejor de mi vida lo estoy dando a la tercera edad. ¡Parar un cerco de policías federales, no sabes lo rico que se siente hacer eso a esta edad!».
Ha estado en España de la mano de Amnistía Internacional. También en Bruselas, donde se reunió con euro parlamentarios. «Mi visión es cristiana, es recordarle a Europa eventos muy fuertes que hemos vivido como humanidad: guerras, genocidios, destrucción. Nos han plegado los golpes y tenemos miedo al otro, al que viene de afuera. Vivimos una crisis de identidad muy fuerte, y curiosamente quienes nos van a ayudar a redefinir esa nueva identidad son las migrantes», anticipa.
¿No cree que también hay una intencionalidad política?
Europa no quiere ver sus raíces migrantes ni tampoco las consecuencias del colonialismo en África. Tiene miedo e intenta disimular la realidad a través de eufemismos. Trata de no aceptar términos que la puedan comprometer. Dice que una cosa son los refugiados y otra los migrantes. Una cosa son los migrantes y otra los trabajadores internacionales. Pero resulta que hay toda una legislación internacional para reconocer a estas personas como trabajadores internacionales. La Organización Internacional del Trabajo así lo dice. La semántica es una conveniencia política, nada más, porque no son reconocidos como trabajadores, pero sí por su mano de obra para explotarlos.
¿Qué respuesta ha tenido en Bruselas?
Hablé con Aldo de la Ariccia, a cargo de la Delegación Europea en México. Y hay dos caras: allí te dicen que están preocupados y que tienen fuerza para ayudarnos. Aquí las mismas personas dicen que no pueden hacer nada.
Le pedí que reclamara al gobierno de México el respeto a los derechos de las migrantes. Me dijo que no, porque con qué cara iban a decir algo si aquí en Europa hacían lo mismo. Entonces que al menos hicieran un reclamo a nivel derechos humanos en general. Y tampoco podían, por los intereses económicos que tienen. Es una Europa con dinero pero sin fuerza moral para defender la Justicia. Para Europa primero es el capital y luego los derechos humanos. Carece de toda autoridad moral.
¿Cuál es la situación de las personas migrantes en México?
Estados Unidos presiona a México para que cuide su patio trasero y vele por su seguridad, pero a su vez para que también cuele el flujo migratorio. Necesita de esos trabajadores, quiere una mano obra castigada, barata. La nueva trata con fines de explotación laboral. Paga a México, que es un gobierno sumiso, agachón, y nuestro Gobierno es abusivo, violador de los derechos humanos. El mismo Instituto Nacional de Migración comete crímenes que hemos denunciado, pero como no hay separación de poderes, no se puede hacer nada. Hay una gran impunidad.
¿Ha cambiado la situación con Trump?
Antes los agentes de migración de Estados Unidos mandaban directrices, luego supervisaban, y ahora hay una intervención directa de personal norteamericano viendo la frontera norte y sur, dando órdenes de cómo organizarlas. La República mexicana es una sola frontera vertical controlada directamente por EE UU. Y el Instituto «Criminal» de Migración está bajo sus órdenes, esté Obama o Trump. Hay dos programas de seguridad nacional: Mérida y Frontera Sur. Éste último contemplaba 36 programas de desarrollo. ¡Mentira!, no hay uno solo. Hay una connivencia entre el crimen organizado y el crimen autorizado, y no hay diferencia entre ellos. La Comisión Nacional de DDHH ya no hace informes. En junio de 2009 se contaban 9.758 migrantes secuestrados en seis meses, generando una ganancia de las mafias de 25 millones de dólares. El último informe, de 2010, dio cuenta de 11.333 secuestros. Muchos se hacían virtualmente en las mismas estaciones migratorias, los propios agentes de migración hablaban con la familia del detenido por teléfono y le pedían unos 3.000 dólares bajo amenaza de matarlo. Lo tenemos grabado, fuimos a denunciarlo con testigos y familiares, pero no ha habido respuesta.
¿Cuál es la situación de las mujeres migrantes?
Lleve hijos, vaya con esposo o no, la mujer es maltratada, violada, e incluso secuestrada para la trata. Su método es acabar totalmente con su autoestima, le hacen creer que ya ni su familia la quiere, que es una vergüenza, que no interesa a nadie. Por ejemplo, una chica hondureña de 21 años que en el 2007 en la frontera con Chiapas fue secuestrada por policías. Le dijeron que tenga relaciones una vez y la dejaban ir. La filmaron. Luego la amenazaron con difundir el vídeo si no seguía haciéndolo. Accedió. La alcoholizaron, drogaron y obligaron hasta a tener 40 relaciones sexuales diarias. Cuando ya no la querían, llamaron a su hermano a Estados Unidos para pedirle tres mil dólares por su rescate.
Fuente original: https://www.elsaltodiario.com/migracion/alejandro-solalinde-europa-carece-de-toda-autoridad-moral