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Grupos empresariales dictaron a la UE su agenda comercial para la reunión ministerial de Hong Kong

Fuentes: Rebelión

Una vez más, la posición que la Unión Europea va a llevar a la próxima reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que tendrá lugar en diciembre en Hong Kong, está más influida por los intereses de las grandes empresas europeas que por los intereses sociales y medioambientales, como se refleja en el […]

Una vez más, la posición que la Unión Europea va a llevar a la próxima reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que tendrá lugar en diciembre en Hong Kong, está más influida por los intereses de las grandes empresas europeas que por los intereses sociales y medioambientales, como se refleja en el ingente número de grupos de presión procedentes de estas empresas que pasan diariamente por los despachos de las oficinas de la UE en Bruselas.

El 21 de noviembre los ministros de la UE se reúnen en Bruselas para concluir su posicionamiento ante la próxima cumbre de la OMC. Aprovechando esta ocasión la red internacional Seattle to Brussels Network [1] lanza el informe «La agenda de comercio empresarial de la UE» con una acción de protesta delante de la sede de la Comisión Europea. El documento demuestra como la actual posición de la Unión en las negociaciones comerciales sobre agricultura, servicios y el acceso al mercado de productos no-agrícolas está completamente basada en las demandas de los grupos empresariales europeos. En cambio, la UE no hace suyos los objetivos relacionados con los derechos humanos, el medio ambiente o la lucha contra la pobreza, lo que señala una vez más la verdadera motivación de la supuesta «Ronda de Desarrollo» inaugurada en la cumbre de Doha (2001). La presión y el trabajo de lobby de las corporaciones europeas en las oficinas de la Comisión Europea han sido cruciales para formular la posición de la UE en las negociaciones de la OMC.

Bruselas concentra a más de 15.000 expertos en lobby (más de uno por cada funcionario de la Comisión), de los que sólo un 10% son representantes de ONGs, sindicatos o grupos sociales. Los grupos de presión y las empresas tienen un extraordinario acceso a las instituciones europeas, especialmente a los órganos de la Comisión Europea, lo que explica por qué la política comercial europea responde exactamente a las propuestas de las compañías transnacionales europeas.

La autora del informe, Christina Deckwirth, de la ONG alemana WEED dice: «El primer objetivo de la UE en las negociaciones comerciales de Hong Kong en diciembre es asegurar a las empresas europeas el acceso a los mercados de los países desarrollados y en desarrollo. La demanda de la Comisión Europea sobre la abolición de las tarifas de importación para productos industriales de los países en desarrollo, la apertura de sus mercados de servicios y de agricultura no representa la opinión pública europea. Este tipo de propuestas son contestadas fuertemente por los países empobrecidos y la sociedad civil organizada, a pesar que el comisario de Comercio Exterior, Peter Mandelson siga diciendo que él está dedicado a empujar una Ronda de Desarrollo en la OMC».

La investigación «The EU Corporate Trade Agenda» describe, entre otras, una serie de grandes grupos empresariales con importantes recursos que habitualmente rodean a las instituciones europeas. Desde las patronales como la Confederation of British Industry y la UNICE hasta despachos de abogados como White&Case o Herbert Smith, empresas de Consulting y asesoría como Price Waterhouse Coopers, Gplus Europe y Burson-Marsteller, así como grupos de presión tales como el European Services Forum y la European Roundtable of Industrialists. Existen contactos muy estrechos entre estas instituciones y la UE, la cual desde hace mucho tiempo abrió sus puertas a los ejecutivos y elabora habitualmente sus políticas y directivas apoyándose en esta ayuda «externa». No es tampoco excepcional encontrar ex-comisarios europeos en las juntas directivas de grandes empresas (o al revés), quienes «asesoran» a la UE, abren el camino a sus antiguas oficinas a las visitas de los grupos económicos o les facilitan un acceso privilegiado a la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea, la que negocia en nombre de todos los estados miembros (sin la consulta a sus ciudadanos) los asuntos del comercio mundial que afectan a miles de millones de personas.

La investigación señala que «en Bruselas creció así una impresionante industria de profesionales del lobby. La Comisión les invita a participar en la redacción de su agenda comercial o de propuestas a la OMC en base de los intereses económicos» Últimamente esta relación es cada vez más cercana. Podemos encontrar documentos oficiales de la UE que casi literalmente recogen propuestas hechas por el mundo empresarial. El informe, por ejemplo, «Globalisation and the Reform of European Social Models» de André Sapir (www.bruegel.org) que fue encargado por la UE para la reunión del ECOFIN (Ministros de Economía y Finanzas), se parece curiosamente a la contribución titulada «European values in the globalised world» que la Comisión redactó para la Cumbre informal de los jefes de Estado en Hampton Court (Reino Unido), donde se discutieron las medidas «necesarias» para que la UE pudiese hacer frente a los desafíos de la globalización.

Por todo ello, mientras no frenemos la influencia de las corporaciones transnacionales en la UE, ésta seguirá dedicándose a una agenda comercial basada en los intereses puramente económicos, y en la cual los esfuerzos de los ciudadanos por un mundo más justo y ambientalmente sostenible siempre quedarán aplastados.

Por todo ello, con el fin de descarrilar la cumbre de la OMC en Hong Kong, Ecologistas en Acción forma parte de la Alianza «Nuestro mundo no está en venta» que en las próximas semanas convoca diferentes actividades para revelar el peligro de la OMC y las consecuencias de sus acuerdos para la población y el medio ambiente.

[1] Seattle to Brussels (S2B) Network es una red europea que organiza campañas contra la OMC y para promover un sistema de comercio justo, sostenible así como social y democráticamente responsable