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Italia: carta abierta del senador rebelde de Rifondazione Comunista

«Me he visto obligado a una decisión inevitable»

Fuentes: Il Manifesto

Traducido por Lucía Alba y revisado por Gorka Larrabeiti

En la moción de confianza al gobierno Prodi voté según el mandato recibido de acuerdo con el programa de la Unión, que no incluía ni la guerra infinita en Afganistán, ni la ampliación de la base de los EEUU en Vicenza.

Sin mencionar los desastres sociales derivados de la permanencia de las leyes 30, Moratti, Bossi-Fini [1] y de unos Presupuestos Generales liberalistas, la tripleta del aumento de los gastos militares, el compromiso en Kabul por lo menos hasta el 2011 y el soporte logístico a la guerra a través de la nueva base de Vincenza señala una profunda ruptura con toda opcion de izquierdas y de paz, incluso en su versión más blanda.

A las demandas de replantearse la cuestión de la base estadounidense después de la manifestación del 17 de febrero se ha contestado que «seguiremos recto» (Prodi) y que «cuestionarla sería un gesto de hostilidad hacia EEUU» (D’Alema). Y Padoa-Schioppa añade :»Haremos la TAV [Tren de Älta Velocidad]» [2]. Una bofetada tras otra a las reivindicaciones de los movimientos.

Por eso he decidido no participar en la votación, operando de esta manera en plena coherencia no sólo con mis ideas, sino también con el programa histórico de mi partido. Por eso lo volvería a hacer.

La operación de D’Alema, Cossiga, Andreotti y Pininfarina es evidente y el nuevo ejecutivo con Follini es la premeditada consecuencia para pasar a la «fase dos» del gobierno, después de que en la «fase uno» la izquierda, presentada como ganadora y al mismo tiempo corresponsable de todos lo malhumores sociales, haya obtenido en realidad muy poco. El gobierno, cuya discontinuidad se podía deducir de su sensibilidad hacia los movimientos sociales, ha criminalizado preventivamente las luchas sindicales y pacifistas con la vista puesta por un lado en el ataque a la Seguridad Social y por otro en la ofensiva bélica en Afganistán. A los dirigentes del PRC les resulta muy cómodo que yo sea el chivo expiatorio para no admitir el fracaso del proyecto de «izquierdización» de la Unión. Mi expulsión es el último capítulo para hacer creíble la tesis falsa de la caída del gobierno escondiendo la maniobra centrista.

El clima de caza de brujas contra mí y toda el área de Izquierda Critica, además de estar pasado de moda, resulta grotesco. Se me acusa incluso de «escisión» después de haber sido expulsado del grupo parlamentario y obligado por el reglamento a incorporarme al grupo mixto. A la espera, por cierto, de la dimisión que por coherencia política había anunciado antes del voto y confirmado justo después.

No acepto el linchamiento mediático vehiculado también por mi partido.

Sobre todo no creo que pueda ser válida una política que el sábado desfila contra la guerra y el miércoles siguiente vota políticas de intervencion militar basándose en un presunto realismo y en la «concreción». Muchos me acusan de ir de alma cándida, y eso que la solidaridad política y el afecto recibido superan toda expectativa por mi parte, pero si no se recupera la unidad entre acción y conciencia, la política está destinada a ser una pura técnica de ejercicio del poder. La incoherencia entre comportamientos, las decisiones institucionales y los intentos sociales propagandísticos sí que constituyen autoreferencialidad y autismo político; ésta es una de las causas de la crisis de la política y no puede sino favorecer la desmoralización y la disgregación de los movimientos que se desearía construir.

Estos conceptos Rifondazione [Comunista] los ha defendido durante muchos años para luego acabar convirtiéndose al pragmatismo. Por ello, confirmo que no votaré jamás a favor de las guerras, ni a favor de cualquier contrarrefroma de las pensiones, ni del TAV; no traicionaré las razones que me han conducido a este lugar, que no es «el centro de la política» -para mí éste sigue estando en el conflicto social, a partir de trabajadores y trabajadoras-, menos aún si no deja de mostrarse, tal y como sucede hoy, insensible ante dicho conflicto.

Notas:

[1] Ley 30 de 2003: llamada ley Biagi (por el nombre del economista asesinado por las Brigadas Rojas), esta ley neoliberal organiza el mercado del trabajo fomentando la precariedad;
Ley Moratti: ley de marzo de 2003 que reorganiza los ciclos de enseñanza. Considera «superado» el concepto de enseñanza obigatoria y gratuita. Rebaja la edad de la enseñanza obligatoria.
Ley Bossi-Fini: publicada por el gobierno Berlusconi en 2002, esta ley es una creación de las formaciones ultraderechistas de dicho gobierno, la Alleanza Nazionale de Gianfranco Fini y la Lega Nord de Umberto Bossi. Prevé la expulsión inmediata de los inmigrantes indocumentados, después de concentrarlos en centros de permanencia temporal para ser identificados (n. de la t.).

[2] Ver al respecto http://www.tlaxcala.es/pp.asp?lg=es&reference=309.

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Fuente en italiano: http://www.politicaonline.net/forum/showthread.php?t=326893&referrerid=10150 (la versión en internet de Il Manifesto aún no está disponible).

Gorka Larrabeiti, que ha revisado esta traducción de Lucía Alba, es miembro de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate.