Si hay una expresión típicamente francesa, ésta es: «París bien vale una misa» ¿ Debería haberse condenado a Enrique IV por racismo anticatólico? Las conversiones por oportunismo son legión, especialmente cuando se trata de matrimonio. Cuando el esposo o la esposa son ricos, ello suscita siempre la ironía y la gente se mofa de ello, […]
Si hay una expresión típicamente francesa, ésta es: «París bien vale una misa» ¿ Debería haberse condenado a Enrique IV por racismo anticatólico? Las conversiones por oportunismo son legión, especialmente cuando se trata de matrimonio. Cuando el esposo o la esposa son ricos, ello suscita siempre la ironía y la gente se mofa de ello, con o sin Siné. Pero ha sido suficiente que dicha ironía tuviera por objeto una boda en la que la rica esposa es de confesión judía, para que un icono de la caricatura francesa sea eliminado de Charlie Hebdo por «antisemitismo».
Las razones invocada por Charlie para justificar esta expulsión son perfectamente ridículas. Una de ellas es que el rumor (de la conversión) era falso. Sin embargo, aunque sea lamentable, Charlie no es precisamente conocido por ser un periódico que verifique cuidadosamente sus fuentes. ¿Es necesario consultar los archivos para comprobar si por casualidad no se habría deslizado entre sus columnas, cuando la guerra de Kosovo, un falso rumor sobre la OTAN? La otra razón es todavía más cómica: se trataba de la vida privada de Jean Sarkozy. Sin embargo, el catolicismo de Mme. Betancourt, del que Charlie se aprovecha, quizás sea ridículo y uno pueda burlarse de él, pero se trata por completo de su vida privada; además, contrariamente a Jean Sarkozy, Mme. Betancourt no ejerce ninguna función oficial en Francia («vedette mediática» no lo es todavía). Su vida privada quizás debería estar más protegida que la de un diputado.
En el fondo, lo que se reprocha a Siné es insinuar que el hecho de ser judío (o de estar casado con una persona de confesión judía) permite «hacer carrera en la vida». Manifiestamente, visto el contexto, lo que quería decir es que es el oportunismo, atribuido (erróneamente) a Sarkozy hijo, el que permite «hacer carrera en la vida». Pero ¿qué pensar del hecho de que un simple periodista, Claude Askolovitch, lanzando una acusación radiofónica de antisemitismo, pueda así hacer despedir a uno de los más grandes caricaturistas de Francia? Si se quisiera hacer pensar a la población que existe un «poder judío» todopoderoso, no habría mejor manera de hacerlo. Es el servilismo de Val y de sus colegas lo que sugiere que ser judío ayuda a triunfar, no los escritos de Siné (hay quien sugiere que Val ha aprovechado simplemente la ocasión para desembarazarse de un colaborador al que detestaba; sea como sea, el hecho es que la acusación de antisemitismo permite «echar» a quién sea, sin posibilidad de defensa, sin un debate de posiciones encontradas, sin un proceso justo; es la versión moderna de las lettres de cachet de la monarquía absoluta).
Este asunto, visto en el contexto de los ataques repetidos de Charlie contra los musulmanes, conduce a la libertad de expresión en Francia a un cruce de caminos: o bien se declara de una vez por todas que los musulmanes y los católicos son dianas legítimas que deben sufrir en silencio todos los insultos y todas las caricaturas, pero que cualquier expresión descortés que contenga la palabra «judío» o «sionista» es tabú, o bien este asunto permitirá saltar las cerraduras. En el primer caso, no hay que hacerse ilusiones: un tratamiento diferencial de este tipo suscitaría -seguramente lo suscita ya- un antisemitismo masivo, aunque silencioso e ignorado por las élites mediáticas.
En el fondo, este asunto siniestro, que sigue a los que afectaron a Dieudonné, a Mermet, a Boniface, a Ménargues, a Morin y a tantos otros, tendría un final feliz si permitiera clarificar de una vez por todas los límites de la libertad de expresión. Por supuesto, puede prohibirse una incitación a cometer de inmediato una acción ilegal, pero ninguna opinión general sobre la historia, las religiones, las supersticiones, las ideologías o los grupos humanos (las «razas»), ya sea verdadera o falsa, indigna o no, debe estar sometida a la ley.
Los desencuentros judiciales con que los musulmanes o los descendientes de esclavos y de colonizados intentan poner por obra una suerte de sionismo de pobres, a fin de hacer condenar lo que no les gusta, desde caricaturas antirreligiosas a ciertas visiones de la historia del colonialismo, demuestran que es imposible ejercer la censura de forma no selectiva, a no ser que se reduzca a todo el mundo al silencio.
Vayamos a las cosas serias: en el New York Times (18 julio), Benny Morris, uno de los principales «nuevos historiadores» israelíes (que algunos se empeñan en presentar como un progresista y un pacifista) declara que Israel «atacará con toda seguridad a Irán en un plazo de cuatro a siete meses». La única alternativa sería, a la larga, un «ataque nuclear preventivo» contra Irán. En otras palabras, un ataque de este tipo sería la única alternativa a la pérdida del monopolio nuclear israelí en la región. ¿Amenaza real o farol? Según el Sunday Times, Bush ya ha dado «luz ámbar» a los israelíes. Si amenazan y no atacan parecerán idiotas (puesto que seguramente Irán no va a retroceder). Si atacan es que están locos. De todos modos, la guerra en el Líbano en 2006, que se terminó recientemente con un intercambio de prisioneros que podría haberse producido antes de esta guerra, ya era una locura.
De que toda la agitación que se observa en Francia por las caricaturas, por el velo y por las acusaciones de antisemitismo, no solamente resulte ridícula; puede terminar siendo trágica. Confluye en la preparación de los ánimos para la guerra. Si Irán es atacado, la reacción dominante será: «se lo tienen bien merecido, los mollahs«. Esto es olvidar que en Irán no únicamente hay mollahs, al igual que en Irak no estaba solamente «Saddam»; que Hezbollah se creó por la invasión israelí del Líbano en 1982; que los palestinos, sesenta años después de haber sido expulsados de sus tierras, todavía piden justicia; y que la guerra del Líbano en 2006 ha sido una derrota para Israel. Ninguna de las guerras coloniales recientes es «corta y alegre». Los occidentales deben aprender a vivir en un mundo que ya no dominan.
La agitación contra el Islam, así como el espantapájaros del antisemitismo, tienen una única y misma función: evitar que se tome conciencia del hecho de que en Oriente Medio lo que, por lo pronto, se ha hecho es hacer pagar a los palestinos los crímenes cometidos en Europa contra los judíos, y después, señalar con el dedo a todos aquellos que, por una u otra razón, defendían a las víctimas de esta tremenda injusticia.
La «psicosis del judío perseguido», retomando la expresión de Gisèle Halimi en su carta a Philippe Val, se corresponde con el fantasma de la «única democracia en Oriente-Medio» amenazada por sus vecinos. En Francia los judíos no están perseguidos, son los «antisemitas», reales o supuestos, quienes lo están. Israel no está amenazado, sino que amenaza. La lucha por la libertad de expresión n o es solamente la defensa de una conquista antigua, sino también una lucha para sacar al pensamiento de la jaulaen la que lo tienen encerrado décadas de propaganda pro-israelí.
Es urgente, en aras de la paz, liberar los espíritus del miedo de la acusación de antisemitismo, des-sionizar la visión que tenemos del Oriente-Medio, y olvidarse de Charlie Hebdo.
Jean Bricmont , miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO ,es profesor de física en la Universidad de Louvain la Neuve, Bélgica. Es miembro del Tribunal de Bruselas. Su último libro acaba de publicarse en Monthly Review Press: Humanitarian Imperialism (traducción castellana en prensa en la Editorial Viejo Topo, Barcelona). Es sobre todo conocido en el mundo hispano por su libro -coescrito con el físico norteamericano Alan Sokal- Imposturas intelectuales (Paidós, 1999), un brillante y demoledor alegato contra la sedicente izquierda académica relativista francesa y norteamericana en boga en los últimos lustros del siglo pasado. Una larga entrevista político-filosófica a Bircmont puede verse en el Número 3 de la Revista SINPERMISO en papel (mayo de 2008).
Traducción para www.sinpermiso.info : Anna Garriga Tarrés
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