Dos soldados británicos fueron muertos y otros dos resultaron heridos en el mayor ataque en una década en Irlanda del Norte. Anoche los detalles del tiroteo aún eran confusos. Según el diario The Guardian, un auto o una camioneta se habría acercado a la base militar británica en Masserene, en el condado de Antrim, al […]
Dos soldados británicos fueron muertos y otros dos resultaron heridos en el mayor ataque en una década en Irlanda del Norte. Anoche los detalles del tiroteo aún eran confusos. Según el diario The Guardian, un auto o una camioneta se habría acercado a la base militar británica en Masserene, en el condado de Antrim, al noroeste de Belfast, simulando entregar pizzas. Los soldados se habrían acercado a recibirlas, cuando dos ráfagas de disparos iluminaron la escena. «Esto recuerda terriblemente las consecuencias del terrorismo. Ya hemos tenido de eso en el pasado y nadie quiere que eso vuelva a Irlanda del Norte», advirtió el diputado unionista Jeffrey Donaldson.
Según el diario británico, se trata del mayor ataque en una década, después de la firma del pacto del Viernes Santo en 1998. Aquel acuerdo fue la piedra fundacional del actual gobierno de Irlanda del Norte, que por primera vez nucleó a los protestantes más duros con la dirigencia del IRA provisional. Al mismo tiempo, este entendimiento dio suficiente legitimidad y fuerza para desactivar al IRA real, un pequeño grupo disidente muy violento que se negaba a deponer las armas e incorporarse a la vida política electoral.
La principal hipótesis que manejaban ayer las autoridades británicas e irlandesas es que un nuevo grupo nacionalista disidente, que rechaza el acuerdo de paz de 1998, podría estar detrás del ataque. Al cierre de esta edición, ningún grupo había reivindicado el atentado.
Sin embargo, hace apenas dos días el jefe de la policía había advertido que la amenaza de nuevos ataques de grupos terroristas disidentes era la más alta de los últimos siete años. Según informes de Inteligencia, los grupos minoritarios IRA Real e IRA Continuidad estaban reclutando ex miembros del tradicional grupo armado para volver a tomar las armas. Según informó, Londres ya estaría alertado de esta situación y por eso habría enviado a grupos de militares para que trabajaran encubiertos en Irlanda del Norte. Los oficiales estarían haciendo tareas de «vigilancia paramilitar» en toda la región.