El año 2009 es de aniversarios y de elecciones en Alemania. El Estado germano y sus poderes fácticos se felicitan por el nacimiento de la República Federal (RFA) en 1949 y la victoria sobre la República Democrática (socialista) en 1989. En medio de las celebraciones se votó al nuevo presidente y se celebrarán las elecciones europeas y las generales en setiembre.
Desde el 23 de mayo Alemania tiene un nuevo presidente para otros cinco años. Se llama Horst Köhler y desempeñó el cargo del máximo representante del Estado alemán durante el lustro pasado. Su reelección no sorprendió porque la aritmética política le daba al hombre de la canciller Angela Merkel una mayoría casi segura. En 2004 la presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) eligió al ex director del Fondo Monetario sin consultar su decisión con su partido, pero la jefa de Gobierno salió con la suya.
Ahora sus asesores pueden entrar más relajados en la gigantesca campaña electoral que está marcada por las elecciones europeas del 7 de junio y las generales del 27 de setiembre. Entre estas fechas quedan algunos comicios regionales y municipales, menos importantes desde la perspectiva internacional.
En esta macrocampaña Merkel opta por otra legislatura de cuatro años, y si fuera por ella cambiaría de socio: en vez de seguir con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) se aliaría con el Partido Liberal Democrático de Alemania (FDP).
Este último, dirigido por Guido Westerwelle, es de una pronunciada tendencia neoliberal y, como Merkel, proestadounidense y prosionista. La composición política del nuevo ejecutivo de Berlín determinará asimismo la posición de la Unión Europea en el contexto internacional, tanto en lo que se refiere a sus relaciones con EEUU e Israel como también en cómo la UE y la OTAN van a actuar frente a Irán y a la América Latina progresista, en concreto cara a los estados miembro del ALBA.
El pasado 23 de mayo a Merkel le salió bien el juego porque su candidato Köhler fue elegido en la primera votación obteniendo la mayoría absoluta gracias a un solo voto. En comparación con otros estados europeos la elección fue indirecta, es decir únicamente la Asamblea Federal tenía el derecho a decidir entre tres candidatos a presidente, pero no el electorado en general. Este gremio se compone por los diputados del Parlamento alemán más la misma cantidad de ciudadanos que cada uno de los 16 estados federales envía en proporción de su número de habitantes. La casta política no quiere que se vote de forma directa al máximo representante estatal que apenas tiene competencias ejecutivas. El argumento de siempre que esgrime la élite dominante es que no se quiere convertir la votación en una batalla populista y callejera. Pero la falta de tacto democrático lo mostraron justamente dos integrantes de la comisión electoral, uno del SPD y otra de la CDU, que avisaron por el servicio de mensajes Twitter a sus respectivos partidos de la justa elección de Köhler – antes de que lo pudiera hacer el presidente del Parlamento de forma oficial. Cuando éste quería leer el resultado de la primera votación ya había señales claras de que Alemania tenía presidente: la banda de música ya había tomado posición y los inevitables ramos de flores para el ganador y sus dos perdedores ya se hallaban en el interior del hemiciclo. Este episodio es tema de un agrio debate sobre el uso de móviles en determinadas comisiones pero no tendrá consecuencias porque no hay base legal para ello.
Sin embargo, el rifirrafe sobre este «fallo protocolario» no aumentará las ganas de los alemanes de acudir a las elecciones europeos. En 2004 sólo el 43% del electorado fue a las urnas, un punto menos que en 1999. Los sondeos auguran un nuevo récord negativo.
La CDU de Merkel intentará recuperar el 36% del lustro pasado, mientras que el SPD espera superar los 21 puntos, que en 2004 marcaron una histórica pérdida de nuevos puntos. En la actualidad las encuestas sitúan a la CDU en el 36% y al SPD en el 26%, pero siempre en relación con unas hipotéticas elecciones generales. Con esta misma perspectiva el FDP alcanzaría trece puntos siendo la tercera fuerza electoral, seguido por los Verdes con once y el socialista Die Linke (La Izquierda) con diez puntos. En los últimos comicios europeos estas formaciones obtuvieron 6, 12 y 6% de los votos, respectivamente.
Ante este pasado y presente, el futuro de cada uno de los cinco partidos mayoritarios es claramente previsible: cada punto por encima del resultado de 2004 será interpretado como una afirmación de la posición política.
http://www.gara.net/paperezkoa/20090528/139263/es/Alemania-entra-una-macrofase-electoral