Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Verona abre camino al paquete de medidas de seguridad promulgado por el gobierno, cuyo artífice es el ministro de la Liga Norte Roberto Maroni.
Los primeros en sufrir las consecuencias fueron los automovilistas demasiado veloces a quienes les cayó una multa con recargo pocos minutos después de la medianoche entre el viernes y el sábado pasados. Le siguieron después cuatro parejas de esposos de nacionalidades ganesa y nigeriana que tenían que celebrar sus matrimonios en la jornada del sábado. Una funcionaria de la oficina del registro les avisó de que había entrado en vigor la ley que prevé el delito de clandestinidad y la prohibición de contraer matrimonio para aquellos que carezcan de permiso de residencia. La misma suerte correrá otra pareja que había fijado la ceremonia civil para el jueves próximo, mientras que el día de Ferragosto (15 de agosto, fiesta nacional) saltarán cuatro matrimonios de diez que se celebrarán, y todo por culpa de la nueva medida. El alcalde Flavio Tosi, leguista doc y amigo personal del ministro, ni se inmuta: «No se ha producido ningún daño de los derechos ni de las libertades fundamentales. Está claro que un funcionario del estado civil no puede casar a personas no regulares en el territorio, pues sería una contradicción con la ley vigente. Italia era el único país occidental en que donde se podían casar los clandestinos».
Será así, pero ya hay quien ha anunciado batalla. La ASGI (Asociación de Estudios Jurídicos para la Inmigración) así como otros grupos que se ocupan de derechos de los migrantes está sopesando la posibilidad de cuestionar la legitimidad constitucional de las nuevas medidas legislativas: «Queremos entender -dice el abogado Marco Paggi- si el paquete de medidas de seguridad, con la norma que prohíbe el matromonio con personas irregulares, viola la tutela que asegura nuestra Constitución de la familia en todas sus manifestaciones, sin distinción entre ciudadanos y no ciudadanos».
Si Verona parece ser hasta el momento la única ciudad cuya administración municipal ha aplicado rigurosa y velozmente la nueva ley sobre los matrimonios, otras le seguirán. Y el número de «invisibles», en lugar de disminuir, crecerá.
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