Estoy leyendo un artículo de Edgar Borges de Argenpress, en donde hace una crítica a la izquierditud. Retomo sus propias palabras «la izquierda (más engañosa) que cuestiona el modelo de poder sentada a la mesa (a la izquierda del banquete) muy al lado de la derecha. Es ese el tipo de progresismo cómodo que, ingenua […]
Estoy leyendo un artículo de Edgar Borges de Argenpress, en donde hace una crítica a la izquierditud. Retomo sus propias palabras «la izquierda (más engañosa) que cuestiona el modelo de poder sentada a la mesa (a la izquierda del banquete) muy al lado de la derecha. Es ese el tipo de progresismo cómodo que, ingenua o calculadamente, reproduce los mismos vicios del sistema que cuestiona. Y hace política (barata) diciendo que la derecha genera cúpulas, pero desde su progresismo también se instauran grupos privilegiados; levanta la voz contra los prejuicios de la cultura conservadora, pero desde su núcleo sólo se promocionan los valores (dogmáticamente) comprometidos con su causa privada. Se fabrican medios para competir con la derecha, no para cambiar la esencia del modelo. Poco o nada se trabaja para crear e impulsar un nuevo formato de convivencia…»
Pienso en el caso salvadoreño que tan convulsionada y revuelta tiene a la población que se pregunta/intuye/comenta, ¿qué pasa en El Salvador? Los medios de comunicación, en pleno, se empeñan -cada cual a su manera y postura política- en recalcarnos el discurso que el nuevo gobierno es un gobierno de izquierda. Dentro de esa verdad que nos imponen sin mayor análisis nos cuentan sus matices. Hay quienes hablan de una izquierda que disputa el gobierno, entre sectores radicales y otros moderados. Otros nos hablan de una izquierda conflictuada entre las opciones del modelo Lula y el Chavista. Están otros que nos dicen que es una izquierda de consensos que ha sabido repartirse el poder obtenido y hay otros que nos dicen que es una nueva izquierda abanderada en la figura de Mauricio Funes, el Presidente, en contraposición a un desgastado partido FMLN. Cuando digno nos dicen, no es a decir con todas las letras y luces, porque a la línea editorial de un periódico se llega a través de la lectura de sus intenciones e interpretaciones.
Hemos hablado cada vez con más fuerza del poder mediático como garante de uno o varios poderes políticos y fácticos, llegando a veces a decir que el cuarto poder siempre se pliega al poder para engañarnos. Sin embargo, en estos momentos en El Salvador se celebra con toda la fanfarria el periodismo nacional del cual otrora se ha dicho que guarda una eterna deuda con el pueblo salvadoreño. Esos medios de comunicación ahora insisten por igual que tenemos un gobierno de izquierda, que el FMLN es partido de izquierda y Mauricio Funes, en su estilo, un hombre de izquierda también. Mi pregunta es, ¿hay que creerles a pie juntillas o poner en tela de juicio lo que nos dicen llanamente y podría contradecirse con las otras noticias que publican? ¿Será como dice Borges, el FMLN un partido a la izquierda de la derecha? Veamos qué sucede con el FMLN en el actual gobierno, el primer gobierno que conquista su bandera junto a otras como las del CD, FDR y los amigos de Mauricio, fuerzas que incluso son contrarias a su ideología estatutaria. Mucho se habló durante su campaña de la Unidad Nacional para salvar al país de la derecha gobernante a través del partido ARENA, ¿será que esa unidad luchaba contra el partido ARENA de ese entonces y podría ser aliada con el partido ARENA surgido de la crisis de la pérdida del ejecutivo? Es difícil responderlo ahora pero no preguntarlo.
El FMLN ha «peleado» en público y privado con el nuevo presidente por los cargos del nuevo ejecutivo, eso está documentado en los mismos medios de comunicación. El gobierno está visiblemente repartido en dos, los amigos de Mauricio en ministerios económicos y de inversión social, y la cúpula del FMLN en ministerios de control territorial, aquello que les garantice el trabajo político partidario por 5 años desde el poder ejecutivo. La cosa es más o menos clara, Funes y su gente manejan los fondos y las relaciones económicas, y el FMLN maneja el territorio y las relaciones con el pueblo y el exterior. Pero no todo es blanco y negro. Ya es del conocimiento público que muchos gobernadores son parte del «staff» de amigos de Mauricio y viejos militantes del FMLN quedaron fuera del reparto, asimismo pasa con los embajadores y los cargos diplomáticos en general. El FMLN no tiene del todo el control territorial, sólo en la formalidad esto se ha cumplido.
El Presidente Funes y su secretario de asuntos estratégicos han colocado las piedras angulares necesarias para dejarle claro a las autoridades u organizaciones económicas poderosas que son ellos quienes se encargan del tema del modelo económico y no han sido pocas las reuniones y citas de sus personeros donde se habla de conversar con ANEP, la principal gremial empresarial que en todos los gobiernos areneros fueron guía de pensamiento económico. El FMLN parece excluido de estas negociaciones, así como de temas como la ejecución de la Represa El Chaparral, que tantos reclamos de la base social ha tenido y es la contradicción mejor manifiesta entre el discurso de Funes y su práctica de gobierno donde ha favorecido al grupo empresarial Salume, principal auspiciador de su campaña.
La elección de la Corte Suprema de Justicia y la ronda de reuniones para elegir al Fiscal, han tenido la negociación del Ejecutivo y así se ha manejado públicamente, con total transparencia. El Presidente Funes y su equipo cercano han servido de mediadores entre todos los partidos políticos para desempantanar las propuestas. El gobierno de Funes no ha mediado en favor del FMLN, la bandera política principal a través de la cual obtuvo el triunfo, sino que, ha aclarado al FMLN que la CSJ es como siempre ha sido, una negociación política partidaria y no un tema legislativo como reza la Constitución, siendo que el Presidente no tomara partido por el FMLN y ahora tenemos una CSJ tan interesante que en apariencia parecería estar cargada a la izquierda pero podría resultar todo lo contrario.
Con esto no estoy negando la necesidad del diálogo permanentemente entre las diferentes fuerzas políticas o tratando de decir que Funes debía «pelear» por los candidatos del FMLN pero sí, que este es un gobierno que negocia con todos los partidos y un partido que no tiene prerrogativas con el Presidente. En otras palabras: un gobierno sin partido y un partido sin gobierno. Esta posible realidad debemos irla comprobando día a día y analizar en las diferentes coyunturas sus pro y contras.
El FMLN ha asegurado sí que toda su cúpula política ocupe cargos públicos y los mejores posibles, es decir, que es un partido cuya cabeza política no puede ni está en plena independencia de este gobierno mixto, por lo tanto el trabajo partidario se hará al estilo tradicional de derecha, desde el gobierno, con la complicidad de ese gobierno y en obediencia a ese gobierno. Más allá del tema moral evidentemente cuestionable, es bueno preguntarse si esto es bueno, a sabiendas que esta práctica corrupta fue la que acabó en las elecciones pasadas al partido ARENA. La ventaja puede ser una trampa.
Las piezas efemelenistas poco se han renovado, seguimos viendo a una cúpula acaparadora que es incapaz de mantenerse en su trabajo político territorial porque se encuentra en búsqueda de una supervivencia entre laboral y política pública, negociando cuanto puede con otros políticos para no perder ese poder tradicional que tanto se critica a partidos como el PCN donde los mismos hacen rueda en todos los cargos posibles. Una clase de izquierda my parecida a la que nos habla Edgar Borges, acomodada al juego tradicional del poder, de donde vive y en donde ya se siente cómoda, sin señales fiables de querer introducir cambios verdaderos a la misma.
Para continuar mi análisis, tomaré otro fragmento del pensamiento de Borges «Alguna forma (y fondo) de izquierda tendrá que librar una gran batalla interna acorde con el siglo XXI. Ya no bastan ni las ingenuidades ni los desgastes conceptuales. Quien esté cansado que se lance a la cama, pero que no sea obstáculo del camino. Es absurdo (o engañoso) pretender cambiar el mundo bailando el mismo ritmo de los dueños de la fiesta. Cada vez se ven menos las diferencias entre políticos de derecha e izquierda; ya hasta sonríen igual, a medias, ni muy vivos ni muy muertos. Hace tiempo que asisten juntos (casi tomados de la mano) a las cumbres y a las fiestas populares. Y, con esta crítica, no estoy favoreciendo al tirapiedrismo. Hace rato que el sistema capitalista neutralizó cualquier posibilidad de lucha armada. Mucho menos podrían las piedras favorecer causa alguna. Me refiero a la urgente necesidad de instrumentar un pensamiento de izquierda realmente opcional (y estratégico) al modelo consumista».
Mauricio Funes es y ha sido para muchos una figura positiva del ámbito político nacional y es que pese a toda la llamada unidad nacional en torno a su figura, la conciencia colectiva le atribuye a él y sólo a él la garantía del triunfo de una alternativa frente a la que parecía una invicta fuerza política de la derecha ultraconservadora, como si existiera otra en nuestro país. Funes fue y es todavía una figura catalizadora del ideario de cambio de salvadoreños dentro y fuera de las fronteras, una especie de ser mágico capaz de volver a inspirar a los sectores más pasivos y los más frenéticos.
Cómo se ha manejado el hombre que significa la esperanza de muchos y muchas, en los primeros días de su gobierno? Son muchas las noticias recolectadas en los medios de comunicación en donde se da cuenta de las contradicciones de su discurso electoral y de su propio discurso presidencial. Mauricio Funes se defiende de las críticas explicando que han sido días muy duros de ordenar la casa, lo cual es comprensible si hasta en el mes de junio estuvo resolviendo todavía la disputa de cargos con las diferentes fuerzas que lo apoyaron. Muchos dicen que este es un gobierno de Cambio Democrático más que del FMLN, pero eso únicamente se podrá comprobar con las líneas de acción que en definitiva se impulsen desde la parte del ejecutivo que corresponde a Funes y sus amigos.
Mauricio Funes inició un gobierno de unidad nacional con un discurso aleccionador dirigido a funcionarios y políticos corruptos, siendo que a poco más de 60 días de su gestión no se ha perseguido ni castigado a los corruptos a quienes prometió persecución, así como se ha visto una lentitud sospechosa a la hora de remover a funcionarios claves del ex gobierno arenero. Sin embargo no todo es culpa del Presidente, debido a que la derecha en la Asamblea aseguró que el nuevo gobierno no pudiera cambiar en un porcentaje significativo el aparato estatal, con una ley de protección del empleo en el sector gubernamental.
El candidato de largas giras y mini discursos públicos, el hombre de medios acostumbrado a dar la cara en televisión casi a diario, es un Presidente que se ha mostrado en ciertos momentos distante de los medios y del pueblo organizado que en manifestaciones públicas ha reclamado su presencia. Esto tiene un lado racional comprensible, pero también es un signo político importante, si bien es cierto el Presidente no puede hablar con cuanta persona se lo demande, es también cierto que existen momentos cruciales de la relación del presidente con la gente y la prensa, tal es el caso de los manifestantes en contra de la represa El Chaparral, así como las organizaciones feministas exigiendo medidas de seguridad ante el incremento de los feminicidios o asesinatos con odio contra las mujeres en virtud de su sexo y género, así mismo de las muertes de transexuales que fueron denunciadas por el movimiento LGTB. La ausencia del Presidente podría ser una falta de tacto, una sobrecarga de trabajo, un signo de sus preferencias, debido a que los mismos medios de comunicación dan cuenta de sus acompañamientos a empresarios como Salume y Kriete en la inauguración de proyectos económicos y sociales.
Revisando estos detalles, podemos volver a la pregunta de ¿qué está pasando en El Salvador? ¿Tenemos como dicen los medios en su discurso abierto, un gobierno de izquierda y si es así, de qué izquierda estamos hablando? ¿De una que vive y se alimenta del sistema que critica y que no busca por tanto sus cambios o de una izquierda que parece izquierda pero en la práctica es otra fuerza más de la derecha? ¿Fue Funes el verdadero caballo de Troya de la derecha o es el FMLN el caballo de Troya que el pueblo ayuda siempre a empujar? ¿Es este un gobierno improvisado o un gobierno claro de cómo y para quién gobierna? Están equivocados, estamos equivocados, en qué nos equivocamos. La hora de la gran reflexión nacional se está acercando y no habrá ultra derecha que no quiera aprovecharla si acaso no azuzarla, así como izquierda oficial que quiera hacerla callar o gobierno e «intelectuales» que reclamen paciencia, casi idiotez en virtud de asegurar el triunfo de sus personalidades e intereses. Los procesos de cambio nos deparan caminos inimaginables, acaso sin retorno.