Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín
La fábrica de aluminio de Krasnoyarsk (KrAZ, por sus siglas en ruso), construida en el 64, sigue siendo un gigante industrial de relevancia mundial, y continúa considerándose la segunda empresa por tamaño de entre las que se dedican a la fundición de este metal en el planeta. Allí se fabrica el 27% de todo el aluminio producido en Rusia y el 3% del que se produce en el mundo. Actualmente, KrAZ forma parte de la más importante compañía de aluminio del mundo RUSAL, propiedad del conocido hombre de negocios Oleg Deripaska, y no solamente es la principal fuente de ingresos de la región de Krasnoyarsk, donde da trabajo a 4700 personas, sino que tampoco es un mal apoyo para su empobrecido propietario, que ha perdido en esta recesión económica global, 16 mil millones.
En los años 90, en los años de la denominada guerra por el control del sector del aluminio ruso, KrAZ, entre otros muchas «apetitosas» empresas, fue convertida en sociedad anónima. Tras varios cambios de dueño, la fábrica acabó en el 2000 engrosando las filas de «Aluminio ruso».
Al igual que la mayoría de las empresas de la industria del aluminio, KrAZ desde el principio estuvo orientada a la exportación, por eso la prolongada crisis, que ha afectado todo el sector de la extracción, se ha reflejado en la producción de aluminio. La demanda de este metal ha caído drásticamente, poniendo al borde de la supervivencia a todo el imperio de Oleg Deripaska, que sin duda tiene como principal componente a KrAZ. Sin embargo, el oligarca, otrora considerado el hombre más rico de Rusia, al igual que otros peces gordos, ha conseguido mantenerse a flote gracias a las ayudas multimillonarias del estado. Cancelando una parte de la deuda, el magnate industrial continúa viviendo a cuerpo de rey, sin preocuparse excesivamente de modernizar KrAZ, sino simplemente valiéndose de que la empresa, construida en la época soviética, continúe prestándole servicio durante mucho tiempo. Por desgracia, el gigante del aluminio no ha podido esquivar el destino de la mayoría de las fábricas de Rusia: la misión de KrAZ, unida a su papel en el sistema económico de Rusia, deja paso a la lucha de los intereses personales de los tiburones financieros e industriales de nuevo cuño. En esta coyuntura, la elección de la estrategia del posterior desarrollo de KrAZ difícilmente podrá responder a los intereses de la propia fábrica y de la economía en su conjunto.