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Intervención de Leonid Kaláshnikov, responsable de relaciones internacionales del PCFR, en la sesión de la Duma donde se debatía la situación en Libia

El reparto del mundo islámico es extremadamente peligroso para Rusia

Fuentes: Kprf.tv

Traducido del ruso por Josafat S. Comín

Estimados colegas diputados,

La inclusión de esta declaración, en parte recuerda las prisas que acompañaron la aprobación de la resolución 1973. Entiendo cúal es el motivo de tanta prisa y premura -las dos torres del Kremlin se han enredado(1), pero lo que no entiendo es que el prestigio internacional de nuestro estado deba sufrir por ello. No voy a recurrir al uso de términos que estamos viendo en los medios de comunicación, del tipo de «cruzada». Debo decir que el mismo 18 de marzo, el PCFR poco después de la aprobación de la resolución 1973 publicó una declaración en la que explicábamos detalladamente nuestra posición, y dónde nos podía conducir esa resolución. Sería ingenuo presuponer que los diplomáticos o los diputados del Comité de política internacional tuviesen dudas de las consecuencias. Nuestro representante en la ONU, Churkin, dijo que el Consejo de Seguridad había alterado el documento previo a la votación de un modo que no tenía precedentes. Por qué Rusia no hizo uso del derecho a veto, es algo absolutamente incomprensible.

Recordemos como se han venido desarrollando los acontecimientos en el mundo árabe: La serie de revueltas, revoluciones, en Túnez, Egipto, Sudan, Bahrein, Argelia, Jordania, todas ellas ciertamente han ido acompañadas de víctimas entre la población civil. Y esa población salió en masa de un modo pacífico a las plazas en las capitales, al igual que ocurriese en los países de la CEI. Siempre estas revoluciones empiezan en las capitales, y solo Libia ha sido una excepción. Libia ha sido él único sitio donde no ha sido la población pacífica la que ha salido con piedras o tornillería, dónde ha aparecido una oposición armada. Incluso desde esta tribuna hemos oído declaraciones sobre el enorme número de víctimas que se ha dado en Libia. ¿Quién ha contado esas víctimas, quién las ha alineado?, es esta una pregunta para la que no he tenido respuesta en ninguno de los órganos oficiales.

El 10 de marzo a esa «oposición» libia, el Europarlamento la declara como único gobierno legítimo. ¿Qué tiene de legítimo ese gobierno? Que si no sé que orden de sanusíes declara un califato independiente, que si en Bengasi se conforma no se sabe que Consejo, del que nadie conoce su composición, ni programa. Pero Europa les reconoce. De ese modo, la guerra informativa se desató contra todos los países que no son vasallos de los EE.UU: Irán, Siria, Libia. Había que crear allí disturbios, y en Libia lo consiguieron.

La resolución 1973, aprobada por el CS de la ONU, autoriza de hecho el ataque militar de los EE.UU, la OTAN y sus satélites árabes sobre el estado soberano de Libia. Con el pretexto de la defensa de la población civil, el Consejo de Seguridad de la ONU sanciona a la coalición militar para que ejecute la zona de exclusión aérea, recurriendo a «todas las medidas necesarias». Bajo esa formulación cabe lo que se quiera, incluyendo los bombardeos de saturación. Para justificarse será suficiente con decir, que los objetivos eran los sistemas de defensa antiaérea, y sobre las inevitables bajas entre la población civil, bastará con decir que los mató Gadafi.

Cualquiera que haya tenido acceso al proyecto de texto de la resolución 1973, habrá podido ver claramente qué tipo de medidas son las que autoriza. Las fuerzas de la coalición no han ocultado, que necesitaban permiso para la destrucción de los sistemas libios de defensa antiaérea, o lo que es lo mismo, para el bombardeo masivo. Por eso, representar ahora la «inocencia ultrajada» y asegurar que la coalición ha excedido el marco de la resolución, como hace hoy Rusia, es sencillamente indecente. Esa resolución era imprescindible que fuese bloqueada, y tuvimos esa oportunidad. Y el no haberlo hecho es un error muy grave del gobierno ruso.

Me gustaría entender cúal fue el modo en que se aprobó esa decisión de no bloquear la odiosa resolución 1973 en el seno de la dirigencia rusa. Nuestro representante en el CS de la ONU, Vitali Churkin hizo unas manifestaciones suficientemente claras: la resolución «abre las puertas a una intervención militar a gran escala». En el Ministerio de Exteriores adoptaron una postura muy cautelosa, pero sin que la resolución provocase ningún entusiasmo. No hemos oído nada de que la resolución la dejase pasar nuestro Consejo de Seguridad ruso. Luego solo nos queda el presidente. Su declaración del 21 de marzo nos lo viene a confirmar. Al responder en su blog a la pregunta de por qué Rusia no había utilizado su derecho de veto, Medvédev dice: «No lo utilizamos por un motivo muy simple: porque yo no considero que esa resolución sea incorrecta. Es más, en general yo considero que esa resolución refleja nuestro modo de entender lo que está ocurriendo en Libia. Aunque no completamente. Por eso no hicimos uso de nuestro derecho a veto, y como usted entenderá, fue una negativa cualificada del recurso del veto, con unas consecuencias perfectamente comprensibles…lo hicimos de un modo plenamente consciente, y esas fueron mis instrucciones dadas al Ministerio de Exteriores». Luego si comprendían cuáles iban a ser las consecuencias, ¿a qué viene ahora lamentarse hipócritamente por las víctimas civiles? Únanse al autocomplaciente coro de los países occidentales, que presumen del éxito de la primera fase de la operación con el poético nombre de «Odisea del amanecer».

Queda claro ahora por qué una semana antes de la aprobación en el CS de la ONU de esa «histórica» resolución, como allí la califican, vino a Rusia de visita el vicepresidente de los EE.UU, Biden. No nos convence en modo alguno la superficialidad con la que en los últimos tiempos se adoptan ciertas decisiones políticas. Pasado mañana debemos aprobar el tratado para el reparto del mar de Barents con Noruega, en el que hay también tal cantidad de trivializaciones, que ponen los pelos de punta.

¿Por qué el 19 de marzo se expulsó al embajador en Libia Vladímir Chamov? Y no fue el Ministerio de Exteriores, sino precisamente el Kremlin. Qué pasa ¿la situación que presentaba de Libia difería mucho de la que nos ofrecen desde el otro lado del océano? ¿Acaso no vale la pena poner atención a lo que nos cuenta una persona que ha visto como se desarrollaba la situación desde dentro? Probablemente un diplomático honrado como Chamov se atrevió a criticar la vergonzosa posición mantenida por nuestro país con respecto a Libia. Y se le acusa ahora de «defender los intereses libios, en vez de los rusos».

Me gustaría ver que pasaría si el embajador usamericano se atreviese aquí a decir que respalda a los insurgentes del Cáucaso, -saldría disparado como el corcho de una botella. Mientras que a nuestro diplomático lo retira el presidente en persona. ¿Acaso nuestro interés reside en bombardear las ciudades libias? ¿dejaremos mañana que aprueben resoluciones que permitan bombardear Siria e Irán? ¿Acaso Rusia puede salir beneficiada de la desestabilización general de la situación en el mundo musulmán, teniendo en cuenta nuestras propias desgracias en el Cáucaso norte? Debemos entender que si alguien se ha fijado el objetivo de debilitar y reformatear el mundo islámico, Rusia será de las primeras perjudicadas.

Los bombardeos y la muerte de población civil, son la tarjeta de visita de las denominadas operaciones de paz e intervenciones humanitarias de los EE.UU y de la OTAN. Recordemos la historia reciente. A que argumentaciones artificiales no recurrieron los miembros de la OTAN para justificar su invasión de estados soberanos: supuestos genocidios de albanokosovares en Yugoslavia, las armas de destrucción masiva que nunca existieron en Irak, el Osama bin Laden virtual en Afganistán. Las excusas son variadas pero el objetivo real siempre fue el mismo: los usamericanos y sus aliados necesitaban con urgencia tomar bajo su control la región de turno y colocar allí su gobierno títere. Toda esa retórica chisporreante sobre valores democráticos y la defensa de la población civil, solo puede engañar a los ingenuos habitantes de los países occidentales.

Los EE.UU y la OTAN pisotean los derechos soberanos de cualquier país, cuando consideran que les puede beneficiar. Es una situación que ha sido posible solo después de la desaparición de la Unión Soviética. La Rusia postsoviética no ha hecho otra cosa que entregar sus posiciones en la arena internacional a una velocidad de vértigo. Traicionamos a nuestro hermano pueblo serbio y a su líder Slobodan Milosevic. Tampoco salimos a defender a nuestro fiel aliado Sadam Husein y permitimos que bombardearan a la inocente población iraquí. Permitimos a las fuerzas de la OTAN que ocupasen Afganistán, favoreciendo así la creación allí de un monstruoso foco mundial de producción de droga y por si fuera poco, encima ayudamos a la OTAN, permitiéndoles casi todos los tipos de tránsito sobre nuestro territorio. ¿Quién va después de todo esto a respetar a Rusia en el mundo, si ella misma no se respeta?

¿Qué es lo que está ocurriendo realmente en Libia? Si dejamos a un lado el cliché que le han impuesto los medios de comunicación occidentales y la catarí Al Yazira, es decir dejar de creer que Gadafi está disparando contra el pueblo alzado, y poner la vista aunque sea en ese cuadro que nos muestran esos mismos medios, resulta evidente que no hay en Libia ni de lejos, una multitud amotinada, como en la plaza Tahrir en el Cairo. Lo que vemos son jóvenes bien armados, montados en «tachankas». ¿Es eso a lo que la resolución del CS de la ONU llama población civil? Y a los trabajadores de terceros países abandonados a su suerte por sus gobiernos se les llama refugiados inmersos en una catástrofe humanitaria. ¿Por qué los mantienen en la frontera y no los repatrían a casa? ¿Quién necesita que existan esos campamentos de refugiados?

Lo que vemos en Libia tiene todo los rasgos de un levantamiento armado, un golpe, pero no una revuelta popular. El pueblo libio, a diferencia del egipcio o sus vecinos ha estado bien alimentado durante muchos años, como para ir ahora a derrocar a su líder con esa furia. Esa cólera es propia de las elites, que aspiran a ocupar el sitio del líder. Probablemente también se les había prometido apoyo previamente. De ese, que viene en los portaaviones.

¿Acaso nuestros dirigentes no tienen imaginación suficiente para proyectar esa situación en Rusia? Al fin y al cabo nosotros también disparamos contra los insurgentes en el Cáucaso, y lo estamos haciendo desde hace tiempo. ¿Por qué entonces cuando disparamos nosotros son bandidos, y cuando es Gadafi el que dispara, a eso se llama disparar contra su propio pueblo? Mañana entonces en el Cáucaso se declarará como único gobierno legítimo uno de esos «emiratos independientes», y llegará la Francia tan galante a reconocerlos. ¿Y qué pasará entonces, se podrá bombardear con el apoyo total de la comunidad internacional tan progresista? Y si no pueden colar la resolución en el Consejo de Seguridad sin nosotros, prescindirán de ella, al fin y al cabo para ellos no deja de ser una simple formalidad. La falta de resolución no impidió a los EE.UU organizar una carnicería en Irak.

Lo que estamos viendo actualmente en ningún caso es un conflicto local. Es un paso decidido en la imposición del «derecho del fuerte» en calidad de único método válido del derecho internacional. Al mundo entero se le presenta el mecanismo universal, con la ayuda del cual se puede derrocar a cualquier gobierno, dividir a cualquier país y apropiarse de sus recursos.

Todos esos países que votaron la resolución 1973 ratificaron ese «derecho del fuerte», confiando en la amistad con ese mismo «fuerte». Los que callaron, simplemente reconocieron de una forma cobarde ese «derecho del fuerte». Y desde ese punto de vista, la resolución es ciertamente histórica.

Hemos llegado a una nueva configuración del mundo: «Que cada cual se defienda así mismo como pueda». En más de una ocasión hemos recordado cómo en la década pasada Gadafi renunció al armamento nuclear, traicionando a sus amigos paquistaníes que se la estaban ofreciendo. Pienso que hoy Irán comprende perfectamente cúal debe ser su defensa: solo la obtención acelerada del arma nuclear. ¿Quién le está empujando a eso?

Para concluir quiero recordar las amargas palabras del pastor alemán antifascista Martin Niemöller, prisionero del campo de Dachau:

«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,

guardé silencio,

porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

guardé silencio,

porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

no protesté,

porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,

no protesté,

porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,

no había nadie más que pudiera protestar.»

Parémonos a pensar en el futuro.

Notas.

1.En referencia a las divergencias que parece haber entre Medvédev y Putin sobre la cuestión libia

Vídeo de la intervención:http://kprf.tv/video/lkalashnikov-situatsiya-v-livii.html