Sarkozy y Berlusconi logran contentar a sus bases y marcar la agenda europea para modificar el acuerdo común sobre la libre circulación de ciudadanos.
¿Qué pasa cuando se reúnen en una cumbre casi improvisada los jefes de Estado más controvertidos de la Unión Europea? Que sus decisiones reflejan el estado de la democracia en sus países respectivos. Silvio Berlusconi y Nicolas Sarkozy enviaron el 26 de abril una carta al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, con su propuesta para revisar el tratado de Schengen firmado en 1985, que garantiza la libre circulación de todos los ciudadanos europeos dentro de la Unión.
Sarkozy y Berlusconi han demostrado varias veces que los asuntos exteriores de la Unión y los derechos humanos van después que sus problemas electorales personales. El contenido de la carta refleja el estado de ánimo del presidente francés, cuya popularidad se está derritiendo por momentos frente a una extrema derecha (FN) más fuerte que nunca en Francia. Según las últimas encuestas, Nicolas Sarkozy quedaría en tercer lugar después del neoliberal Dominique Strauss-Kahn (PS) y de Marine le Pen (FN) en las elecciones generales de 2012. En cuanto a Silvio Berlusconi y sus aliados de la extrema derecha, siempre manifestaron el deseo de modificar la legislación europea en materia de inmigración.
Ambos hicieron de la «defensa de la identidad nacional» una prioridad en sus programas electorales, dando a la franja más derechista de sus partidos respectivos la oportunidad de emprender una cruzada contra el invasor musulmán y gitano. La comisión europea contra el racismo y la intolerancia denuncia desde 2005 la preocupante persistencia de leyes discriminatorias en ambos países. El 6 de julio de 2010, 170 romaníes fueron expulsados de la ciudad donde vivían, Saint-Denis (en el departamento de Seine- Saint-Denis). A partir del 28 del mismo mes, la policía procedió a la destrucción de más de 300 campamentos de gitanos y a la expulsión de todos sus miembros.
Frente franco-italiano
El 27 de agosto, la ONU declaraba su preocupación frente al «contenido del discurso discriminatorio en Francia». En septiembre, el Parlamento Europeo votaba una resolución que pedía a Francia «suspender inmediatamente las expulsiones de roms». Viviane Reding, la vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Justicia declaró el 14 de septiembre que Europa no había vivido este tipo de situación desde el fin de la II Guerra Mundial.
Tres días después, Silvio Berlusconi criticó las declaraciones de la vicepresidenta y dio públicamente su apoyo a las expulsiones decididas por Nicolas Sarkozy. Pidió también a los líderes de la derecha europea que se unieran al frente franco-italiano. «Deseamos»
añadió- «que esta convergencia franco-italiana haga temblar a Europa para que vea la gravedad del problema y que empecemos a crear legislaciones conjuntas».
La decisión franco-italiana contra los 25.000 inmigrantes africanos es parte de un plan para promocionar un «racismo desacomplejado» cuyas consecuencias podrían ser desastrosas para Europa. La imprudencia y la hipocresía -ya no tan sorprendente- demostradas recientemente podrían dañar la credibilidad del proyecto europeo en materia de libertad y de democracia, especialmente desde el auge de las revoluciones democráticas del mundo árabe. Gran parte de los 25.000 inmigrantes que recibieron un visado italiano eran refugiados del conflicto libio, decidido conjuntamente entre Sarkozy y Berlusconi (entre otros). La otra parte de esos 25.000 inmigrantes son tunecinos que huyen de su país y que buscaban reunirse con sus parientes en Francia.
La propuesta deja también claro que la libertad de circulación en Europa es esencialmente para los europeos blancos. Gran parte de los criterios utilizados para justificar esta declaración conjunta recuerda al populismo más detestable de los años ’30. Pero su impacto está dando resultado en las franjas más reaccionarias del electorado de ambos países.
Otro efecto negativo es la ligereza con la cual los líderes de la Unión Europea prometen cambios, democracia y ayuda a pueblos oprimidos sin tener que cumplirlos nunca. Les Back, profesor de Sociología en Goldsmiths, University of London, nos recuerda irónicamente que «si bombardeas a la gente, ésta huirá y buscará refugio. Es así de simple». El 9 de mayo se ha celebrado el día de Europa.
El mundo está observando la integración europea como un fenómeno único en la historia moderna. Sarkozy y Berlusconi aparecen como las voces de un pasado donde nacionalismo, discriminación, racismo y política del miedo contribuyeron a la destrucción más absoluta. Sarkozy y Berlusconi nos recuerdan que Europa necesita salvarse de sí misma.
Nuevos cambios para Schengen: un tratado de goma
No se ha producido el éxodo bíblico presagiado por Frontex, pero los mandatarios de la UE han reaccionado a la crisis de los cerca de 25.000 refugiados africanos como si las predicciones de la agencia europea para el control de fronteras se hubieran hecho realidad. La cumbre franco-italiana ha logrado el suficiente consenso para que en junio los jefes de Gobierno y de Estado fijen los criterios para instaurar controles fronterizos en caso de crisis migratorias.
Pero desde que el acuerdo comunitario para la libre circulación se incorporara al núcleo duro de la normativa europea en 1999, la excepción ha sido la norma: hubo controles fronterizos masivos antes de las protestas de Goteborg y Génova en 2001, y también tras el 11-S. Y la libertad de circulación para los socios que entraron en 2004 se congeló por tres años.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Una-Europa-para-los-ricos-y-los.html