Un día antes de que miles de moscovitas vuelvan a salir a la calle para protestar contra lo que consideran un reciente fraude electoral, al margen de si el número de inconformes supera o no el del anterior mitin, el Kremlin dio muestras de entender que la situación ha cambiado en Rusia y ya no […]
Un día antes de que miles de moscovitas vuelvan a salir a la calle para protestar contra lo que consideran un reciente fraude electoral, al margen de si el número de inconformes supera o no el del anterior mitin, el Kremlin dio muestras de entender que la situación ha cambiado en Rusia y ya no basta con repetir que el malestar se impulsa y financia desde el exterior.
Vladislav Surkov, eminencia gris de la Oficina de la Presidencia, tras promover reformas parciales al sistema electoral y registro de partidos como gestos de apertura política, considera ahora que protesta la parte más pensante y productiva de la sociedad, por lo cual hay que dejar que exprese sus demandas.
El método autoritario de gobernar mediante una llamada vertical de poder
, tras 11 años de gestión de Vladimir Putin, empezó a tener un primer contrapeso serio donde menos se lo esperaba: en la sociedad.
El liderazgo de Putin -proyectado en los medios de comunicación bajo control del Estado, ante la apatía de los ciudadanos rusos, y retocado con índices de popularidad
de encuestas a modo-, se puso en entredicho cuando anunció, en septiembre pasado, el enroque con Dimitri Medvediev para mantenerse en el poder, por lo menos, otros 12 años.
El fondo del asunto, y la forma en que se hizo público, provocaron el rechazo en amplios sectores de la sociedad de Rusia y éste se tradujo en un alto porcentaje de abstensión y en el voto de castigo que ejercieron muchos marcando en las boletas cualquier partido político menos el oficialista.
Cuando Rusia Unida, el partido del Kremlin, volvió a ganar las elecciones, aunque con 13 millones de votos menos que en los comicios anteriores, miles de rusos se sintieron engañados y, por primera vez desde el colapso de la Unión Soviética, salieron a la calle a protestar.
A diferencia de las manifestaciones multitudinarias que convocaba Boris Yeltsin en los últimos años del régimen socialista, ahora todavía no hay líder que encabece las protestas ni partido político que ofrezca una opción que satisfaga a la mayoría de quienes rechazan el modelo representado por Putin.
Es, por tanto, una protesta espontánea de la clase media que se prevé irá bajando de intensidad por los festejos de Año Nuevo y los 10 días feriados en enero, pero que tampoco deben minimizar las autoridades y que puede estallar con aún mayor fuerza en las elecciones presidenciales de marzo de 2012.
Si dichos comicios fueran mañana domingo, Putin -con 36 por ciento de la intención de voto en las encuestas oficiales- no podría vencer en la primera vuelta.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/12/24/opinion/020o1mun