Bucarest: ¿diciembre de 1989? No: enero de 2012. Pero los ciudadanos de ese país ya hablan de la «revolución anti-Băsescu» o, simplemente, «Revolución de 2012″. Han vuelto a aflorar las viejas banderas de hace veintidós años, y los vídeos que emiten los noticiarios o que se pueden encontrar en la red, tienen la calidad casi […]
Bucarest: ¿diciembre de 1989? No: enero de 2012. Pero los ciudadanos de ese país ya hablan de la «revolución anti-Băsescu» o, simplemente, «Revolución de 2012″. Han vuelto a aflorar las viejas banderas de hace veintidós años, y los vídeos que emiten los noticiarios o que se pueden encontrar en la red, tienen la calidad casi mágica de lo intemporal. Estas protestas, que están pasando totalmente desapercibidas en los medios de comunicación occidentales, van dirigidas contra la polìtica del tijeretazo en gastos sociales, por lo cual los agujeros en las banderas nacionales cobran un nuevo significado en relación a las de aquel lejano diciembre de 1989. El historiador y profesor catalán Àlex Amaya Quer, residente en Cluj, relata en crónica de urgencia los pormenores que llevaron a la tensa situación social en Rumania.
Dentro del programa de reformas aplicado por el gobierno rumano e inspirado por otras instancias el Primer Ministro Boc anunció hace ya bastantes semanas la propuesta de una nueva Ley de Sanidad. Ésta incluía el copago sanitario, que se sumaría al copago «en negro» que existe desde hace décadas, no solamente en Rumanía, sino también en otros países de la zona (el sobrecito al médico o al anestesista, los billetes que se cuelan en el bolsillo de la enfermera o el portero…). También preveía la entrada de gestión privada en hospitales públicos y la competencia de éstos entre sí, lo cual favorecería el despido de personal y el acceso desigual a fondos públicos. Sin embargo lo que ha producido mayor polémica es la posible eliminación del SMURD (Servicio Móvil de Urgencia y Reanimación) para dar entrada a empresas privadas en los servicios de ambulancias.
El SMURD es un servicio público de primeros auxilios, muy eficiente y desarrollado. Su creador es el médico de orígen palestino Raed Arafat, uno de aquellos estudiantes de medicina de la época ceaușista que vinieron a Rumania en los años 70 y 80. Arafat se quedó en el país y, tras conocer experiencias similares en Francia y Noruega, creó el SMURD en la ciudad de Târgu Mureș. La experiencia fue tan buena que el Estado la adoptó como propia y la extendió a todo el país.
Arafat, una personalidad muy conocida y respetada, tenía el cargo de Secretario de Estado de Sanidad como independiente. Opuesto frontalmente a la propuesta de nueva Ley, durante la última semana ha protagonizado con Băsescu una gran polémica en los medios. Los contraataques del Presidente han sido bastante agresivos, rozando el mal gusto en la crítica personal. Al final, hace dos días, Arafat dimitió. Sin embargo, la opinión pública parecía estar abrumadoramente a favor de Arafat, del mantenimiento del SMURD como servicio público y de la retirada de la propuesta de ley. Ha habido campañas en facebook, twitter y en la prensa, pero ninguna manifestación reseñable hasta que ayer el presidente Băsescu salió por la tele para anunciar que retiraba la propuesta de ley.
En un sorprendente caso de movilización social llevada a cabo después de que el objetivo político se haya cumplido (y no en el sentido de muestras de triunfo o alegría, sino de protestas contra el gobierno y el presidente por una propuesta de ley que ya había sido retirada), tanto el viernes por la noche como hoy (sábado, 14 de enero), ha habido concentraciones en Bucarest, Cluj, Sibiu, Târgu Mureș y otras ciudades. Rehén de su propia ley de manifestaciones públicas (aprobada hace un par de meses y una de las más restrictivas de la UE), el gobierno usó la fuerza pública para dispersar las manifestaciones. No ha habido violencia, porque en general las concentraciones eran pequeñas y la gente se marchó sin más. Pero lo de hoy en Bucarest ha alcanzado otras proporciones, que no se veían en Rumania desde hacía años. Para reabrir el tráfico en Piaţa Universităţii se ha cargado contra los manifestantes, y se han usado gases lacrimógenos. Han volado varios ladrillos y ha habido policías heridos. A las 21:30 se reabrió el tráfico, pero a los diez minutos la muchedumbre lo volvió a cortar. Bien entrada la noche siguen repartiéndose palos en el centro de Bucarest.
Veremos mañana cuál es el balance de la batalla, pero Băsescu seguro que se arrepiente de haber retirado la ley (sin duda para salvarle los muebles a su partido en un año electoral). Es seguro que si hubiese seguido adelante, esto no hubiera ocurrido, o no en la misma proporción.
En medio de todo ello, la iconografía de la Revolución de Diciembre de 1989 sigue poseyendo una fuerza incombustible. Gritos de «Libertate» y banderas rumanas con el círculo central cortado, como hace 22 años.
Fuente: http://eurasianhub.com/2012/01/15/la-revuelta-rumana-de-las-tijeras/