El Gobierno escocés inicia un proceso de consulta sobre el referéndum de otoño de 2014 y el plan de transición hacia la independencia
Aunque la atención mediática se ha centrado en la pregunta que el primer ministro escocés, el nacionalista Alex Salmond, plantea para el referéndum que decidirá sobre la independencia de Escocia en el otoño de 2014, el documento presentado ayer en el Parlamento de Edimburgo, `Tu Escocia, Tu Referéndum’ se centra precisamente en el proceso que determinará el contenido de la papeleta, que el Gobierno del Partido Nacionalista Escocés desea que sea abierto y accesible para todos los escoceses, porque está será «la decisión más importante tomada en Escocia en 300 años».
La decisión de los nacionalistas de iniciar una consulta popular de cara al referéndum, además de asegurar la participación ciudadana en temas claves para el futuro de Escocia, asegura que el debate sobre la independencia salga a la calle y empiece a discutirse desde un nivel práctico y real, en lugar de como una teoría distante, tal y como indicaba Patrick Harvie, de los Verdes, al expresar su esperanza de que el debate de independencia abra la puerta al deseo de la gente «por tomar las riendas del futuro de su país y de nuestras comunidades».
«Nuestro futuro y elección»
Los unionistas escoceses pueden respirar tranquilos por el momento, como podrá hacerlo el primer ministro británico, ya que si la consulta no altera los planes de Salmond, la pregunta será clara y contundente -«¿Está de acuerdo con que Escocia sea una nación independiente?»-, con una respuesta de «si» o «no». Sin embargo, en la consulta popular ya iniciada por el Gobierno nacionalista escocés -y cuyo plazo concluye el 11 de mayo- se incluye la posibilidad de incluir una situación intermedia, la llamada «Devolución Máxima», que plantearía más transferencias de Londres a Escocia, incluyendo la independencia fiscal.
Finalmente, Salmond parece haber abandonado los planes para la creación de una comisión independiente para hacerse cargo de la votación, y ha aceptado que sea la Comisión Electoral la responsable por la organización de la votación (que costará 10 millones de libras esterlinas) y el recuento de los votos. Sin embargo, los resultados de la consulta pública a la que se invita a los escoceses, serán los que determinen, además de la pregunta a incluir en la papeleta, los límites de gastos en la campaña electoral, y cómo debe regularse el referéndum.
Durante la presentación del documento, Salmond volvió a cuestionar a aquellos que plantean que Escocia no está preparada para ser independiente, recordando que cuentan con importante recursos naturales, «gente brillante y una sociedad fuerte» y que necesita de la independencia para poder desarrollarse totalmente, con una visión que aúna la riqueza económica de Escocia con el bienestar de los ciudadanos para «crear una nación mejor» fuera de las limitaciones presupuestarias impuestas desde Londres, que obstaculizan la creación de empleo, el crecimiento económico y la existencia de estructura de apoyo para aupar a aquellos que más lo necesitan. Es por ello que Salmond aboga por abandonar una constitucionalidad que les limita, para conseguir una «que nos libere para construir una sociedad mejor».
«El día después de su independencia, Escocia seguirá siendo muy similar a lo que es hoy: la gente ira a trabajar, las pensiones y subsidios serán cobrados, los niños saldrá a jugar y la vida seguirá como siempre», explica Salmond en el prefacio del documento de consulta, que sirvió como la base de su intervención ante el Parlamento. «La independencia significa que las decisiones sobre lo que ocurre en Escocia y para Escocia son tomadas por aquellos a los que más les preocupa Escocia, la gente que vive, trabaja y cría a sus hijos en Escocia. El pueblo escocés estará al mando».
«Tu Escocia, Tu Referéndum» es un documento de 122 páginas que invita a los escoceses a decidir cómo se organizará el referéndum, y todas las respuestas y sugerencias recibidas serán publicadas siempre y cuando los participantes no exijan mantener el anonimato, y formarán parte del debate parlamentario, que los nacionalistas planean para 2013, para el desarrollo de la legislación de referéndum. Precisamente, en lo que se refiere a la legitimidad de un referéndum de independencia planteado desde el Parlamento escocés, el documento señala que la opinión legal apunta a que, tal y como defendía el Gobierno nacionalista encabezado por Alex Salmond, el Parlamento de Edimburgo tiene la legitimidad para convocar consultas tanto de reforma del marco «autonómico» como de autodeterminación, y aun ofreciéndose a trabajar con Londres, para asegurar el consenso sobre el referéndum, el documento invoca al mandato del Gobierno del SNP, respaldado por el apoyo de los votantes, en lo que se refiere a la decisión de la fecha y términos de la consulta electoral.
Durante su intervención en el Parlamento, Salmond señaló todos los residentes en Escocia tienen derecho a participar en el referéndum, y que el deseo de su partido es que este derecho se extienda a los jóvenes de 16 y 17 años.
En el capitulo 4 el documento presenta cuáles serían los pasos a seguir en el caso de que los votantes optaran por la independencia de Escocia, entre ellos un periodo transitorio para asegurarse de que las instituciones estatales están preparadas para responder a sus nuevas responsabilidades. Laboristas, Liberales y conservadores permanecen unidos en su oposición al plan de Salmond. El líder de los liberales en Escocia, Willie Rennie, describió el plan como «mucho ruido y pocas nueces», apuntando que la situación económica es mas importante que la independencia de Escocia desde su punto de vista, ya que defiende el mantenimiento del vínculo actual con Londres. Por su parte, el líder laborista escocés Johann Lamont aseguraba que lo importante no es el resultado, sino el mantenimiento de la cohesión social, mientras que la conservadora Ruth Davidson se felicitaba porque Salmond ha decidido apoyar una pregunta clara.
El calendario del referendum escocés, cita de la historia independentista
La fecha elegida por el Gobierno escocés para la declaración de independencia del Reino Unido, el año 2016, tiene un especial significado para el llamado Reino Unido. Ese es el año en el que Irlanda conmemora el centenario del levantamiento de Pascua, que marcó el principio del fin de la presencia británica en los 26 condados que conforman la República irlandesa. Es también un recordatorio de que mientras Escocia puede retomar su soberanía, Irlanda sigue dividida.
Escocia fue un estado independiente desde su unificación, en el año 843, hasta la firma del tratado de la unión por el Parlamento escocés en 1707 y que crea el concepto de Gran Bretaña, con la disolución del Parlamento escocés y el inglés, y la creación del británico actual.
En Escocia, la oposición a este tratado se reflejó en revueltas callejeras y protestas en Edimburgo. Por otro lado, el acuerdo mantenía muchas de las instituciones escocesas lo que ha servido para preservar la identidad nacional escocesa.
Otra fecha que marca el calendario de independencia escocés es 2014, año en el que celebrará el referéndum planteado por el Gobierno nacionalista de Alex Salmond y que coincide con el 700 aniversario de Blar Allt a’ Bhonnaich, la batalla decisiva en la primera guerra de independencia, que tuvo lugar en junio del 1314.
Seis años después se produce la declaración de Arbroath, una carta enviada al papa Juan XXII con la intención de confirmar el estatus de Escocia como un estado soberano independiente, pero que muchos también interpretan como una expresión de soberanía popular y cuyo texto dice: «verdaderamente no es por gloria o riquezas, o por honores que estamos luchando, sino por la libertad, por ella solo, porque ningún hombre honesto renuncia a ella sino con la misma vida».
Sin embargo, la consecución de la independencia no significará el final de todos los vínculos con el Estado británico, ya que el líder nacionalista Alex Salmond ha anunciado que seguirían siendo miembros de la Commonwealth, una asociación voluntaria de 54 estados independientes, en su mayoría antiguas colonias británicas, entre las que se encuentran Canadá o Australia, y a cuya cabeza se sitúa la monarca británica.