Apelo al ejemplo y la agudeza de nuestro inolvidable y talentoso camarada Orlando Martínez (asesinado en 1975); recurro al espíritu de sus análisis mas allá de lo macro -y a la esencia de los mismos expuesta y sistematizada a través de su columna Microscopio- para examinar, valorar y ponderar algunos aspectos del XVIII Encuentro del […]
Apelo al ejemplo y la agudeza de nuestro inolvidable y talentoso camarada Orlando Martínez (asesinado en 1975); recurro al espíritu de sus análisis mas allá de lo macro -y a la esencia de los mismos expuesta y sistematizada a través de su columna Microscopio- para examinar, valorar y ponderar algunos aspectos del XVIII Encuentro del Foro de Sao Paulo (FSP) realizado recientemente en Venezuela y muy especialmente de su Declaración de Caracas.
1.- Magnífica fue la idea de realizar ese importante evento en esa Capital de nuestra América, por lo que representa para el mundo el proceso hacia la revolución en Venezuela y por la urgente necesidad de respaldar a su líder y su pueblo, tanto en la trascendente contienda electoral del próximo 7 de octubre como en cualquier otro escenario a ser creado por los planes de agresión puestos en marcha por el imperialismo de EEUU, la burguesía transnacional y sus aliados internos y externos.
Misión cumplida en el compromiso colectivo explicitado al término de ese evento y en el plan de acción incluido en sus resoluciones, aunque ciertamente las partes mas blandas de sus componentes tiendan a asumir ese tipo de acuerdos solo como pronunciamientos, con escasa disposición de convertir las palabras en hechos contundentes.
Misión cumplida, además, en el señalamiento responsable de las fuerzas que conspiran contra ese valioso proceso, salvo el silencio preocupante respecto al rol del oprobioso régimen colombiano, receptor de poderosas fuerzas intervencionistas a cargo del Pentágono, la CIA y el MOSAAD; responsable directo de la creación e infiltración en gran escala en territorios vecinos de unidades paramilitares, equipos asesores de la extrema derecha venezolana, comandos de sabotajes y atentados, traslado de capitales sucios y mecanismos corruptores; incluida dentro de su pérfida programación la elaboración y promoción de planes separatistas y fracturas territoriales, especialmente en el Estado Zulia y otras zonas fronterizas.
2.- La sede venezolana y la gravitación en su seno de los países del ALBA, esta vez en forma muy intensa, ampliaron considerablemente el poder de convocatoria y la proyección mediática del FSP: ochocientos delegados/as y cien organizaciones de cincuenta países, la capacidad de difusión de TELESUR, del sistema de medios bolivarianos y cubanos; la reanomada influencia de partidos que son gobiernos en la opinión internacional y la activación de numerosos espacios alternativos y redes sociales por iniciativa de los/as participantes… produjeron un importante efecto multiplicador y una proyección continental y mundial sin precedente en la historia de este Foro.
Entrando ya en el contenido de la declaración final, la comparación entre la hegemonía del neoliberalismo en Europa y el avance de los procesos alternativos en esta región, luce -además de exageradamente triunfalista- sensiblemente incompleta, si se ponderan debidamente todas las vertientes del fenómeno y ciertos detalles por países y procesos.
En América Latina y el Caribe, en «la parte importante» donde «las fuerzas progresistas y de izquierdas dirigen los destinos de las naciones del área», hay muchos desniveles tanto en el plano del desmonte del neoliberalismo como en materia de soberanía, gravitación de la burguesía transnacional y local, dimensión del sector financiero privado y bases sociales y culturales del neoliberalismo. También en cuanto al reemplazo de las instituciones tradicionales y la creación de nuevas bases constitucionales democráticas participativas.
Hay gobiernos de ese conjunto que no han desprivatizado, o lo han hecho muy limitadamente, lo privatizado en la era neoliberal; que mantienen acuerdos militares y de seguridad con EEUU y sus aliados, que sostienen concesiones onerosas al gran capital financiero local o internacional, que favorecen y participan en la intervención militar en Haití; que no han debilitado sensiblemente los sistemas e instituciones tradicionales, las bases económicas, sociales y culturales del orden capitalista neoliberal; llegando en algunos casos solo a moderar sus aristas mas irritantes, a combinar «neoliberalismo ligh» y «neo-keynesianismo», o a aproximarse a una especie de «neo-socialdemocracia»; manteniendo vigente el fantasma del retroceso.
En la otra parte de las naciones del área, nada despreciable en cuanto a su dimensión y poder -sobretodo si se pondera debidamente el enorme peso en sus territorios de la burguesía transnacional, de sus Estados imperialistas y sus contingentes militares- reina el neoliberalismo en sus formas más brutales, junto al poder político de las derechas y la extrema derecha de todas los matices.
Basta mencionar Chile, Perú (de vuelta atrás con la derechización del presidente Humala), Paraguay, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala, México, Jamaica, Republica Dominicana, Puerto Rico, Aruba, Curasao, Bahamas y otras islas caribeñas, y de paso sumárselo a lo anteriormente descrito, para apreciar los límites territoriales de los cambios en el Continente y la fragilidad de ciertos procesos en el contexto de la presente contraofensiva de EEUU y sus aliados; sin dejar de ponderar los significativos avances alcanzados y de valorar la oportunidad que brinda al quehacer revolucionario la multi-mega crisis que afecta al imperialismo estadounidense y a todo el sistema capitalista.
La Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y la Confederación de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con todo su valor en cuanto a esfuerzos de no subordinación a EEUU, tienen en su seno no pocos «caballos de Troya»; amén del peso extraordinario del sistema capitalista en su propio seno.
El FSP pasa por alto estas realidades, las cuales deben enfrentarse con nombres y apellidos y con firme determinación desde fuerzas políticas que deberían diferenciar el rol de los Estados y el de las organizaciones políticas y sociales en los procesos transformadores. Porque quedarse en expectativas y propagandas gubernamentales exageradas, sin ver las bases movedizas de esos proyectos integracionistas y sus carencias en cuanto a contenido social emancipador, no hace bien.
Ni hablar que el FSP no pondera la emergencia antineoliberal y anticapitalista de las bases populares y sectores medios europeos e incluso estadounidense en medio de una crisis de por sí agobiante que extiende la indignación a todos los continentes.
3.- Carece de todo fundamento incluir el «triunfo» electoral del Danilo Medina y del Partido de la Liberación Dominicana-PLD que preside Leonel Fernández, como parte de los avances de las «fuerzas progresistas y de izquierdas» en la región.
Neoliberalismo rampante, corrupción, narco-corrupción, asesoría y presencia militar de EEUU, Colombia e Israel; TLCs, concesiones onerosas a voraces corporaciones mineras, negación de soberanía y dictadura institucionalizada, es lo que representa ese » triunfo» impregnado de fraude, dinero sucio, soborno, clientelismo y trampas de diversos tipos.
Ese y otros casos parecidos solo son posibles en un FSP donde gravitan con fuerza partidos que actúan a la vez como gobiernos y Estados, y que muchas veces confunden sus roles dentro y fuera de sus fronteras, unos muy moderados y otros relativamente avanzados; con posicionamientos a veces diferenciados y /o contradictorios, a veces no.
La media resultante es una tendencia que evade asumir una línea a favor de la revolución continental, de la solidaridad y unidad internacionalista con y entre sujetos y actores político-sociales oprimidos y excluidos, dispuestos a impugnar en cada escenario nacional e internacional los Estados y a enfrentarse con firmeza a la creciente presencia militar estadounidense y a los bloques dominantes-gobernantes subordinados a la burguesía transnacional, a los imperialismos norteamericano y europeo. Estados, por demás, gerenciados por burguesías y partidocracias dependientes y mafiosas.
Esa tendencia generalmente se deja condicionar por la primacía del respeto exagerado a las relaciones de gobierno a gobierno y Estado a Estado, incluidas las relaciones con aquellos gobiernos de signos contrarios a las reformas avanzadas y a la revolución; salvo frente a ciertas excepciones grotescas de corte golpista que son temporalmente condenadas y aisladas. Esa exageración incluye la inhibición de las organizaciones sociales y políticas en el necesario hermanamiento y respaldo mutuo con sus similares en otros países e incluso su innecesaria vinculación y colaboración con fuerzas políticas defensoras de los gobiernos derechistas.
Las críticas y las iniciativas políticas contrarias a esos Estados y poderes adversos a los cambios, como el apoyo a sus más consecuentes opositores/as, con la excepción de ciertas opciones electorales moderadas con perspectivas de victoria, no están contempladas por la fuerzas que hegemonizan y controlan el FSP, auspiciando a la vez en su interior un fuerte déficit de métodos democráticos-participativos para garantizar su preeminencia.
Igual son ignoradas las fuerzas responsables de repliegues y concesiones onerosas de gobiernos llamados progresistas, que facilitan los contra-ataques del imperialismo y las derechas. Así lo malo que hizo Lugo y lo malo que está haciendo Humala en Perú y Funes en El Salvador, es rodeado de un silencio perjudicial; mientras al Lobo de Honduras, al diablo Santo, al farsante, neoliberal y corrupto del Leonel, no se les acusa de las barbaridades cometidas en sus respectivos países. Incluso el partido que lidera Leonel en República Dominicana y sus grupos satélites -y otros similares de otros países- son miembros plenos del Foro; mientras figuras del PRI de México, beneficiario del fraude, fueron invitadas a ese encuentro sin el menor sonrojo.
4.- Algo muy cuestionable es la manera de abordar el tema colombiano, como si se tratara de un conflicto con responsabilidades compartidas, sin caracterizar el Estado narco-para-terrorista de ese país, sin denunciar su condición de plataforma de intervención militar de EEUU y de Israel para actuar dentro y fuera de su territorio, sin denunciar sus crímenes, su neoliberalismo y su guerra sucia.
En el caso colombiano, y en no pocos donde aparece la insurgencia armada o la posibilidad de su desarrollo, una parte de las izquierdas moderadas o reformistas que operan dentro y fuera del FSP, se esfuerzan en guardar distancias respecto a las heroicas organizaciones que las protagonizan, procurando excluirlas, ignorarlas o negarle solidaridad. Y en verdad que no pocas veces han tenido éxitos en ese propósito.
Pasó así con Chávez estigmatizado inicialmente como golpista, con la irrupción del subversivo MR-B-200 convertido después en Movimiento V República (MVR), con el MRTA de Perú, el EZLN de México y Patria para Todos de Argentina, y sigue pasando así con las FARC-EP, con la resistencia iraquí y afgana y otras parecidas, e incluso con una fuerza civil como H. Batasuna del País Vasco.
Honrosas excepciones son algunas de las organizaciones insurgentes palestinas, cuya especial legitimación data de muchas décadas, siendo beneficiarias de un trato respetuoso por todas las fuerzas del Foro. Faltaría conocer mejor las opiniones y actitudes respecto a la poderosa, emergente y original Hebollag; y más allá, respecto a las organizaciones político-militares antiimperialista y anticapitalistas de Turquía, Kurdistán y Filipinas, entre otras; todas, más allá de cualquier diferencia, merecedoras de solidaridad en su lucha contra el terrible terrorismo de Estado sionista y estadounidense.
El tema militar, las 46 bases militares de EEUU en la región, la reactivación de la IV Flota estadounidense, las nuevas maniobras militares, las nuevas doctrinas policiales y la tesis de las guerras preventivas, ameritan un trato más serio y profundo respecto a lo que le viene encima a este continente preñado de riquezas y sobre la manera de enfrentarlo integralmente sin reducirnos como izquierda al pacifismo ingenuo u oportunista.
5.- Esta vez el FSP debió obviar formalismos y acoger por aclamación el ingreso solicitado por el emergente Movimiento Marcha Patriótica de Colombia, que viene a llenar un vacío político en la lucha legal y abierta en ese hermano país; exhibiendo como fuerza civil político-social, portadora de una propuesta de paz, una marcada vocación contestataria del decadente orden institucional colombiano y una formidable capacidad de convocatoria y movilización; agrupando en un mismo proyecto transformador una gran diversidad de movimientos sociales, políticos y culturales alternativos; con liderazgos tan importantes como el de la ex-senadora Piedad Córdoba (criminalizada por ese régimen nefasto).
El retraso intencionado en dar su aprobación (con olor a veto simulado) de parte de uno de los agrupamientos centro-izquierdista colombiano en extinción, producto de su excesiva moderación y de la corrupción de algunos de sus más destacados funcionarios electos, debió ser obviado para no dilatar más al merecido reconocimiento de Marcha Patriótica, sintonizado con el sentir de ese pueblo hermano.
6.- Las características del FSP como espacio de confluencia de una parte de la diversidad de las izquierdas (reformistas y revolucionarias), de partidos de centro- izquierda y hasta centro-derecha y derecha, al parecer le impide visualizar y enfrentar la crisis actual del sistema capitalista en su real dimensión y profundidad, lo que conlleva despreciar la necesaria estrategia anti-capitalista y pro-socialista de nuevo tipo en el actual contexto latino-caribeño y mundial.
No es simplemente que el capitalismo esté afectado por «un fuerte crisis estructural» , acompañado «de la disputa por espacios geopolíticos y geoestratégicos, la emergencia de nuevos polos de poder, las amenazas contra la paz mundial y la agresividad militar e ingerencia del imperialismo que intenta que intenta revertir su declive». Esa es una formulación no actualizada de la crisis capitalista en marcha, que hizo explosión en el 2008 en EEUU.
La cuestión es mucho más grave: la crisis del capitalismo es múltiple, crónica, sin contar en su médula dominante y concentrada con un relevo sistémico a su destructiva y decadente restructuración neoliberal, la cual tiende a profundizar.
El capitalismo está en crisis mayor (económica, social, ambiental, urbanística, militar, moral, político-institucional) y el capitalismo es al mismo tiempo la crisis: es la crisis de la civilización burguesa y provoca una peligrosa crisis de existencia de la humanidad.
No hay salida a esta grave situación desde el capitalismo, aun en los casos de gobiernos reformadores o reformistas ubicados en su periferia. O profundizan los cambios en dirección a las transiciones al socialismo o sucumben en manos de la contra-reforma y la contra-revolución.
Por eso el valor limitado del Foro, dada su renuencia a jugar un rol revolucionario; radical, en tanto ir a la raíz del problema; resistente a ese viraje dado su débil espíritu confrontativo con los poderes permanentes establecidos y su escasa vocación para el accionar internacionalista anticapitalista.
El propio Chávez, en la sesión de clausura, se quejaba de la ausencia de planes de acción y coordinación de luchas contundentes, como también cuestionó la validez de las opciones neo-reformistas.
La sede venezolana ciertamente radicalizó la retórica de la declaración final en comparación con otros momentos. En algunos de sus pasajes se siente la impronta del antiimperialismo y también referencias al socialismo bolivariano, las cuales no aparecían en el lema del evento reducido al anti-neoliberalismo y la paz.
7. -Claro está que -además de espacio para realizar valiosos encuentros bilaterales y declaraciones puntuales de solidaridad y posicionamientos contra la extrema derecha, el fascismo, el militarismo imperialista, el patriarcado, el colonialismo, el medio ambiente amenazado, la discriminación de la juventud…- el FSP es confluencia de un gran abanico de fuerzas, que si bien partes significativas de ellas se muestran renuentes a actuar contra el sistema dominante, la mayoría por lo menos propugna por reformarlo. Y eso tiene un valor que podría potenciarse si ciertos oídos resistentes se abren a las críticas justas y se tornan receptivos cuanto menos en temas como el desmonte radical del neoliberalismo y la plena recuperación de la soberanía.
8.- Finalmente hay que decir que la existencia del FSP no es contradictoria con la necesidad de fortalecer otros espacios continentales, regionales y mundiales de mayor radicalidad, como lo es el Movimiento Continental Bolivariano (MCB) en el que participo. Ni permite obviar el necesario proceso de construcción de una nueva internacional anticapitalista, socialista, comunista; a tono con estos tiempos y con las actuales características del capitalismo y su multi-crisis, con posibilidad de agrupar las nuevas fuerzas de vanguardia en toda su diversidad. Por el contrario, hay que acelerar en el continente y en el mundo los pasos en esa dirección, sin ponerlos en contraposición con espacios de alcance más limitados, asumiendo sí diferenciaciones y roles precisos y diferenciados, y delimitando fronteras políticas y conceptuales.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.