Es preciso recordarlo y comunicar a quienes no se han enterado. La mayoría de los «políticos» prefiere olvidarlo. Durante la guerra interna fue jefe militar en Madre Mía, Tocache, Huánuco, con el alias de «capitán Carlos». Fue denunciado por asesinatos y torturas, luego pagó a los testigos para que cambiaran su declaración. Se jactó de […]
Es preciso recordarlo y comunicar a quienes no se han enterado.
La mayoría de los «políticos» prefiere olvidarlo.
Durante la guerra interna fue jefe militar en Madre Mía, Tocache, Huánuco, con el alias de «capitán Carlos». Fue denunciado por asesinatos y torturas, luego pagó a los testigos para que cambiaran su declaración.
Se jactó de haber sido felicitado por sus superiores. ¿A quienes felicitaban los jefes en ese período? A quienes mataban inocentes (militares que no querían hacerlo tuvieron que huir del país). S u legajo de servicios militares durante esos años «se perdió». Ahora sus jefes de entonces son premiados con cargos importantes.
En la campaña del 2006 un político de derecha dijo que no se debía castigar a los militares asesinos denunciados por la Comisión de la Verdad, protestaron los organismos de Derechos Humanos. Él también protestó, pero porque en campaña electoral no se debía tocar ese punto tan delicado para la «familia militar». Ahora es ésa la familia gobernante.
Posteriormente fue nombrado jefe del cuartel Locumba, en Moquegua, pues Montesinos necesitaba gente de confianza para impulsar el trabajo de reelección de Fujimori.
El 29 de octubre del año 2000, Montesinos llamó cuatro veces desde su celular a dicho cuartel mientras se fugaba del país en el velero «Karisma» al mismo tiempo que se iniciaba el «Locumbazo». Las llamadas desde el celular 9970-8099 de Montesinos hacia el teléfono fijo054-713791 se realizaron a las 10:52 AM y las tres restantes luego de las 14 horas de ese domingo.
Ollanta sacó del cuartel a 57 soldados a hacer ejercicios. Afuera les comunicó que era un levantamiento contra el gobierno, luego los condujo al campamento minero de Toquepala de donde telefoneó a Radio Programas para comunicar del «levantamiento», esto era urgente y necesario para que la atención se centrara en el levantamiento y no se sintiera la fuga de Montesinos.
Cuando dejó el campamento sólo le quedaban reservistas que había reclutado Antauro, los soldados habían huido.
Fujimori salió del país y luego renunció por fax. Ocupó la presidencia Valentín Paniagua.
Humala se rindió ante él luego de haber estado paseando por Moquegua y Arequipa durante más de un mes.
Como no ocurre en ninguna parte del mundo, contra ese levantamiento para derrocar al gobierno no hubo ni un disparo, jefes encargados de atacarlo informan que fueron ordenados de ir sin municiones.
¡En más de un mes de «levantamiento para derribar al gobierno» no hubo ni un rasguño!
Luego estuvo detenido unos días y fue enviado como agregado militar a la embajada en Francia y después a Corea, recibiendo un jugoso sueldo.
Regresó al Perú y aprovechó la organización de reservistas verdaderos y falsos que había montado su hermano Antauro (quien ya estaba preso) a través del periódico Ollanta en el que escribía algunas cosas contra los intereses imperialistas.
Nunca estuvo en ninguna protesta popular. Nunca se dijo izquierdista, eso lo inventaron los «izquierdistas» para acomodarse.
Lo que sí es cierto, es que en su campaña en Cajamarca prometió defender el agua contra el oro y que una de sus primeras actitudes como gobernante fue decir «Conga va sí o sí».
Jamás estuvo de acuerdo con la democracia. Como recordamos arriba, no consultó a los soldados si querían levantarse contra el gobierno, en tanto jefe militar él les ordenó que lo hicieran. Dice que en su partido no es como los otros, en que las juntas directivas son nombradas por elección. En su partido las designa él.
Nunca hubo congreso en su «partido», es él quien da las órdenes, ni por un momento dejó su mentalidad jerárquica militar.
Para engañar al pueblo que había votado por él porque prometió cambios, puso un gabinete «progresista» transitorio, al que pronto cambió.
Ahora cambió a Valdés, no por reaccionario, sino porque inocentemente dice las cosas que el presidente piensa pero no las dice, como que admira a Fujimori y que Humala no debe cumplir sus promesas de campaña.
El nuevo gabinete seguirá la misma política aunque no diciendo lo que piensa.
El pueblo debe ser consciente de que quienes gobiernan son las grandes empresas transnacionales en su propio beneficio a través de «la familia militar» del presidente.
El Perú continúa siendo colonia, primero fue de España, luego de Inglaterra, después de Estados Unidos y ahora de las empresas transnacionales, a las cuales no les importa si matan a la naturaleza y a la población peruana, sólo les interesa ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible. Ollanta es el virrey.
A pesar de haber sabido esto consideré un triunfo cuando él ganó en las elecciones, pues si cualquier otro ganaba, el pueblo pobre se hubiera sentido derrotado. En cambio cuando Humala triunfó, exclamó «¡Ganamos!», y cuando inició sus acciones se sintió indignado, traicionado, dispuesto a luchar para defender lo que votó y lo está haciendo.
Sólo el pueblo organizado se liberará a sí mismo.
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