Finalmente Monti lo ha admitido en Nueva York, diciendo así: «Tomaría en consideración un segundo mandato sólo en circunstancias especiales si lo solicitan las fuerzas políticas». Monti repite la premisa con que llegó al gobierno: aceptará un gobierno en una coyuntura excepcional si y sólo si se lo piden los partidos. Dicho de otro modo, […]
Finalmente Monti lo ha admitido en Nueva York, diciendo así: «Tomaría en consideración un segundo mandato sólo en circunstancias especiales si lo solicitan las fuerzas políticas». Monti repite la premisa con que llegó al gobierno: aceptará un gobierno en una coyuntura excepcional si y sólo si se lo piden los partidos. Dicho de otro modo, en caso de que estos se comprometan a no ejercer de oposición. Es verdaderamente ingeniosa esta «extraña» criatura política de Monti: nadie elige al gobierno, porque los gobiernos se deciden en un espacio y un tiempo ajenos al del ya viejo proceso electoral. La reacción de los partidos políticos a las declaraciones de Monti dice mucho del montismo: Vendola (Sinistra, Ecologia e Libertà) critica el fondo de la cuestión acusando a su gobierno de «ser el responsable de la recesión»; en cambio, las críticas desde el centroizquierda le llegan más que por el contenido de su gobierno por el respeto a las apariencias de la democracia representativa; el centroderecha, por su parte, o aprueba la idea o no la rechaza. Entre los fans de Monti, destacan el Administrador Delegado de FIAT, el presidente de la patronal italiana, el Secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, el fundador de Moody’s Economy.com y el portavoz de Angela Merkel. A menos que haya algún imprevisto antitecnocrático, parece avecinarse otro gobierno Monti nombrado, como decíamos, antes y por encima de las elecciones de primavera de 2013.
El «extraño» gobierno «de compromiso nacional» de Mario Monti nació al margen de las urnas por encargo del Presidente de la República el 14 de noviembre de 2011. Monti, desde el primer día de consultas con los partidos, insistió en estos dos pilares de su mandato: el apoyo de los partidos y un «horizonte temporal», que Monti fijó en las elecciones políticas de la primavera de 2013. Tras recibir 228 votos a favor y sólo 25 en contra en la moción de confianza en el Senado, Monti había conseguido lo que parecía imposible: acabar con el sistema bipartidista del ventenio berlusconiano (1). Pese a las tempranas amenazas de Berlusconi -«Podemos desenchufarlo cuando queramos»-, la necesidad del respaldo de los partidos no lo volvía débil sino indispensable. La idea de su defenestración pasó a significar su entronamiento; su ausencia del gobierno, su permanencia segura.
El argumento del límite temporal del fin de la legislatura tranquilizaba en principio a los electores: se había otorgado un privilegio antidemocrático, pero concluiría pronto. «Sí a Monti, pero que no vuelva a presentarse», había avisado al apoyarle en noviembre Berlusconi. Desde la primavera hasta esta misma semana, tanto en Italia como el extranjero, Monti negó y negó y volvió a negar que volviera a gobernar. A medida que corría el año, la caducidad del extraño gobierno sirvió para ir cimentando la indispensabilidad de su prórroga debido a que ninguna opción política mayoritaria, ni el centroderecha ni el centroizquierda, representan alternativas a Monti actualmente. En el mes de junio Monti dijo en Il Sole 24 Ore, periódico de la patronal, que había perdido el apoyo de los «poderes fuertes», pero, pasado el verano, tanto la patronal en la reunión de Cernobbio como la Conferencia Episcopal Italiana, concedieron su apoyo explícito -desde fuera, desde antes- para que prosiga este «extraño» gobierno.
Los argumentos retóricos principales que ha esgrimido el hábil político para hacer que centroizquierda y centroderecha acaben aceptando una cosa y la misma son dos: «patriotismo» y «Europa». El primero asegura la cohesión nacional, pues quien va contra su gobierno «de compromiso nacional», se convierte poco menos que en traidor a la patria. En cuanto a Europa, es una excusa perfecta que también sucede allí y antes. Dicen: «Hay que cumplir con lo ya firmado en Bruselas». El caso es que del ImpEuro es inconcebible salir porque en Maastricht se ideó una fortaleza a la que no se entra, pero de la que no se sale. Nótese, además, que Monti es, desde antes del euro, promotor de la necesidad de gobernar Europa por encima de los Parlamentos nacionales. Así respondió Monti en una entrevista a Der Spiegel en junio: «Si los gobiernos estuvieran completamente vinculados a las decisiones de los parlamentos, sin mantener un espacio proprio de maniobra, entonces una desintegración [europea] sería más probable que una integración». Si «Europa» es la razón superior a escala nacional, a escala europea lo será el argumento «¡Más Europa!» (2).
La tecnocracia significa tener la exclusiva del poder, para lo cual no ha de haber verdadera oposición. Desde noviembre hasta la fecha, una larga lista de líderes políticos del ventenio berlusconiano se han visto salpicados de escándalos de corrupción: Bossi ex Secretario de la Liga Norte, Formigoni, presidente de la Región Lombardía (PDL), Polverini, presidente de la Región Lazio, Lusi, tesorero de la Margherita (partido que forma parte del PD) etc. La ola de «antipolítica» que azota Italia desde el final del berlusconismo se traduce o en apoyo ciego a la tecnocracia o bien a la oposición «antisistema» más chillona. El cómico Beppe Grillo, inspirador del Movimiento 5 Estrellas, al que en 2005 elogié, ha sabido concentrar mucho consenso «antipolítico» a través de una estrategia mediática basada exclusivamente en la red. El blog lo ven entre 200 y 300.000 personas diariamente; en las redes sociales, dice Grillo, son los segundos sólo detrás de Obama. En junio saltaban las alarmas: en los sondeos políticos, Beppe Grillo alcanzaba la cifra de un 21%, poco detrás del PD (24%). A la vuelta del verano, saltó un escándalo en el Movimiento de Grillo: en un off the record un asesor regional del Movimiento elegido en la región Emilia denunciaba la falta de democracia interna y afirmaba que los políticos no habían entendido que dentro del Movimiento 5 Estrellas hay «una mente muy fría, culta e inteligente que entiende de organización, dinámica humana y política». Se refería a la sociedad Casaleggio Associati, sociedad de asesoría estratégica en la Red, que posee el copyright del Movimiento 5 Estrellas. Se supo que entre los socios de la Casaleggio figuraba Enrico Sassoon, manager vinculado al Aspen Institute de Italia, miembro de la Junta directiva de la American Chamber of Commerce en Italia, y por tanto, representante indudablemente de los «poderes fuertes». ¿Acaso esos mismos poderes fuertes habrían creado un movimiento opositor con objeto de restar vigor al resto de la oposición? Siendo Italia cuna de la estrategia de la tensión y de Maquiavelo, todo cabe, aunque la explicación parece muy rebuscada. Lo que sí es cierto es que el Movimiento 5 Estrellas, partiendo de que «los partidos están muertos», se define como un «no-partido» basado en un «no-estatuto», que no es «ni de izquierda ni de derecha» sino que se sitúa «delante». Es curioso que la mayor oposición a ese gobierno de Monti formado allí y antes corresponda una oposición que se sitúa delante espacial y temporalmente, y que declara no querer formar coaliciones contra Monti.
¿No hay entonces oposición desde la izquierda contra Monti?
La hay, sí. Fuera del Parlamento. Fuera del mainstream. 30.000 empleados públicos se manifestaron ayer en Roma contra los recortes. Hay múltiples partidos (Sinistra, Ecologia e Libertà, Federazione della Sinistra, Sinistra Critica), movimientos (ALBA, No TAV, No del Molin, Acqua Pubblica), y sindicatos (FIOM, USB) contrarios a su política neoliberal de desmantelamiento del Estado social. Les une una característica: el ser minorías más o menos minoritarias. Aún falta para que se articule un partido que reúna a todas estas fuerzas de izquierda. El 27 de octubre se celebrará la manifestación No Monti. Será un momento aquí y ahora contra la dictadura del allí y antes.
Notas:
1. Tomo la idea de Canfora, L.: È l’Europa che ce lo chiede. Falso! Laterza, septiembre 2012.
2. Es interesante a este respecto ver, por ejemplo, los resultados de la votación del pacto fiscal en el Parlamento Europeo.
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