Ecuador propuso a Gran Bretaña que autorice la salida de Julian Assange de su embajada en Londres a su homóloga en Estocolmo para responder desde allí a los requerimientos de la justicia sueca. El gobierno de David Cameron se negó, en otra actitud de desconocimiento de las normas internacionales, demostrando que su objetivo es extraditarlo […]
Ecuador propuso a Gran Bretaña que autorice la salida de Julian Assange de su embajada en Londres a su homóloga en Estocolmo para responder desde allí a los requerimientos de la justicia sueca. El gobierno de David Cameron se negó, en otra actitud de desconocimiento de las normas internacionales, demostrando que su objetivo es extraditarlo a Suecia, cuyas autoridades no han ocultado su intención de satisfacer el pedido del gobierno de EEUU de que a su vez lo extradite a ese país, ya que EEUU no le perdona que WikiLeaks haya revelado ante el mundo los crímenes perpetrados por el gobierno estadounidense, sus violaciones a los DDHH, las torturas en Guantánamo y en las cárceles secretas, todo lo cual integra la práctica diaria de las fuerzas armadas de EEUU y de sus servicios de inteligencia en el mundo.
Como se recordará, Gran Bretaña había amenazado a texto expreso a Ecuador, en un documento remitido el pasado 15 de agosto, con «tomar acciones para arrestar al Sr. Assange en las instalaciones actuales de la embajada» de Ecuador en Londres. Eso significaba irrumpir por la fuerza en dicha embajada. La denuncia pública del gobierno de Rafael Correa, la resolución por unanimidad de todos los países de UNASUR en su reunión del 19 de agosto en la histórica ciudad de Guayaquil y la decisión adoptada por todos los cancilleres de la OEA con excepción de EEUU y Canadá el 24 de agosto en Washington frustraron estos designios, dejando en evidencia que implicaban una violación de la legislación internacional, de la inviolabilidad de las embajadas, del derecho de asilo y de la propia Carta de la ONU en la medida en que la amenaza o el uso de la fuerza atenta contra la paz y la seguridad internacional. Es lo que sostuvo el canciller uruguayo Luis Almagro, en una posición plenamente compartida. En cambio, EEUU asumió la posición de Gran Bretaña, reiterando la conmixtión producida en la guerra de las Malvinas, en que un país del hemisferio (Argentina) fue agredido por una potencia extracontinental. En una reunión previa del Consejo Permanente de la OEA el 17 de agosto, que a propuesta de Ecuador acordó precisamente convocar la reunión de consulta de los cancilleres, también se opusieron a esa decisión EEUU y Canadá.
En la nueva situación creada (en realidad la misma perdura desde el 19 de junio, cuando Assange se asiló en la embajada de Ecuador en Londres) Página/12 le hizo un sustancioso reportaje al fundador de WikiLeaks. Allí recuerda sus primeras actividades juveniles en su natal Australia, actuando como hacker y como integrante del movimiento de los okupas, que ayudaban a los sin techo a ocupar viviendas deshabitadas. Lo más interesante es su opinión acerca de la inquina de EEUU por las actividades de WikiLeaks, que a su juicio derivan de las revelaciones efectuadas mediante la publicación de documentos oficiales «respecto a la guerra de Irak, a los secuestros, vuelos secretos y torturas en cárceles secretas de la CIA, a los casos de corrupción y asesinatos», con un señalamiento concreto de «las muertes por encargo que se ordenan desde la Casa Blanca», en referencia a los drones asesinos que estos días intensifican su actividad, como sucedió en Pakistán. En efecto, WikiLeaks reveló cientos de miles de documentos secretos del Pentágono, de centros de inteligencia y de la diplomacia de EEUU, que ponen al desnudo una conducta auténticamente terrorista en múltiples regiones del planeta, como Irak, Afganistán, Libia, Pakistán. El régimen de torturas sistemáticas en Guantánamo también quedó plenamente al descubierto.
Dice Assange: «Hemos revelado algo muy importante acerca de la hipocresía en Occidente, de cómo se aplica la censura moderna en Occidente y también en sus países aliados; hemos revelado la corrupción en los medios y, quizá nuestro mayor éxito, hemos radicalizado y educado políticamente a la juventud de Internet, que es ahora la mayoría de la juventud».
Y una conclusión sobre la censura: «En vez de protestar contra la censura, la deshacemos. La atacamos y publicamos. Alentamos a la gente que tiene conocimiento de planes o actos injustos que nos den la información, así la publicamos. Luchamos por esos derechos en general porque creemos en ellos y son necesarios para nuestra existencia». Para un manual sobre la libertad de prensa.