Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Un documento está en espera de ser firmado en el despacho de [el ministro del Interior francés] Manuel Valls desde hace diez días. Es la orden de expulsión de Georges Ibrahim Abdallah, condenado en 1987 a cadena perpetua. Lleva veintinueve años en la cárcel, lo que le convierte en uno de los presos políticos más antiguos del mundo. Pero, por una vez, Manuell Vall duda en dar esta orden de expulsión. Y es que no es una expulsión como las demás.
¿Quién se acuerda hoy de Georges Ibrahim Abdallah? Parece que este nombre pertenece a la prehistoria. Mucho antes del 11 de septiembre, de la yihad y de Ben Laden, para la mayoría de los medios y para el gobierno francés Georges Ibrahim Abdallah, libanés, comunista y fundador de las Fracciones Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL) fue el enemigo público número uno. Su rostro arisco encarnó el miedo durante meses. En 1987 fue condenado por complicidad con el asesinato de un diplomático estadounidense y de otro israelí. El gobierno [francés] de entonces (Chirac-Pasqua-Pandraud) trató por todos los medios de endilgarle los atentados sin esclarecer de París, pero la investigación policial desmintió las acusaciones.
Su juicio en 1987 es un psicodrama nacional de los que le encantan a Francia. Evidentemente, el Estado desea condenarle a cadena perpetua, pero también teme las represalias de las que imagina capaces a las FARL. Además, en Líbano hay unos rehenes franceses. El fiscal general del Supremo, exfiscal de Tribunal de Seguridad del Estado, implora al tribunal, «con gran dolor de su corazón», que no condene a Abdallah a una pena superior a diez años. En vano: el tribunal condena a Abdallah a cadena perpetua.
No osamos imaginar que si Manuel Valls tarda en firmar es por no disgustar al Consejo Representante de las Instituciones Judías en Francia (CRIF, por sus siglas en francés), el cual acaba de revelar por qué se opone a la liberación de Abdallah: porque no se ha arrepentido. Esa es también la postura del gobierno estadounidense, que acaba de recordarla. En el sentido inverso, el gobierno libanés aboga por la liberación de Abdallah. Pero, ¿qué peso tiene el gobierno libanés?
Si el CRIF se ha manifestado en este sentido es porque las cosas se aceleran. Después de rechazar nueve veces la demanda de petición de libertad de Abdallah (siempre la misma historia: un psiquiatra le pregunta si se arrepiente de sus actos, él responde que no, petición rechazada), la justicia acaba de aceptar la novena el pasado 10 de enero.
Pero con una condición: que el preso, que hoy tiene 61 años, se expulsado inmediatamente a su país, Líbano. Así, de manera elegante, la justicia le encasqueta al Estado este expediente lastrado por la razón de Estado que durante mucho tiempo, demasiado, ella ha aceptado llevar sola. Y continúa el juego del escondite jurídico-político: Manuel Valls no tienen que decidir si liberar o no a Abdallah, la justicia acaba de hacerlo con toda independencia. Expulsándolo a Líbano, Valls simplemente tiene que permitir que se ejecute esta decisión. Se trata, literalmente, de una decisión puramente técnica. El gobierno no lo libera, lo expulsa. No es una toma de postura a favor del terrorismo, ni siquiera a favor de Palestina o contra Israel. Por consiguiente, la «adhesión incondicional a Israel» que proclama Valls no debería, lógicamente, pesar en esta decisión.
¿Por qué nos interesa lo que ocurra con Georges Ibrahim Abdallah, alias del número de preso 2388/A221 de la cárcel de Lannemezan? Porque desde hace un año estamos escribiendo una novela de autoficción (1) que trata sobre el peso de la herencia, los intentos de modificar el determinismo, los fracasos y las pistas, y el hado de las leyendas familiares. Ahora bien, resulta que Georges Ibrahim Abdallah es tío paterno de Chloé [Delaume]. Así que pedimos visitar a Georges Abdallah en la cárcel de Lannemezan. Pero debieron de considerar que nuestro proyecto era muy peligroso y rechazaron nuestra petición. Sin duda, el gobierno estaba muy molesto. El año pasado la porfiada editorial Al Dante había publicado una recopilación de textos sobre, por y en torno al preso (2). Así que es posible que la cosa continúe por ahí y, por lo tanto, la petición de visita primero se «perdió» unos meses entre París y Lannemezan, y luego vino la decisión: la sobrina no tenía derecho a visitar a su tío. Se considera que la palabra de Abdallah es tan peligrosa que ni siquiera puede ver a su sobrina. Se corría el peligro de que evocara recuerdos de columpios y nunca se sabe a dónde puede llevar eso. No se sabe si lo que ha tenido más peso en esta decisión han sido los peligros de la autoficción o el miedo a disgustar a los estadounidenses. Así que en este momento nos encontramos ahí, en esta encrucijada de grandes peligros diplomáticos y literarios, meditando sobre las ventajas e inconvenientes de tener un tío terrorista. Los dos no estamos de acuerdo en todo sobre el terrorismo, precisamente, sobre la violencia política, sobre el perdón y el arrepentimiento, o sobre el peso de la Historia cuando esta destroza a una familia. Volver sobre esta historia y esta época conmociona nuestras ideas y nuestras vidas. Por ejemplo, ni siquiera estamos seguros los dos de que Abdallah desee verdaderamente ser liberado. Quizá sea más útil a la causa encarcelado que libre. Pero estamos de acuerdo en una cosa: la liberación o no del preso número 2388 / A221 dirá mucho sobre la obligación de arrepentirse por haber luchado por las propias ideas, es decir, sobre la propia noción de lucha política. Muchas cosas complicadas, cuestiones de otro siglo sobre las que a todas luces el Estado francés hoy no tiene discurso. Y sin duda esta es la razón por la que Manuel Valls tarda en firmar esta orden de expulsión que languidece en su despacho desde el 10 de enero.
(1) Où le sang nous appelle, que publicará la editorial du Seuil en septiembre de 2013. (2) Georges Ibrahim Abdallah, Editions Al Dante, 2012.
Chloé Delaume y Daniel Schneidermann son, respectivamente, escritora y periodista.
Fuente: http://www.liberation.fr/politiques/2013/01/23/georges-ibrahim-abdallah-l-embarras-de-valls_876196