Como parte de su estrategia para mostrar transparencia, el Papa hizo renunciar al jefe de la Iglesia Católica de Eslovenia y a otro alto prelado. El trasfondo es la quiebra del Arzobispado de Maribor, un desfalco financiero que ronda los 800 millones de euros.
El papa Francisco eligió un país europeo para mostrarse como activo promotor del saneamiento de las finanzas eclesiales en el mundo: cesó en sus funciones a dos arzobispos de Eslovenia, uno de ellos el primado, es decir el jefe de la Iglesia local. El motivo es un escándalo financiero que se arrastra en los últimos seis años: la quiebra del Arzobispado de Maribor, la segunda ciudad del país, que involucra unos 800 millones de euros y que se convirtió en uno de los mayores desfalcos de la historia de la Iglesia Católica. El arzobispado había montado un imperio empresario y mediático que se derrumbó cuando se pinchó el globo de las inversiones aventureras que habían encarado sus responsables.
Los arzobispos cesanteados por Jorge Bergoglio son Anton Stres, de Liubliana (la capital eslovena) y Marjan Turnsk, de Maribor, la segunda ciudad del país y sede de la arquidiócesis caída en bancarrota. El anuncio fue efectuado en Liubliana por el nuncio apostólico Juliusz Janusz, quien en sintonía con su papel diplomático sostuvo que ambos prelados demostraron «una gran fidelidad» y pidió que sus renuncias sean vistas como «signo de su amor a la Iglesia».
Más allá de fidelidades y amores, la caída de los dos principales jefes de la Iglesia local provocó un fuerte impacto político en un país eminentemente católico. Los dos prelados lamentaron los sucesos del Arzobispado de Maribor, pidieron disculpas a los fieles por no haber podido evitar aquella situación, pero negaron de manera terminante tener responsabilidad directa sobre los desfalcos y la quiebra. Ninguno de los dos fue reemplazado por ahora; en ambos casos fueron nombrados como administradores temporarios otros dos obispos del país.
El escándalo ya había sellado la suerte de otros tres dignatarios eclesiásticos, entre ellos el anterior arzobispo de Maribor, Franc Kramberger, considerado el responsable central de los desmanes y cuya dimisión en 2011 fue impulsada por el antecesor de Francisco.
Todo salió a luz en 2007, cuando una empresa de televisión vinculada con el Arzobispado de Maribor comenzó a transmitir un canal erótico en su lucha por ganar espacio en la competencia mediática. El episodio fue motivo de un escandalete difundido ampliamente por los medios locales y terminó llamando la atención del Vaticano. Entonces, Benedicto XVI envió a Eslovenia una comisión para que investigara de qué se trataban esas inversiones tan particulares para un arzobispado. El Vaticano empezó a sospechar que detrás de ellas había algo más. La crisis europea hizo el resto. Y de pronto todo se cayó.
Por aquellos días, el semanario italiano L’Espresso encaró una investigación sobre las finanzas de la diócesis cuestionada y no dudó en concluir que era el mayor crac de la Iglesia en el mundo. Consideró que se trataba de un «agujero monstruoso, equivalente al dos por ciento de todo el Producto Bruto Interno esloveno y tres veces superior a las entradas registradas en el último balance del Vaticano».
La comisión vaticana, a cargo de un experto en balances, descubrió «una quiebra de proporciones bíblicas», como consecuencia de la creación desde la década de 1990, de empresas comerciales, entidades bancarias, sociedades de inversiones que acumulaban deudas enormes y la inversión de capital en empresas de fibra óptica y telecomunicaciones. Para ir tapando los agujeros, el Arzobispado fue hipotecando sus distintas propiedades, que por cierto no eran pocas: la Iglesia eslovena se vio ampliamente beneficiada por las políticas de privatizaciones implementadas tras el fin del sistema socialista. En tren de honrar compromisos financieros, el arzobispado hasta involucró los aportes generosos que los fieles hacían para solventar las tareas pastorales.
La medida del papa Francisco de aceptar las renuncias de los prelados eslovenos se inscribe en su política de mostrar acciones en favor de la transparencia. Algo que ayer mismo también encaró en su propio entorno. El desacreditado Instituto para las Obras de la Religión (IOR), conocido como Banco del Vaticano, lanzó por primera vez una página web con el objetivo de generar una mayor confianza. Desde ayer, el IOR informa a través de ese sitio en Internet a los medios de comunicación, a la Iglesia y a los lectores interesados acerca de sus objetivos y esfuerzos de reforma. Y publicará también este año, de manera inédita, su balance anual. «El Banco del Vaticano debe ser una institución financiera limpia y al servicio de la Santa Sede», indicó su presidente, el alemán Ernst von Freyberg. Francisco había anunciado nuevas reformas del banco durante su vuelo de regreso a Roma de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
No había anunciado sus otros planes respecto de los cuestionados prelados eslovenos, que quedaron impactados por lo sorpresivo del anuncio, igual que el resto de Eslovenia, un país de abrumadora mayoría católica.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-225742-2013-08-01.html