Los reproches hechos a los roms (llegarían en masa, robarían en los pabellones de las afueras de las ciudades, venderían sus bebés, vivirían bajo el control de redes mafiosas y despiezarían animales en el campo), de los que Manuel Valls repite machaconamente que tienen «vocación» de volver a Rumanía, son múltiples y variados. Todos ellos […]
Los reproches hechos a los roms (llegarían en masa, robarían en los pabellones de las afueras de las ciudades, venderían sus bebés, vivirían bajo el control de redes mafiosas y despiezarían animales en el campo), de los que Manuel Valls repite machaconamente que tienen «vocación» de volver a Rumanía, son múltiples y variados. Todos ellos apoyados en estereotipos ancestrales, reconducen el imaginario asociado a los «bohemios» y demás «romanichels» de antaño hacia una imagen de reputados ladrones de gallinas que viven en el fango y se alimentan de peladuras. Reforzados por rumores locales, generalizaciones devastadoras, expresan el rechazo que del que es objeto esta población desamparada de ciudadanos europeos.
Nueva figura de la infamia, estas personas constituyen una presa fácil de cara a las elecciones municipales en la medida en que no hay mucha gente que les defienda. Los diferentes sondeos dibujan una opinión pública mayoritariamente hostil hacia ellas. En diferentes ciudades se reparten panfletos denunciando la proliferación de ratas tras el rastro de sus campamentos. Proliferan los rumores. En el espacio político-mediático, el sintagma fijado del «vecino exasperado» se utiliza para cualquier tema. Un reciente dossier titulado «Roms, la sobredosis» , en Valeurs actuelles, denuncia, desordenadamente, una «plaga«, «hordas«, «chabolismo inmundo«, «mafias roms«, en definitiva «la cruz gitana». Marianne no se queda atrás con su «Gros plan«: «Roms: tout dire?, vehiculizando, mediante interrogantes, («¿Porqué los Roms son tan numerosos?«, «¿Son todos delincuentes?«, etc.), clichés del mismo tipo.
Esta minoría que ha huido de su país debido a las discriminaciones que sufre, da miedo. Designándola como diferente, como culturalmente diferente, el ministro del interior alimenta la inquietud. En lugar de considerar a esas personas como familias pobres que viven en chabolas, los poderes públicos les remiten a una alteridad radical que va más allá de la suerte reservada a otros extranjeros. Manuel Valls les reprocha no integrarse al mismo tiempo que les impide tejer lazos expulsándoles; los alcaldes les reprochan ser sucios a la vez que les niegan el acceso al servicio de basuras; los electos les reprochan robar a la vez que limitan su acceso al empleo. Repasemos las acusaciones dirigidas contra los Roms y las falsedades que esconden.
«Llegan, sie kommen«
Es uno de los ángulos más importantes de ataque. Cuando Jean-Marie Le Pen clama «Llegan. Sie kommen«, no hace sino reproducir una idea extendida según la cual su presencia sería masiva y que aún hay muchos más que desearían venir. En realidad, en Francia, son menos de 20.000, de los cuales, cerca de un tercio son niños. Una cifra estable desde hace un decenio, que hay que comparar con los 65 millones de habitantes que pueblan el hexágono. No se trata de 20.000 recién llegados cada año, sino de 20.000 que viven aquí, algunos desde hace años. Por lo tanto, son relativamente poco numerosos pero muy visibles, pues sus campamentos (400 en total) hacen revivir los barrios de chabolas de los años 1960. Comenzaron a llegar a principios de los años 2000.
La entrada de Rumanía y de Bulgaria en la Unión Europea ha acelerado el movimiento, favoreciendo la libre circulación, las idas y vueltas con el país de origen. Al principio se instalaron en las cunetas del periférico parisino, uniéndose a los sin techo «franceses». Luego aparecieron campamentos un poco en todas partes, dentro y cerca de las grandes ciudades como París, Marsella, Lyon y Lille, donde muchos viven de los restos producidos por esas metrópolis. La concentración en algunos departamentos, Seine-Saint-Denis, Essonne, Nord y Rhône, aumenta su visibilidad.
En España y en Italia, donde trabajan en la agricultura y la construcción, los roms inmigrantes son cinco veces más numerosos (alrededor de 100.000 por país sin contar las comunidades gitanas presentes desde hace decenios). También son víctimas de prejuicios, pero están mejor integrados ya que viven en alojamientos vacantes construidos en masa en los años 2000.
Paradójicamente, en Francia, el desmantelamiento de sus campamentos alimenta la impresión de «invasión» debido a que al «empujar», según el término administrativo, a las personas de un lugar a otro, las expulsiones repetidas multiplican los puntos de contacto con la población, haciendo que el descontento se expanda. Según los datos de la Liga de Derechos Humanos y del European Roma Rights Centre, desde la llegada de François Hollande al Elíseo han sido desalojados de su emplazamientos cerca de 20.000 roms, lo que significa que cada rom ha sido objeto de una expulsión (algunos han podido serlo varias veces, otros de ninguna). Preguntado por Le Nouvel Observateur /1a propósito de la evacuación del campamento de la N7 en Ris-Orangis en Essonne, el director departamental de la seguridad pública de Essonne, Luc-Didier Mazoyer, encargado de la operación, habló de «efecto plumero» para subrayar que «por más que desempolves, el polvo sigue cayendo«.
Manuel Valls está persuadido de que en el futuro no vendrán más debido a la decisión adoptada de reduccir de las ayuda para el retorno. La entrada de Rumanía y de Bulgaria en el espacio Schengen, trapo rojo agitado por todas partes, no cambiará nada: esta cuestión se refiere a las fronteras exteriores de la Unión Europea y no a las circulaciones internas.
Ataques a los «campamentos salvajes»
En Francia no está previsto ningún dispositivo público para acogerlos. En ausencia de soluciones, los roms ocupan muy a menudo terrenos sin autorización legal, lo que la mayor parte de los medios designan como «campamentos salvajes«, expresión metonímica apenas disfrazada. Contrariamente a una idea preconcebida, no tienen acceso a las áreas previstas para acoger a los miembros de de las comunidades itinerantes. Muy frecuentemente de nacionalidad rumana y búlgara, son excluidos de esos espacios reservados a los gitanos de nacionalidad francesa provistos de carnet o de permiso de circulación.
Para su emplazamiento, los roms privilegian varios criterios: proximidad a las zonas urbanas, a fin de encontrar chatarra y ropa usada que revenden en el rastro (Montreuil, Belleville y Barbès en el caso de Île de France), estaciones del RER (suburbano) para desplazarse fácilmente, ejes como la nacional 7 en la que se suceden los desguaces de automóviles y centros turísticos para la mendicidad. La presencia de terrenos baldíos designa particularmente ciertos departamentos como Essonne o Seine-Saint-Denis.
«No, a los roms no les gustan las chabolas«, recuerda la guía realizada por Romeurope /2 para luchar contra los prejuicios. Están obligados a la movilidad debido a las evacuaciones, pero aspiran a una vivienda «normal». Los alcaldes responden que no tienen medios para darles acceso a la vivienda social, debido a las ya largas colas de espera, aunque son raros los que presentan demandas en ese sentido. Sin embargo, existen soluciones alternativas, puestas en pie por ciertas municipalidades: habilitación de terrenos a cambio de un alquiler, instalación de alojamientos transitorios en edificios que se están renovando, o también la requisa de viviendas vacías.
«No desean integrarse«
Según el ministro del interior, solo una minoría de roms desea integrarse en Francia, fundamentalmente por «razones culturales«. Dicho de otra forma, no serían «como nosotros«. Como subraya el historiador Gérard Noiriel en su libro sobre la historia de las migraciones Le Creuset Français (El crisol francés), es el mismo reproche hecho al conjunto de los inmigrantes que llegaron en oleadas sucesivas. Los argelinos que vivían en las cunetas de Nanterre vivieron también esa experiencia: ellos también eran considerados como «no integrables«.
Sobre los Roms, ese estereotipo en parte se debe a que en las evacuaciones de campamentos muchos se niegan a ir a los hoteles sociales que les son propuestos. ¿Por qué? Las habitaciones, a veces insalubres (ha habido niños que han pillado pulgas), no están puestas a su disposición más que por algunos días, lo que no hace sino aplazar su problema de alojamiento. Al cabo de esos días, las personas se encuentran en la calle, llaman al 115, encargado del alojamiento de urgencia, y éste no responde. Según el último barómetro de la Federación Nacional de Asociaciones de Acogida y Reinserción social (FNARS) /3, el 85% de las demandas de las familias han quedado sin respuesta en 2013.
Más que ser trasplantados sucesivamente de un hotel a la calle y de nuevo a otro hotel, algunos optan por instalarse en un campamento. En él, pueden cocinar, lavar los platos y lavar la ropa sin provocar la cólera de los hoteleros. Manuel Valls estima, por otra parte, que la propensión de los Roms a realizar idas y vueltas a su país de origen sería el signo del fracaso de su integración. Sin embargo, esas personas no se consideran nómadas. A diferencia de las comunidades itinerantes, algunas de las cuales van de ciudad en ciudad, la totalidad de los Roms con los que hemos estado para realizar este reportaje explican que han sido expulsadas de Rumanía por razones discriminatorias, y que desean vivir «normalmente» en Francia con un techo y un empleo.
Robos por el tirón: «Los Roms acosan a los parisinos»
Rateros, ladrones, delincuentes, incluso criminales: la gama del léxico para designar sus actividades ilícitas es enorme. Para Nathalie Kosciusko-Morizet (candidata de la derecha a la alcaldía de Paris), los roms «acosan a los parisinos«. Para Rachida Dati (también del UMP), «vienen a arrancar los bolsos de los niños a la salida de clase«.
En Villebon en el Essonne, uno de los residentes en el pueblo de la fábrica Galland /4, explica que los miembros de su familia son ferreteros si disponen de un vehículo y traperos si no tienen más que sus piernas para desplazarse. Algunos padres envían a sus niños a los contenedores de ropa, los voluminosos son recuperados, se han señalado robos en las descargas y en las vías del ferrocarril. Esta economía de la pobreza deriva en particular del hecho de que su acceso al empleo está limitado. A diferencia de otros ciudadanos europeos, los rumanos y los búlgaros no pueden ejercer el oficio que quieren al menos hasta el 31 de diciembre de 2013; las desigualdades tendrían acabar en esa fecha. Mendigar no es una decisión deliberada, sino un medio de supervivencia para asegurar las necesidades cotidianas de la familia, según afirma Romeurope, que recuerda que «mendigar no es un crimen«.
Manuel Valls no entra en esas consideraciones. «Es una evidencia, lo sabemos todos, la proximidad de esos campamentos provoca mendicidad y también robos y por tanto delincuencia. Podemos observarlo en París«, insiste. El día siguiente de su declaración en France Inter, el ministro organiza una conferencia de prensa para presentar su plan nacional de lucha contra los hurtos y el robo a mano armada. La tentación de la instrumentalización está al alcance de la mano. Y el riesgo de focalización en un problema en particular es real.
Como las estadísticas étnicas están prohibidas en Francia, la administración apunta a los rumanos. Según una nota de la policía judicial /5 , revelada por Le Parisien a finales del verano de 2012 pero jamás confirmada oficialmente, los ciudadanos de ese origen denunciados por robo ha pasado de 5.420 en 2008 a 11.400 en 2010 y 20.000 en 2011. «La parte de su implicación está aumentando de forma sensible durante los últimos años«, subrayó el ministro el miércoles 25 de septiembre en la plaza Beauvau. En efecto, el incremento parece claro. Pero ¿qué indica? En primer lugar, no todos los rumanos, que son varias decenas de miles en el Hexágono, son roms. En absoluto. Luego, toda persona denunciada es sospechosa pero su culpabilidad no está establecida. Además, una misma persona puede ser acusada múltiples veces, como esa familia de dos padres y cinco hijos que, ellos solos, «totalizan 120 arrestos», según el testimonio de Gilles Beretti, comisario encargado de la «delincuencia itinerante» /6 . En fin, esas cifras, regularmente puestas en cuestión, no conciernen más que a los robos aclarados (es decir por los que una persona ha sido detenida), es decir menos del 15% del total.
Otra cuestión es la que se refiere a la actividad policial y su interés en un momento u otro por ciertos tipos de delitos. En París, la prefectura de policía puso en pie un dispositivo específico para luchar contra la «delincuencia rumana«. Por tanto, es difícil distinguir lo que tiene que ver con un aumento de los ataques contra los bienes y lo que se relaciona con el efecto de un aumento de la vigilancia a una determinada minoría. Creado como consecuencia del discurso de Grenoble de Nicolas Sarkozy, este dispositivo está constituido por agentes franceses y oficiales de contacto rumanos. Una parte importante de su actividad está ligada al arresto de menores (5.000 en 2011), siendo algunos de ellos acusados en numerosas ocasiones. Los robos en cuestión, incluso si son condenables, no son de los más graves: robos de teléfonos portátiles, tirones de bolsos, robos en los cajeros, falsas peticiones calificadas de «robos de caridad».
Estos actos son sobrerrepresentados en las zonas turísticas y, generalmente, se dan contra los extranjeros. A menudo menores, los ladronzuelos son soltados inmediatamente, siendo el objetivo de la policía desmantelar las cabezas de las redes más que a los de abajo.
«Están dirigidos por mafias«
«El verdadero problema está ahí: numerosos Roms están controlados por mafias que les han endeudado y les obligan a robar«, trona Marianne en su dossier. La realidad es más compleja. Las organizaciones mafiosas existen, pero son minoritarias. Sus jefes están, más bien, instalados en Italia, España y Rumanía, y los encargados de dirigir la actividad viven generalmente en hoteles, enviados de un país a otro. El proceso al clan Hamidovic, originario de Bosnia-Herzegovina, celebrado en París en la primavera de 2013, reveló algunas de sus prácticas. La mayoría de los presuntos miembros de la red, con una excepción, fueron condenados por haber obligado a unas jóvenes a robar en el metro parisino. Perseguido por trata de personas, el jefe fue condenado a siete años de cárcel.
Las audiencias puso a la luz del día una organización jerarquizada, con un sistema de intermediarios y un patriarca que lleva un tren de vida lujoso incompatible con la ausencia de ingresos declarados. Los investigadores estimaron en 1,3 millones de euros las ganancias desviadas. Casi todas las mujeres de la familia debían contribuir, siendo a la vez víctimas y participantes.
La institución judicial desplegó una energía considerable para este único asunto, en una investigación que duró varios años. En el proceso, se vió que una familia rival había tomado el relevo de una parte del negocio. En febrero de 2012, Gilles Bertti indicaba a Mediapart que solo de cinco a ocho de las decenas de campamentos roms de la región parisina estaban ligados a redes criminales. Afirmaba que «tienes campamentos con muchos mendigantes que no están ligados a una red» /7.
Últimamente saltó a los titulares de la prensa otro tema: el de tráfico de bebés. El 1 de agosto de 2013 se abrió un procedimiento judicial a propósito de supuestas ventas que tuvieron lugar en Marsella y Ajaccio. Dos presuntas organizaciones, identificadas como roms, fueron interpeladas. El director interregional adjunto de la policía judicial de Marsella, Christian Sivy, se cuidó de calificar esta situación de «excepcional«.
«Bandas que inquietan los territorios rurales«
«Cultivos hortícolas robados, robos en los depósitos de gasolina de los tractores, cables de irrigación arrancados, animales despiezados«… Un reciente comunicado de la Federación Nacional de los Sindicatos de Explotaciones Agrícolas (FNSEA) sembró el terror en el campo. En su conferencia de prensa, Manuel Valls tomó acta denunciando «esas bandas de Europa del Este que alborotan regiones, territorios rurales y provocan traumatismos«. Sin embargo el sindicato rival de FNSEA, entrevistado por Libération, relativiza. «No comprendo demasiado el interés de hacer ahora un comunicado así y meter miedo a la gente, reacciona Bernard Lannes, presidente de la Coordinadora Rural. Por nuestra parte, no se puede decir que 2013 haya sido un año negro, ni hablar de recrudescencia. Aquí o allá ocurren cosas evidentemente chocantes que no hay que minimizar, pero habría podido daros los mismos ejemplos hace quince años«.
La gendarmería nacional indica haber constatado «problemas locales» (en particular en Midi-Pyrénées y Languedoc-Roussillon) pero no un incremento del número de hechos a escala nacional. «En cuanto a las «redes» a las que el FNSEA hace referencia, indica el diario, existen, pero la mayor parte de los robos de frutas y legumbres sería debido a gente del lugar que revende la mercancía, difícil de trazar, en los mercados del departamento vecino. Qué importa. Los rumores corren, las comunidades itinerantes igual que los roms son de nuevo designados como «la plaga de los campos», un cliché que remonta a Clemenceau«. Consecuencia de la paranoia ambiental: la compra de material de vigilancia aumenta en las explotaciones agrícolas.
«Una presencia urticante y maloliente«
Jean-Marie Le Pen no es el único en alimentar la imagen de suciedad sobre los Roms, precisamente cuando los poderes públicos se niegan casi sistemáticamente a poner contenedores a su disposición y a recoger la basura, a pesar de las obligaciones inscritas en el código general de las colectividades locales que se refieren al conjunto de las instalaciones, incluso las ilegales. Con la intemperie, los terrenos se embarran. En ausencia de colecta de residuos, los campamentos se ensucian. Algunos habitantes se organizan para remediar la situación. Globalmente, el interior de las cravanas está limpio, con las almohadas y los edredones impecablemente plegados en unas camas que sirven de sofá durante el día. La falta de espacio obliga a las familias a poner el máximo cuidado en el orden de las cosas. El acceso al agua es otra dificultad. Son Raros los municipios que les abren puntos de agua, una vez más, a pesar de lo que prevé la reglamentación.
«Se benefician de las ayudas sociales«
Como ciudadanos europeos, los Roms no están autorizados a permanecer en Francia más allá de tres meses más que si disponen de rentas de subsistencia juzgados suficientes. Como eso es bastante raro, caen en situación irregular y corren el riesgo de ser obligados a abandonar el territorio en cualquier momento. Por consiguiente, no perciben ninguna ayuda social (ni paro, ni renta de solidaridad activa, ni asignaciones familiares). En cambio, tienen derecho a la ayuda médica del Estado que permite acceder a los cuidados básicos. Pero, como muchas personas marginadas, carecen de información sobre los servicios a los que están autorizados a recurrir.
«No quieren mandar a sus niños a la escuela«
Para ciertas familias, la escolarización constituye un sacrificio pues los niños completan los ingresos de sus padres. Así, enviarlos a la escuela supone a veces un trabajo de convicción por parte de algunos voluntarios que se relevan en los campamentos para asegurar la recogida escolar. La situación se complica cuando los alcaldes, en contra de la ley, se niegan a inscribirles, tomando como pretexto su próxima expulsión. Las evacuaciones rompen los procesos de integración escolar.
En una entrevista a Mediapart /8, el prefecto encargado de coordinar la política pública respecto a los Roms, Alain Régnier, subraya que la escolarización en la maternal y en primaria ha progresado, pero que sigue siendo marginal en secundaria, en particular en el caso de las chicas. El delegado interministerial para el alojamiento y el acceso a la vivienda (Dihal) recuerda que hace aún algunos años en el campo francés, los maestros de escuela debían convencer a los padres que dejaran ir a la escuela a sus hijos en lugar de que trabajaran en el campo.
26/09/2013
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Notas
En la traducción hemos optado por traducir tsiganes: gitanos-as, roms: roms, gens du voyage: comunidades itinerantes.
Según Wikipedia, Rom (o Rrom) es un término adoptado por la Unión Romaní Internacional (IRU) para designar un conjunto de poblaciones que tienen en común un origen indio, cuyas lenguas iniciales son originarias del noroeste del subcontinente indio y que constituyen minorías conocidas con numerosos exónimos que viven entre la India y el Atlántico así como en el continente americano.
Presentes en Europa desde el siglo XI, estas poblaciones forman en el siglo XXI la minoría, de las que hay en Europa, más importante en términos numéricos.
En francés son también designados por otras palabras: Gitans, Tsiganes (o Tziganes), Manouches, Romanichels, Bohémiens, Sintis.
http://fr.wikipedia.org/wiki/Roms (ndt)
2/ http://www.romeurope.org/IMG/pdf/20130613_guide_ceux_quon_appelle_les_roms-web.pdf
6/ http://www.mediapart.fr/journal/france/240212/delinquance-roumaine-une-journee-de-patrouille-paris
7/ http://www.mediapart.fr/journal/france/240212/delinquance-roumaine-une-journee-de-patrouille-paris