El Partido de la Liberación Dominicana lleva 14 años en el poder, los últimos diez en forma ininterrumpida. Al pasar balance de este largo periodo encontramos un incremento de la inseguridad ciudadana; altos índices de desigualdad social con más de un 40% de la población en la pobreza y la pobreza extrema; un irresponsable endeudamiento […]
El Partido de la Liberación Dominicana lleva 14 años en el poder, los últimos diez en forma ininterrumpida.
Al pasar balance de este largo periodo encontramos un incremento de la inseguridad ciudadana; altos índices de desigualdad social con más de un 40% de la población en la pobreza y la pobreza extrema; un irresponsable endeudamiento externo pues toman préstamos para pagar subsidios, financiar campañas electorales, pagar deudas; una progresiva quiebra del aparato productivo y el consecuente aumento del desempleo y de la economía informal; la entrega de nuestros recursos naturales a precio de vaca muerta, comprometiendo en muchos casos la sostenibilidad ambiental; la frontera dejada al contrabando, trasiego de drogas y comercio de personas, siendo causa directa del actual caos migratorio.
Pero de todos los agravios causados por el PLD el peor ha sido el daño moral.
En toda la transición democrática, ningún partido, por tanto tiempo, había hecho gobiernos tan corruptos, ni sometido a sus intereses y de forma tan absoluta los poderes públicos, ni irrespetado de forma tan generalizada la legalidad, ni socavado con el clientelismo la moral de la sociedad, ni comprado o dividido a los partidos de oposición, como lo ha hecho el PLD.
Nuestros niños, adolescente y jóvenes están siendo formados bajo el bombardeo de una maquinaria infernal de antivalores, en donde el estudio, la capacitación, el trabajo son vistos como pérdida de tiempo, estimulándose el enriquecimiento rápido y fácil sin que importe si el dinero proviene de la corrupción o el narcotráfico.
Es la mujer dominicana, especialmente las madres, las que reciben con mayor fuerza el impacto de esta situación. Son ellas las que deben administrar un presupuesto escaso para alimentar a su familia; son ellas las que viven en forma más directa la angustia de ver a sus hijos expuestos a la delincuencia y a los antivalores.
Los gobiernos del PLD han hecho del país el paraíso de la impunidad. Ya quedó demostrado que si el expresidente Leonel Fernández y sus socios no están siendo procesados por la justicia es por la irresponsabilidad y la falta de independencia del ministerio público y del poder judicial y porque el presidente Danilo Medina, como dijo en su discurso de los 100 días, decidió no tirar piedras hacia atrás, reiterando el borrón y cuenta nueva.
El Presidente Medina, si bien cuida la forma, no ataca la causa de los graves problemas que agobian al país. Por eso, a casi dos años de gobierno, no hay quien aguante el alto costo de la vida, ni más impuestos, ni la inseguridad pública; continua el festival de endeudamiento externo, y son muchos los jóvenes y adultos que no tienen la oportunidad de un trabajo decente. Este gobierno pretende partir en dos la cordillera central y mantiene una actitud ambivalente frente a Loma Miranda. Si verdaderamente quisiera protegerla, puede el presidente por decreto declarar de utilidad pública los terrenos y disponer su pago en el presupuesto del 2015, sin tener que esperar que el Congreso la declare parque nacional.
El PLD opera como un partido-Estado no existiendo frontera entre las funciones públicas y el activismo político partidario. Ha convertido el presupuesto general en un plan de negocios, y la inversión pública se decide en función, no de las prioridades nacionales, sino sustancialmente por las oportunidades de enriquecimiento para su cúpula dirigencial y de sus aliados más cercanos. Ese partido, entre más gobierna, más aumenta su poderío económico y su capacidad para corromperlo todo, con la agravante de que solo puede mantenerse en el poder reproduciendo la descomposición moral de la sociedad.
Si en esta ocasión me estoy dirigiendo a la nación dominicana es por el convencimiento de que es un imperativo para la salud de la república sacar al PLD de la dirección del Estado, es decir, ya está bueno, llegó el momento de producir el cambio político.
Las elecciones generales, congresuales y municipales de mayo de 2016 son la gran oportunidad que tenemos de producir el cambio político de forma democrática y pacífica.
Pero es simplista creer que los problemas se resolverán con solo sacar del gobierno a la corporación que dirige al PLD.
En los últimos 50 años, en distintos momentos nos limitamos a hacer el cambio político sin tocar el fondo de los problemas y hemos pagado las consecuencias.
En el 1961 se ajustició a Trujillo, y aun hoy día sigue pendiente destrujillizar el Estado dominicano. Igual en el 78, en el 96, en el 2000, en el 2004 se produjo un cambio político y en cada ocasión los gobernantes tuvieron la oportunidad de impulsar la regeneración del proyecto nacional y no lo hicieron y terminaron repitiendo y profundizando muchos de los males que desde la oposición dijeron iban a combatir.
Por eso, con sobrada razón la ciudadanía tiene sentimientos de frustración y de descreimiento en la política y en los políticos.
Esta vez no podemos repetir los errores cometidos en el pasado reciente.
Tenemos el reto de hacer un giro, y darle una nueva direccionalidad y contenido al cambio político.
Es eso lo que queremos significar cuando planteamos hacer un cambio político para producir un cambio de rumbo.
Sí, lo que le da verdadero sentido al cambio político es que pueda dar lugar a un cambio de rumbo en las políticas y las prácticas que nos han llevado a este estado de cosas.
Por eso, si estamos planteando la necesidad de sacar al PLD de la dirección del Estado en el 2016 es con el compromiso irrenunciable de enfrentar la inseguridad pública, de atacar las causas generadoras de la delincuencia, aplicar con rigor una política de cero tolerancia del delito y el crimen, de hacer la transformación de la Policía Nacional y el Ministerio Público, de extirpar la protección que se ha agenciado el narcotráfico en sectores oficiales, el sistema político y organismos de la seguridad del Estado.
Si planteamos la necesidad de sacar al PLD es porque nos comprometemos a garantizar el derecho a la alimentación del pueblo dominicano, y para ello, buscar el acercamiento del productor y el consumidor a través de una política de precio justo; eliminar el ITBIS de los productos de la canasta familiar y el pago del odioso anticipo; a transformar el actual sistema impositivo regresivo en uno progresivo y equitativo; a sincerizar y hacer transparente el precio de los combustibles.
Si planteamos la necesidad de sacar al PLD es porque asumimos el compromiso de impulsar un modelo de desarrollo productivo y para ello someter a revisión los tratados de libre comercio suscritos por el país, para evitar que continúe la quiebra de la industria y de la agropecuaria del país, garantizando de paso la soberanía alimentaria; revisando los contratos eléctricos para enfrentar de verdad el grave problema energético del país.
Si nos planteamos sacar al PLD es con el compromiso irrenunciable de hacer un gobierno honesto, acabar con las nominillas y el clientelismo en el Estado; aplicar una política para la prevención de la corrupción, fortaleciendo la transparencia y los órganos de control del gasto público; investigar y buscar el castigo de todos los actos de corrupción que no hayan prescrito y recuperar lo robado al patrimonio público. El compromiso es acabar de una vez y para siempre con el borrón y cuenta nueva y la impunidad.
Si vamos a sacar al PLD de la dirección del Estado es para desmontar el actual entrampamiento de los poderes públicos y de las altas cortes que se hizo en la reforma constitucional de 2010, y para ello asumimos el compromiso de convocar una constituyente electa por voto popular, e impulsar entre muchos otros el derecho ciudadano de revocación del mandato a los representantes, así como un congreso unicameral sin barrilito, sin cofrecito y sin reparto de exoneraciones.
Si nos planteamos sacar al PLD de la dirección del Estado es para asumir el compromiso de parar el endeudamiento externo, auditar la actual deuda pública. Es para defender nuestros recursos naturales y garantizar la sostenibilidad ambiental.
Para sacar al PLD de la dirección del Estado en el 2016 es necesario que la ciudadanía haga suyo con entusiasmo este alto propósito. Y lo que puede despertar las esperanzas de la gente es la presencia de un liderazgo que asuma el compromiso sincero y franco de hacer las reformas y adoptar las decisiones necesarias, de aplicar las adecuadas políticas públicas, poniendo siempre por encima de los beneficios individuales o de grupo el sagrado interés de la nación.
La sociedad sigue esperando por un liderazgo que no la engañe de nuevo, que cumpla sus compromisos; que sea coherente entre lo que dice y lo que hace; que vaya al Estado a servir y no a enriquecerse; que no fomente el personalismo ni el continuismo; que fortalezca la institucionalidad democrática, respete y haga respetar la ley.
La sociedad nuestra ha estado esperando por un liderazgo político con compromiso social, capaz, con autoridad moral, convicciones democráticas y verdadero patriotismo.
Estoy convencido que el liderazgo político y social para hacer el cambio político y el cambio de rumbo existe en el país, pero se encuentra disperso, atomizado, desorientado.
Insisto que este es el momento de hacer el giro, de darle una nueva direccionalidad a la política, de mostrarle al pueblo, con el ejemplo, que juntos podemos construir una salida de bienestar y democracia a este presente que estamos viviendo.
Desde Alianza País, queremos contribuir a acercar ese liderazgo, y para ello, en este 2014, propiciaremos una Mesa de Diálogo y Concertación política con la diversidad de sectores políticos, sociales y ciudadanos, en primer término, para garantizar unos mínimos de confianza e identidad política y desarrollar una oposición política responsable, firme y propositiva, y en segundo término, avanzar hacia la constitución de un polo electoral progresista en capacidad de sacar al PLD de la dirección del Estado.
La propuesta que estamos haciendo es incluyente y es formulada con un espíritu de nación. Buscamos que en ella participen los sectores progresistas que han inspirado su accionar político en el ejemplo de Minerva, Manolo, Fernández Domínguez, Francisco Caamaño, en la lucha por la libertad, la justicia social, la soberanía. En ella también deben participar los que han recogido del Dr. José Francisco Peña Gómez su legado de lucha por la democracia y todos los bochistas que permanecen fieles a la ética política del profesor Juan Bosch, en fin, todo ciudadano/a que aspire a vivir en un país diferente.
El cambio político y el cambio de rumbo sólo podrán ser realizados desde la gente y con la gente, y por tanto, es imprescindible que participen y lo hagan suyos las mujeres, los jóvenes y los adultos, los profesionales, los trabajadores, los productores, los habitantes de los barrios, los religiosos, los activistas sociales.
Los beneficiarios de este estado de cosas, trabajan para hacernos creer que es un designio insuperable la continuidad del PLD en la dirección del Estado.
Y no es así.
Si levantamos la confianza y la esperanza de la ciudadanía, si el pueblo dominicano se sacude, como lo ha hecho tantas veces, y se pone en movimiento y actúa en la dirección del cambio político, es seguro que en el 2016 paramos el continuismo del PLD.
La gente ya comienza a decir: Esto no se aguanta más. El Cambio político es lo que va
Dominicanos y dominicanas:
A doscientos un año del nacimiento de Juan Pablo Duarte, forjador de nuestra nacionalidad, honremos su memoria edificando la República Dominicana por la que él luchó: una república democrática, justa, próspera, independiente y soberana.
¡Viva por siempre la República Dominicana!
Guillermo Moreno, Presidente de Alianza País
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.