Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández (*)
[Me veo obligado a actualizar el artículo que publiqué hace unos días porque la situación en Ucrania evoluciona a toda velocidad. Un cadáver político (Yanukovych) se largó; al parecer ha huido a Rusia. Otro cadáver político (Tymoshenko) ha sido apresuradamente rehabilitada y está dispuesta a disputar las elecciones fijadas para el mes de mayo. La pregunta es, ¿existirá aún el país que pretende gobernar? Las reservas monetarias se han reducido en unos pocos días, por todo el país se están desmantelando las estructuras federales, los gobernadores regionales están huyendo y parece que hay un impago por valor de unos 60.000 millones de euros en bonos ucranianos, muchos de ellos en poder de los bancos rusos. ¿Podría ser eso justo el tipo de contagio financiero necesario para hacer que finalmente estalle la irrisoria burbuja del mercado de valores de EEUU? Hay al menos dos provincias ucranianas hablando abiertamente de secesión: una de ellas, Crimea, quiere unirse de inmediato a la Federación Rusa. Una pregunta para los lacayos del Departamento de Estado de EEUU y los funcionarios de la UE: ¿Qué supone esa situación para vuestros cálculos geopolíticos? Cinco centrales nucleares están en situación de riesgo, además de todo el gas ruso que pasa por Ucrania camino de Occidente. Ucrania está en gran medida siguiendo los pasos de Yugoslavia, excepto que tiene dos veces más habitantes, montones de chiflados combatientes callejeros que piensan que ahora son los amos del lugar y un papel fundamental para la seguridad energética europea. Si no les asusta todo esto es que no están poniendo atención.]
He recibido muchos correos preguntando qué pensaba de lo que estaba ocurriendo en Ucrania. He necesitado tiempo para poder formular una opinión, pero lo que creo ahora que está sucediendo es esto: un fracaso completo y total de los políticos a todos los niveles. Han fracasado los representantes de la UE, el Departamento de Estado de EEUU con su Victoria » A la mierda la UE » Nuland, el gobierno Yanukovych, sus oponentes políticos y el Kremlin. Y ahora todos ellos están en estado de shock y nadie sabe qué hacer. Excepto los manifestantes, que sí lo saben: continuar protestando. La mayoría de ellos ni siquiera sabe por lo que están protestando pero, en resumen, están protestando por la existencia misma de su país, que está compuesto por dos partes: Polonia oriental, que es de habla ucraniana y predominantemente católica, y Rusia occidental que es ruso hablante y de mayoría ortodoxa. Los «rusos» superan en número a los «ucranianos» en dos a uno. La resolución definitiva a la crisis exige partir el país. Nadie tiene estómago para hablar siquiera de ello, todavía. Pero hasta que acontezca continuaremos viéndonos sometidos a este extraño espectáculo en el que todos y cada uno de los actores hace todo lo posible para socavar el sistema político de Ucrania. En el fondo, los ucranianos no quieren que haya un gobierno diferente en Kiev, lo que quieren es que no haya gobierno en absoluto en Kiev.
Y ahora me vuelvo hacia Andrey Tymofeiuk, un vecino de Kiev que escribió lo que les voy a transcribir en su página de Facebook en un ruso plagado de obscenidades. (La lengua rusa es notablemente rica en obscenidades, con un enorme potencial expresivo, pero imposibles de traducir al inglés con su ínfima colección de palabras de cuatro letras.) Creo que proporciona un buen resumen de la situación rico en información desde todos los ángulos, a pesar de su nivel de licenciado boca sucia, por eso, por favor, apóyenle. La traducción y la limpieza son mías:
» Creo que la actual situación reviste tal gravedad que todo el mundo está inmerso en un terrible shock por lo que está sucediendo.
Los representantes de la UE son los que más están en estado de shock. Están jugando a ser los hábiles diplomáticos que tuvieron que rebajarse a trabajar con el bárbaro dictador de un país tercermundista. Se suponía que ese dictador tenía que haberse sentido anticipadamente estremecido por sus apoyos en forma de Acuerdo de Asociación UE-Ucrania, que le habrían permitido ponerse el manto de gran integrador del euro y ganar las elecciones de 2015.
Descendiendo desde su elevada posición diplomática, estos expertos se sintieron pillados por sorpresa cuando el bárbaro dictador decidió de repente hacer un poquito de aritmética y se topó con un fallo en el acuerdo (la bancarrota nacional ucraniana), por lo que decidió rápidamente sacar a sus 46 millones de esclavos de la UE y dárselos en cambio a Moscú. Y entonces, debido a su ridícula burocracia y completa falta de comprensión de la realidad ucraniana, permitieron que una protesta inicialmente pacífica se fuera desarrollando hasta convertirse en algo parecido a una guerra civil.
De verdad que los representantes europeos no necesitan un torbellino sangriento con una crisis humanitaria, cientos de miles de refugiados, ataques terroristas, tanques en las calles y otras alegrías por el estilo, por lo que intentarán hacer cuanto puedan para impedirlo, aunque esto signifique que el bárbaro dictador de cabeza dura tenga que permanecer en el poder. Pero el problema es que el bárbaro dictador parece haberse vuelto loco.
Ahora, los representantes de la UE tendrán que responder a algunas preguntas muy difíciles de los televidentes cuando vuelvan a casa. Del estilo de: «¿Por qué la gente que ondeaba las banderas de la UE llevaban emblemas nazis? ¿Es que estamos apoyando a los nazis?» o «Si son pacíficos, entonces ¿por qué están tirando cócteles Molotov contra los policías y tomándoles como rehenes?» Eso es sólo el aperitivo. Aquí va una pregunta más seria: «¿Queremos realmente que 46 millones de esos bárbaros violentos se incorporen a la UE?». Y también esta: «¿Qué les hace pensar que las cinco centrales nucleares de Ucrania van a ser seguras si el país cae en el caos?» Y sólo una más, pero más dura: «Si Ucrania se vuelve ingobernable, ¿cómo vamos a conseguir nuestra dosis de gas natural el próximo invierno? ¿Nos vamos a morir de frío?» No obstante, puede que los representantes de la UE no tengan que contestar a esas preguntas durante mucho más tiempo porque es muy posible que sus carreras diplomáticas estén llegando a su fin. Después de todo no han sido demasiado eficaces, ¿no es verdad? Transformar una protesta perfectamente pacífica en un caos sangriento no es exactamente la cúspide de la diplomacia europea. Unos cuantos operativos de nivel medio de al-Qaida podrían haber hecho el trabajo igual de bien.
Los líderes de la oposición ucraniana están también en estado de shock. Todos estaban preparados para utilizar la energía de los manifestantes para conseguir sus propias ambiciones políticas, pero ahora esas ambiciones parecen estar bastante fuera de lugar. Son políticos, no comandantes del campo de batalla y ahora no saben qué hacer. Su tarea es inmensamente intrincada: por una parte, deben actuar como ardientes revolucionarios o las muchedumbres se volverán contra ellos, les tirarán del podio y les colgarán; por otra parte, tienen que aplacar a los europeos y hacerles creer de alguna manera que todavía tienen influencia, que esto sigue siendo una protesta pacífica y que no están al frente de combatientes ilegales para derrocar a una autoridad legítima, sino que son legítimos manifestantes pacíficos. Todavía confían en que los europeos les van a dar un puesto en el nuevo gobierno-títere una vez que todo acabe. Hasta ahora eso no está funcionando y ellos mismos ya no creen que tengan el control de nada. Firman acuerdos para poner fin a las hostilidades pero las hostilidades prosiguen.
El bárbaro dictador, Yanukovych, está también en estado de shock. Hasta ahora ha tenido mucha suerte pero se le ha acabado ya. Fue subiendo desde niveles de base hasta convertirse en uno de los capos de la región de Donbass, sobrevivió al colapso de 2004 y después se enriqueció y se construyó una residencia palaciega con un Váter de Oro Macizo. Hasta ahora tenía varias vías diferentes para ganar las elecciones en 2015. Después podría haber tomado prestada una página del manual de instrucciones de Lukashenko y haberse transformado en presidente de por vida de Ucrania. Pero ahora ese sueño se ha esfumado.
Tuvo un par de oportunidades para resolver la situación, pero dio pasos en falso al escuchar a los duros de su administración y ahora la situación es grave y sus opciones muy limitadas. Después de los acontecimientos del 18 de febrero, no hay posibilidad alguna de que sea siquiera presidente interino en el poder hasta las elecciones de 2015. Sus fuerzas especiales no pueden dispersar a los manifestantes. Estaba contando con la ayuda de Putin, pero Putin está menos que satisfecho de su avaricia y estupidez y se muestra evasivo incluso a ofrecerle asilo si necesitara escapar de Kiev. Sin embargo, debería salir de detrás del Váter de Oro Macizo. Porque si se queda, la gente puede colgarle. Ha pasado de intentar sobrevivir en las próximas elecciones a intentar sobrevivir hasta las próximas elecciones.
Los duros de la administración están también en estado de shock. Creían sinceramente que todo lo que tenían que hacer era agitar unas cuantas porras y las muchedumbres se dispersarían. Transportaron en camiones a tropas especiales, a policías de tráfico, a delincuentes bajo su control, a toda una colección de zombis idiotas y les ordenaron a todos que atacaran a los manifestantes. Lo intentaron una vez, nada; lo intentaron otra vez, de nuevo nada. Los manifestantes no se dispersaban. Muy al contrario: cuanto más les golpeaban, más crecían en número y más violentas eran sus tácticas. Cuando vieron envuelto en llamas un vehículo blindado de transporte de tropas -un símbolo de su invencibilidad-, empezaron a temblarles las manos. No pensaban que Yanukovych les abandonaría, pero, ¿qué podía hacer él? ¿Enviar al ejército? Pero al ejército popular no se le había aplacado con privilegios especiales como en el caso de las fuerzas especiales y la policía, no tenían mucho que perder y podían fácilmente pasarse al otro lado.
Las fuerzas especiales están en un estado de shock aún mayor. Muchas de ellas trabajaban también como policías, golpeando alegremente a los hinchas del futbol y recogiendo sobornos de empresarios. Y ahora se enfrentan a una situación muy desagradable: los hinchas y los empresarios se han unido contra ellos. Al principio, resultaba divertido: golpear a gente indefensa en el centro de Kiev, recibir medallas y dinero y largarse a casa. Pero las cosas no son eternas. Los más estúpidos (la mayoría) están ahora furiosos, no puede entender por qué no se les ha ordenado que dispararan contra todos y creen que Yanukovych es una nenaza. Los más inteligentes (la minoría) entienden muy bien los peligros que eso implica. En primer lugar, el éxito no está garantizado y es probable que las pérdidas sean grandes en ambos bandos, pero no tienen deseo alguno de arriesgar sus vidas en defensa del Váter de Oro Macizo. En segundo lugar, incluso si consiguieran suprimir y dispersar a los manifestantes, el día después empezarían a ser eliminados uno a uno porque hay una base de datos con sus nombres y direcciones. A diferencia de los peces gordos de la administración, no tienen la posibilidad de escapar al extranjero y se quedarán para experimentar de primera mano la ira popular. Realmente lo que quieren es que Yanukovych devuelva mágicamente la situación a su anterior estado, pero la probabilidad de que esto suceda es más difícil cada día.
El Kremlin está también un poco en estado de shock. Estuvieron dirigiendo cuidadosamente la situación, apoyando a los matones de Donbass, aumentando gradualmente su influencia en Ucrania y comprando valores clave. Estaban planeando metódicamente anexionarse la mitad de Ucrania como «incorporación voluntaria». Pero entonces ese idiota de Yanukovych empezó a amargarles la vida intentando conseguir dinero a cambio de unirse a la Unión Aduanera, y después cometió una serie de errores que llevaron al desastre actual, ¡nada menos que en medio de las Olimpiadas de Invierno en Sochi! Lo que habría que hacer sería enviar columnas de tanques a Donbass y Crimea, pero eso estropearía las Olimpiadas. Además, no hay nada preparado, Ucrania no es la diminuta Georgia y una hermosa operación militar de manual sería inviable sin preparación. Y una operación militar menos estilosa podría provocar, como mínimo, problemas con los visados y dificultades bancarias internacionales para el liderazgo ruso y, como máximo, la III Guerra Mundial.
Los propagandistas del Kremlin están observando la formación de la nación ucraniana contemporánea justo en las calles de Kiev y están llorando lágrimas de sangre. ¿Cómo van a poder explicar a esa gente que su país no es Ucrania sino la «Pequeña Rusia», que su lengua nacional es un invento y que deberían volver a casa, a la Madre Rusia, y empezar a enviar sus impuestos a Moscú? Y lo que es más importante, ¿qué pasa con el ruso de la calle, que suele pensar que «nada puede hacerse» pero que ahora está viendo por su pantalla de televisión cómo, desde hace tres meses ya, las fuerzas especiales, armadas hasta los dientes, no han podido hacer nada para controlar a una variada turba de provincianos? Los pensamientos están empezando a fluir por su cerebro, y son pensamientos peligrosos. Y el bielorruso de la calle llega aún más lejos en esos pensamientos. Ha dejado de mirar la pantalla de televisión, se ha acercado a la ventana y está mirando hacia la puerta de la oficina del gobierno más cercana, donde los funcionarios locales le sacaron recientemente un soborno.
Los estadounidenses y los británicos están también en estado de shock. No podrían importarles menos los sufrimientos de los aborígenes ucranianos. Todo lo que les preocupa es que Rusia no se haga más fuerte. Hasta hace poco, Yanukovych parecía una especie de dictador agradable, no demasiado acomodaticio con los rusos y dispuesto a hablar de negocios con Occidente, especialmente sobre el gas de esquisto y otros recursos naturales. Pero ahora hay un caos sangriento, con cócteles Molotov, transportes incendiados de tropas, catapultas, francotiradores… Podrían despedir a Yanukovych, pero entonces ¿quién cumpliría todos los acuerdos y contratos que ha firmado? ¿Y con quién van a hablar de negocios? ¿Con los nacionalistas de la guerrilla del Sector Correcto? ¿Con los Cosacos que agitan la porra? ¿Y qué ocurriría si los rusos logran algún tipo de avance y absorben en la Federación Rusa a la Ucrania Oriental ruso hablante y se hacen aún más fuertes?
Incluso China tiene motivos para reflexionar. China tiene sus propios intereses en Crimea y no está tanto en estado de shock como en estado de perplejidad: ¿por qué no pueden los bárbaros locales controlar a sus opositores? En China hubo un problema similar en 1989 en la Plaza de Tienanmen, pero ellos masacraron allí a cientos de estudiantes desarmados sin que les temblara el pulso y todo se superó rápidamente. Occidente refunfuñó un poco pero después reanudaran la cooperación económica como si allí no hubiera pasado nada. Los chinos no pueden comprender por qué este dictador no puede hacer lo que es totalmente obvio, pero en general no están preocupados. Ucrania está lejos y no tienen ningún deseo de jugar un papel en los conflictos de Europa Oriental. Tienen cosas más importantes en las que pensar, como ganar todas las medallas individuales de las Olimpiadas del 2016 y colocar una bandera roja en Marte.
La población activa de Kiev lleva ya varios meses en estado de shock, de forma continua, cada día más. Pero en algún momento, el shock fue sustituido por el entusiasmo activo: es mejor llevar medicinas a los heridos y lanzar piedras a la policía en la Plaza de la Independencia que observar horrores por la televisión.
La población pasiva de Kiev continúa aún bebiendo cerveza tranquilamente y fisgoneando por las redes sociales. No entienden aún lo que está sucediendo. Pero si el estado no oficial de emergencia (incluidas las limitaciones al acceso a la ciudad) dura unos cuantos días más -con la comida y la bebida agotándose-, entonces entrarán en un estado de shock más grave que cualquiera que hayan podido experimentar antes.
Así pues, ¿quién no está en estado de shock? Pues alguien a quien vi hoy en la Plaza de la Independencia: un Cosaco vestido con el atuendo nacional, quien, con una sonrisa en el rostro, iba desfilando con las fuerzas especiales en dirección a las refriegas. En una mano sostenía un escudo en el que aparecía escrito «Gloria a Ucrania» y, en la otra, una porra aterradoramente grande. Iba cantado un himno patriótico. Pensé que ese hombre no estaba preocupado por cuestiones tales como «¿Qué voy a hacer para volver a casa esta noche?» o «¿Qué va a pasar conmigo?» o «¿Qué va a pasar con todos nosotros?».
Él no está en estado de shock. Le importa todo un bledo, ¡Dios le bendiga!
N. de la T. : (*) A pesar de que el presente artículo ha quedado desfasado por los acontecimientos, sin embargo se considera que ofrece elementos de interés para poder entender y analizar el statu quo.
Dmitry Orlov es un ingeniero y escritor estadounidense de origen ruso.
Fuente: http://www.resilience.org/stories/2014-02-22/shock-over-ukraine