El proyecto de ley de Unión Civil para ciudadanos LGTBI ha traído consigo un desborde en debates, confusiones, disparates, aprendizajes y demás manifestaciones controvertidas pero a la vez necesarias si queremos empezar a tener una sociedad más solidaria. Además está siendo útil para observar cierto orden en las posiciones ideológicas. Gracias a este debate ahora […]
El proyecto de ley de Unión Civil para ciudadanos LGTBI ha traído consigo un desborde en debates, confusiones, disparates, aprendizajes y demás manifestaciones controvertidas pero a la vez necesarias si queremos empezar a tener una sociedad más solidaria. Además está siendo útil para observar cierto orden en las posiciones ideológicas. Gracias a este debate ahora podemos diferenciar entre discursos de liberales clásicos de una derecha conservadora neoliberal. Hemos visto pues como la Unión Civil, así como la despenalización del aborto divide a la derecha y en cierta medida está cohesionando a la izquierda, gracias a la influencia de la coalición electoral del Frente Amplio.
Sin embargo el grueso de nuestra población ha mostrado una carencia respecto al conocimiento de este tema, en gran medida por una falta de acceso a información suficiente que nos permita tener una opinión medianamente razonable, eso hace que dificultosamente podamos entender e incluso diferenciar entre comunidades lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales; colectividades que están representadas en el imaginario social peruano de forma negativa, considerados «los otros y otras» desviados de la «moral sexual», puesto que la educación de nuestra sexualidad, en la mayoría de peruanos, ha sido influenciada por la iglesia católica y la televisión peruana, cuyos logros básicamente han sido crear un tabú y hacer una parodia de la población LGTBI. De ahí que la encuestadora Datum Internacional demuestre que en el supuesto negado de realizar un referéndum (los derechos humanos no son sujeto de referéndum) el 73 % de los encuestados votaría en contra de la unión civil y el 23 % estaría a favor [1].
Afortunadamente la regla de la mayoría, no es suficiente para reconocer las libertades e igualdad de los derechos humanos en un sistema democrático; por eso una vez que todos y todas hayamos opinado es necesario sentarse a reflexionar e ir al fondo de lo que discute el proyecto de ley. Y es claro, en la exposición de motivos del proyecto se pide que reconozca legalmente la Unión Civil entre personas del mismo sexo, lo cual constituiría un paso para reconocer a la población LGTBI como sujetos de discriminación histórica y que su afirmación como institución legal, sería un aspecto importante para revertir esta vulneración de derechos fundamentales. En la práctica significa reconocer la constitución de un régimen de sociedad de gananciales, así como también la posibilidad de la separación patrimonial, establecer los derechos sucesorios, la pensión de supervivencia, así como visitas íntimas en centros penitenciarios, visitas a centros de salud y autorización de tratamientos quirúrgicos de emergencia; derechos que tenemos todas las personas heterosexuales por el mero hecho de contraer matrimonio civil.
Entonces, deberíamos estar de acuerdo que existe una situación de desigualdad respecto a la población LGTBI en el reconocimiento de estos derechos. Por ejemplo no pueden heredar entre sí sus patrimonios de manera plena, no pueden acceder a la pensión de jubilación o a al seguro de salud del otro, ni pueden decidir sobre la salud del otro en situación de emergencia, etc. Por tanto se encuentran afectados en su derecho a la igualdad y la no discriminación reconocida constitucionalmente en el artículo 2 además de diferentes convenios internacionales que protegen a las personas contra la discriminación por razón de orientación sexual. Por otro lado el proyecto de ley ha tenido un dictamen favorable del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos así como la Defensoría del Pueblo; ahora está en manos de la Comisión de Justicia del Congreso, donde paradójicamente se someterá a esas «trampas de la mayoría», puesto que habrá una votación para que pase o no a ser discutida en el pleno del Congreso. El pronóstico sinceramente no es alentador, pero más allá de ello el debate se ha venido a quedar y nos está dejando importantes lecciones a distintos niveles sociopolíticos.
Sin duda que en el Perú algo está cambiando, no solo en la sociedad limeña como se suele creer, sino en todas las regiones, ese cambio está yendo de la mano de gente joven, sencillamente porque de lo que se está hablando es de un cambio impostergable que afectara en el futuro de las relaciones personales y las maneras de entender el amor y la solidaridad en nuestra sociedad.
Nota:
[1] Véase http://peru21.pe/
Luis Hallazi es abogado y politólogo, especialista en Derechos Humanos y en mecanismos para el ejercicio de un Derecho Transformador.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.