Por sus frutos los conoceréis, dijo Jesús. Esta frase convierte al gobierno de Ucrania en más nazi que Hitler. Cuando por razones estratégicas, la defensa popular del sureste de Ucrania abandonó Slaviansk para instalarse en Donetsk, casi todo habitante en edad de tomar las armas y combatir se le unió a ella. El Sector de […]
Por sus frutos los conoceréis, dijo Jesús. Esta frase convierte al gobierno de Ucrania en más nazi que Hitler. Cuando por razones estratégicas, la defensa popular del sureste de Ucrania abandonó Slaviansk para instalarse en Donetsk, casi todo habitante en edad de tomar las armas y combatir se le unió a ella. El Sector de Derecha, que comanda las tropas enviadas por Kiev a ocupar y arrasar esa zona de Ucrania, decidió escarmentar a los ancianos, mujeres y niños de este lugar.
Los reunió en la plaza central de Slavianks y, para aterrorizarlos, escogió a un niño de tres años, hijo de uno de los combatientes y, ¡óigase bien!, lo clavó en un madero por sus manos y píes y lo crucificó como a Jesucristo. Antes de ser destripado, durante dos largas horas el niño mártir estuvo agonizando ante la aterrorizada mirada de su madre y de una población cuyos miembros se desmayaban ante lo inconcebible del macabro espectáculo. Luego el cuerpo de su madre fue amarrado por los píes a un tanque y esta heroica mujer fue arrastrada a alrededor de la plaza incluso después de muerta; parece que el Sector de Derecha en cada acto intenta superar el sadismo de los anteriores.
Es que como al gobierno fascista de Kiev, en el que el Sector de Derecha tiene muchos ministerios y puestos de gran influencia política, la UE y los EE.UU. no le dicen nada, y más bien le protegen y asesoran, se cree en el derecho de hacer lo que le viene en gana. Por eso llama, igual que Hitler, traidores y subhumanos a sus opositores; amedranta a la disidencia de mil maneras; bombardea con armas prohibidas las ciudades del sureste de Ucrania, y ahora también arroja bombas en la frontera rusa; dispara a la gente desarmada que se le rinde; ajusticia a los heridos que captura en los hospitales o luego de los combates; da 50 mil dólares de recompensa por la cabeza de un periodista, de los que varios han asesinado. Antes había aporreado a los candidatos de la oposición, para que no compitieran con Paroshenko y garantizar así la elección de este oligarca; en su primer decreto prohibió hablar ruso, más adelante reculó, pero ya había sacado la uñas; posteriormente quemó vivos a los perseguidos que se refugiaron en la Casa de los Sindicatos de Odesa, sin que la «prensa libre» de Occidente se diera por enterada de alguna de estas noticias, las publicitara o, menos todavía, las criticara. Por eso ahora, con una crueldad nunca antes vista, crucifica niños y arrastra a sus madres, superando así, con creces, las barbaridades cometidas por los nazis, lo que testifican todos los ancianos que sobrevivieron la pasada guerra.
¿De dónde tanta alevosía por parte de un gobierno débil por donde se lo mire? Si no tiene dinero ni para cubrir sus gastos más elementales, si disminuye las pensiones de sus jubilados y sube los precios de los artículos de primera necesidad, ¿de dónde saca fondos para mantener un conflicto, que bastante caro le cuesta, en contra de la mayoría de su población? Pues a costa del imperio, que no escatima fondos para que otros le sirvan de carne de cañón y combatan sus batallas en lugar de sus propias tropas.
Presidentes Hollande y Obama, Canciller Merkel, la pregunta que les hizo el periodista Mamontov: ¿No les da vergüenza?, se la va a cambiar por otra más acorde con lo que está pasando: ¿No les da miedo? Porque en fin de cuenta, por mucho menos fueron juzgados los criminales nazis en Núrenberg, porque entre todas las barbaridades que éstos permitieron cometer o no impidieron cometer, sobre lo cual hay abundante material, nunca se oyó hablar de la crucifixión de niños. En el capítulo El Viento Negro, de La Piel, de Malaparte, se crucifica a mayores, pero no a niños.
Es hora de que la opinión pública mundial tome consciencia de las atrocidades que se cometen en el sureste de Ucrania y pare la mano a los gobiernos de la UE y los EE.UU., que las auspician.
Pensar que todo esto comenzó porque el sureste de Ucrania, habitado mayoritariamente por luchadores antifascistas a los que Occidente llama rusoparlantes, aspiraba a ser federal, a lo que se opuso la Canciller Merkel de la República Federal Alemana, que seguía los dictados de Obama, Presidente de un país federal. ¡Vaya que son lógicos!
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