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Carta abierta de un psicólogo latinoamericano al Gobierno de Israel

Fuentes: Rebelión

Señores gobernantes de Israel, señores de la ONU, señores de las organizaciones internacionales de derechos humanos… ¿Qué se siente ordenando semejante masacre contra la población civil palestina? ¿Por qué la ONU no actúa sino más bien distrae la atención de la opinión pública mundial? ¿Dónde están las ONG de derechos humanos que viven de condenar […]

Señores gobernantes de Israel, señores de la ONU, señores de las organizaciones internacionales de derechos humanos…

¿Qué se siente ordenando semejante masacre contra la población civil palestina?

¿Por qué la ONU no actúa sino más bien distrae la atención de la opinión pública mundial?

¿Dónde están las ONG de derechos humanos que viven de condenar los derechos humanos en Venezuela, Cuba y Siria?

Israel ha decretado la muerte violenta del pueblo palestino. Los métodos escogidos para la masacre reflejan un nivel de odio sin igual. La psicología de la guerra que se utiliza contra todo el pueblo palestino deja ver unos niveles impresionantes de pérdida absoluta de la barrera ética entre lo humano y la bestialidad. La deshumanización del pueblo Israelí es tal que se muestran en la televisión a unos residentes de Israel tomando y celebrando mientras al fondo caen lluvias de misiles contra barrios, escuelas, hospitales y playas de Palestina.

Las imágenes son aterradoras. Todas las imágenes que llegan de la Franja de Gaza dejan ver la naturalidad horrorosa con que el ejército israelí masacra cuidadosamente a los niños palestinos, con lo cual se instala de forma certera el sentimiento de impotencia colectiva frente a la brutalidad y el cinismo con que se asesina a hijos de palestinos. O el deseo de lucha y venganza hacia el asesino que hace uso desproporcionado de la fuerza frente a civiles desarmados.

¿De verdad sienten ustedes que es un deber moral borrar de la tierra al pueblo palestino? ¿Cómo son capaces de asesinar tan brutalmente a cientos de niños y mujeres indefensas y luego justificar tales niveles de terror humano? ¿No sienten vergüenza ante la humanidad que observa estupefacta la forma en que utilizan armamento sofisticado contra personas indefensas? ¿Cómo justifican ante sus hijos el placer con el que diseñan y ejecutan la campaña de genocidio contra palestina? ¿Tienen alguna noción de amor, respeto y tolerancia frente a la diferencia? ¿Son ustedes los llamados a servir de modelo de ser humano junto al bárbaro imperio norteamericano?

Mi ingenuidad y mi ignorancia son mayores cuando me resisto a creer que la condición humana sea capaz de actuar como ustedes lo hacen, jactándose del dolor humano que son capaces de producir. Y más, me resisto a creer que un presidente negro de EE.U.U (raza históricamente despreciada y humillada) sea capaz de justificar ante el mundo la masacre a que está siendo sometido el pueblo palestino.

Creí que la trágica experiencia nazi había sido suficientemente dolorosa para la humanidad, pero tengo que aceptar con horror que ustedes son iguales o peores que quienes un día quisieron exterminar a la comunidad judía. Sin embargo, guardo la total esperanza de que el pueblo judío se sepa levantar y oponerse a semejantes niveles de odio contra seres humanos.

Son muchas las preguntas que me asedian desde mi condición de psicólogo latinoamericano. Sobre todo porque aquí también hemos tenido que soportar una historia de violencia, maltrato y humillaciones en nombre de la paz, los derechos humanos, el progreso y la democracia. Los mismos «valores» con los que ustedes en este momento disparan misiles a la población civil de Gaza. ¿Es mucho pedir que paren ya la masacre? ¿Qué les impide respetar las normas mínimas del derecho internacional como no bombardear ambulancias u hospitales? ¿Sería mucho exigir que no sigan disparando contra niñas y niños indefensos?

Como psicólogo no podía guardar silencio frente a semejante atrocidad. La razón de ser de la psicología es la paz, el diálogo y el respeto por el otro distinto. La opción de la muerte, el asesinato y la desaparición física o simbólica de la diferencia no está en mi horizonte ético-político. Ojala que vuestros hijos un día digan ¡basta! Y sean capaces de encontrar salidas más dignas a los conflictos con los vecinos territoriales, afectivos y políticos.

Edgar Barrero Cuéllar, director de la Cátedra Libre Martín-Baró

rCR