Las mujeres serán las que pagarán el precio más alto por la crisis económica y social desencadenada por el coronavirus, especialmente a nivel de desocupación pero también a nivel de la violencia doméstica que ha aumentado drásticamente. En esta situación particular, las mujeres son las “más vulnerables a nivel económico y social además de agravarse enormemente las desigualdades entre los sexos”, según un documento de la ONU difundido la semana pasada y comentado ampliamente por el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres. En Italia, la organización denominada “Estados Generales de las Mujeres” nacida en 2014 y que defiende los derechos femeninos, confirma estos peligros. Y para afrontarlos ha presentado una serie de propuestas al gobierno de Giuseppe Conte pidiendo que se elabore un plan específico para aumentar el empleo femenino y la protección de la mujer en general.
“La pandemia de la covid-19 afectará a todo el mundo en todas partes. Pero los efectos serán diferentes según los diferentes grupos sociales y profundizará ampliamente las desigualdades ya existentes”, dijo Guterres. Según la ONU, el 60 por ciento de las mujeres de todo el mundo trabaja en la economía informal, ganando menos, ahorrando menos y con un gran riesgo de caer en la pobreza. El trabajo no pagado de las mujeres, por lo demás, ha aumentado exponencialmente durante la pandemia como resultado de las escuelas cerradas y el aumento de los cuidados necesarios para los ancianos de la familia.
“Si se pierden los progresos conseguidos hasta ahora, se requerirán años para conseguirlos de nuevo”, subrayó. El documento bregó además porque el trabajo cotidiano en casa sea reconocido y evaluado como una contribución vital para la economía.
La pandemia también ha “horriblemente aumentado la violencia contra las mujeres”. La igualdad de género y los derechos de la mujer son esenciales para poder salir de la pandemia y construir un futuro mejor, subrayó el texto, que pidió además una equitativa representación femenina en todos los órganos que se encarguen de dar soluciones para el post covid -19.
Las mujeres italianas y el coronavirus
Con una larga trayectoria de sus madres y abuelas en los movimientos feministas de la década del 1970, las mujeres italianas de hoy, a través de los “Estados Generales de las Mujeres”, uno de los primeros laboratorios que expresan los pedidos femeninos nacido en 2014, han presentado al jefe del gobierno un detallado plan en favor de las mujeres, según la región de la que se trate, porque cada una tiene características diferentes, explicó a PáginaI12 la coordinadora nacional de esa organización, Iva Maggi. Entre sus propuestas, un plan para ayudar a las empresas femeninas, dándoles contribuciones importantes y sin pagar impuestos por un cierto tiempo. Pero también hay otra reivindicación que las integrantes del organismo consideran fundamental para la democracia: que en las elecciones exista la posibilidad de votar tanto un hombre como una mujer para un cierto cargo, cosa que no sucede en algunas regiones como la Apulia.
“Uno de los problemas que será grave luego de la pandemia es la ocupación – explicó Maggi -. Por eso pedimos al gobierno un plan específico para la ocupación femenina. La ocupación femenina es baja en Italia comparada con otros países de Europa, en torno al 42 por ciento del conjunto de los ocupados según datos provisorios. Y la pandemia ha agravado este problema porque las mujeres se han sentido desanimadas y ni siquiera buscan nuevos trabajos cuando en realidad se ha demostrado que son óptimas para trabajar en el turismo, la hostelería, la agricultura de proximidad, la manufactura. La búsqueda activa del trabajo ha pasado a segundo plano”. Y agregó: “Por otra parte, si estamos en casa trabajando en smart working (a distancia), lo debemos transformar en un nuevo recurso para nosotras. Es decir, debemos saber dividir el tiempo con nuestro compañero o marido y los hijos, compartiendo las responsabilidades hogareñas. No tenemos que hacer todo siempre nosotras. Smart working es una ventaja, el futuro, pero tenemos que aprender a manejarlo para que no se transforme en una celda ni nos transforme en esclavas”.
En cuanto a la violencia de género que tanto ha aumentado en tiempos del coronavirus, Maggi precisó que no se puede hablar de zonas en particular porque “la violencia de género es un fenómeno que se produce en todos lados. Durante el coronavirus hemos visto casos en las ciudades y en los pueblos pequeños”. Lo que ha aumentado son las llamadas a los centros antiviolencia. En efecto, del 2 de marzo al 5 de abril, 2.867 mujeres mujeres han llamado a 111 centros antiviolencia distribuidos en todo el país, con un aumento del 74,5% respecto al último periodo registrado, que fue en 2018, según público el diario La Republica de Roma.
Maggi contó que “Los estados Generales de las mujeres” han abierto por eso una plataforma que se llama “Adopto una trabajadora.it” donde reciben on line respuestas a todo tipo de consultas a las que responden expertos, psicólogos, abogados. “Y lo hemos hecho porque el problema era que en las casas, si una era maltratada, no podía ponerse al teléfono porque el abusador estaba allí. Todo ha quedado muy escondido al trabajar todos en casa”, dijo.
A la ministra para la Igualdad de Oportunidades y la Familia, Elena Bonetti, con la que han tenido oportunidad de encontrarse, le han planteado la necesidad de “cambiar el paradigma”. “La violencia no tiene necesidad de planes extraordinarios para ser combatida. -explicó-. Es un problema estructural y como tal debe ser afrontado de modo definitivo. Las mujeres deben poder tener lugares donde puedan ser acogidas, puedan regenerarse, aprender un nuevo trabajo, incluso con sus hijos. La independencia económica es la clave. Si pudieran ganar su propio dinero sería más fácil para que ellas decidieran irse de la casa donde sufren violencias”.
Maggi indicó además como un ejemplo la decisión del Tribunal de Trento (norte de Italia) que por primera vez en el país, ha determinado que los hombres responsables de violencias son los que deben ser alejados de sus casas. “Hasta ahora, en general eran las mujeres las que eran alejadas y colocadas en las llamadas Casa Refugio. Pero si bien son necesarias en ciertos casos, los refugios pueden ser un problema, porque se tienen que llevar los hijos y a veces la escuela les queda lejos, etc. Por eso nosotras apoyamos la medida de que sean los hombres los alejados y enviados a centros especiales donde empiecen su conversión. Y que las mujeres se queden tranquilas en casa con el apoyo de asistentes sociales, psicólogos, etc”, añadió.
Las mujeres extranjeras residentes en Italia son otro problema. Pese a que muchas han logrado regularizar su situación, otras que trabajaban como empleadas domésticas o cuidadoras de ancianos en negro, durante la cuarentena han quedado en la calle. Es el caso de ecuatorianas y peruanas pero también de rumanas. Algunas organizaciones solidarias tratan de ayudarlas, como la latinoamericana “Uniendo Raíces”. Pero existen casos más tremendos, como el de las mujeres nigerianas explotadas como prostitutas. “El mercado de la trata siguió existiendo pese a la cuarentena” dijo Maggi, y concluyó: “Las mujeres inmigrantes no son tenidas en cuenta para nada ”.