Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Foto: CC Hospital Clinic via flickr.
El desarrollo de una vacuna nunca habrá costado tan caro a los contribuyentes. Ni las investigaciones sobre el ébola ni las del sida recibieron tantos fondos públicos en tan poco tiempo. Sin embargo, no se ha hecho nada para impedir que los intereses privados acaparen estas investigaciones. Una investigación del colectivo de periodistas Investigate Europe (1), socio de Basta !
Después de casi tres horas de videoconferencia la audiencia dejó de estar concentrada. No menos de 60 primeros ministros, presidentes y representantes de familias reales se habían sucedido ante sus webcams. Como en un teletón VIP, los jefes de Estado demostraron que sabían ser generosos. Es lunes 4 de mayo a la hora de la siesta, en el momento culminante de la gran conferencia de donantes apadrinada por la Unión Europea, Noruega, Arabia Saudí, Alemania, Reino Unido y Francia con el objetivo que recaudar 7.500 millones de euros a beneficio de la investigación sobre el COVID-19 (pruebas, medicamentos, vacunas).
La Comisión Europea dio el pistoletazo de salida de esta recaudación de fondos con el anuncio de una contribución de 1.400 millones de euros (2), siguió Francia con 500 millones y Alemania con 525 millones. Bajo la sonrisa condescendiente de la presidenta de la Comisión de Bruselas, Ursula Van der Leyen, el dinero público de los Estados miembros y de la fundaciones filantrópicas cae en tromba. En una tarde y con una fluidez conmovedora se llega a la cifra de 7.400 millones de euros. También hay que indicar la sabiamente orquestada aparición de la estrella Madonna, que se comprometió, a su vez, a aportar un millón de dólares. “Este virus nos ha hecho iguales a todos y eso es lo maravilloso”, afirma la cantante en Instagram, desnuda en un baño en el que flotan pétalos de rosa, “y si el barco se hunde, nos hundiremos todos juntos”.
Desde el principio de la pandemia se multiplican este tipo de declaraciones emotivas que dejan creer que existe un “todos juntos”, un frente unido contra el COVID que supera la competencia y la búsqueda de beneficio habituales. Como Emmanuel Macron, que el pasado 15 de mayo afirmaba que “la vacuna debe ser «un bien público mundial» al margen de las leyes de mercado”. Hasta los gigantes de la industria farmacéutica, los Big Farma, difícilmente sospechosos de filantropía, se ponen la mano en el corazón: Johnson and Johnson (Estados Unidos), GSK (Reino Unido) e incluso el francés Sanofi. Así, el 30 de marzo Alex Gorsky, presidente de Johnson & Johnson, declaraba: “Estamos decididos a poner de nuestra parte para que una vacuna COVID-19 este disponible y sea asequible en todo el mundo lo más rápido posible” (3).
“Teniendo en cuenta el extraordinario desafío humanitario y financiero que plantea la pandemia, ambas empresas consideran que es prioritario el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y se comprometen a procurar que toda vacuna resultante de su colaboración esté disponible a un precio asequible y a establecer mecanismos que permitan a todas las personas acceder a ella en todo el mundo”, afirmaron también las empresas Sanofi y GSK, que decidieron aliarse en su proyecto de vacuna (4). ¿La urgencia de la pandemia hará que todos se pongan de acuerdo? En estos momentos sobre todo parece que estos compromisos apenas superan la fase de las declaraciones. A pesar de la urgencia de la situación, parece que las reglas de ayer se siguen aplicando en el mundo de mañana: sigue siendo habitual la opacidad en la gestión de los fondos públicos.
Ninguna transparencia sobre los beneficiarios de los fondos públicos
Sin embargo, era una buena ocasión. “Científicos de todo el mundo han dejado de lado sus propias investigaciones para lanzarse a investigar una vacuna”, testimonia James Love, director de la ONG estadounidense Knowledge Ecology International acreditada en la OMS, y que milita en cuestiones relacionadas con la propiedad intelectual y a favor de un acceso libre a la vacuna y a los tratamientos contra el COVID-19. “Es increíble la cantidad de científicos que han trabajado sobre este tema, las herramientas puestas al servicio del desarrollo de una vacuna COVID-19 son las mejores, llegamos a un nivel de cooperación histórica en dirección a un mismo objetivo”. Resultado: según la OMS (5), a mediados de mayo se estaban desarrollando en el mundo 110 vacunas candidatas. Y la investigación avanza rápido, ocho de ellas ya habían llegado al estado de ensayos clínicos (pruebas en seres humanos).
Para no perder la oportunidad varios Estados (en general poco inclinados a financiar vacunas costosas y poco rentables) y fundaciones han hecho donaciones generosas. Así, la Comisión Europea reveló a Investigate Europe que de los 7.400 millones de euros recaudados durante el Teletón VIP del 4 de mayo “aproximadamente 4.000 millones” se dedicarán a la investigación de la vacuna. ¿“Aproximadamente”? ¿Cuántos millones arriba o abajo? No se nos revelará más. Durante estas semanas de investigación Investigate Europe y Basta ! pudieron darse cuenta de que era imposible obtener una lista exhaustiva del conjunto de las inversiones públicas europeas (cantidades, destinatarios) para desarrollar la vacuna desde el inicio de la pandemia.
La propia Comisión explica lo siguiente sobre la operación del 4 de mayo en una nota en su página web: “Los montantes aportados por cada país pueden representar a varios donantes y todas las contribuciones no se pueden atribuir a las autoridades públicas del país”. La propia institución reconoce que no puede especificar qué parte corresponde a fondos públicos y cuál a donantes privados. ¿Conoce al menos la identidad de sus generosos filántropos? Cuando Investigate Europe se lo preguntó tampoco fue capaz de publicar el reparto de los 1.400 millones de euros que ella aportó (parte reservada a las vacunas, tratamientos, pruebas) porque “solo los mejores proyectos obtendrán el contrato”, nos respondió.
Los fondos públicos europeos destinados a la futura vacuna no provienen solamente de las instituciones europeas. Los Estados miembros de la Unión Europea también han aportado de forma individual. También les hemos preguntado de qué montantes se trataba. Solo la mitad de los Estados aceptaron responder a nuestras preguntas. Alemania, por ejemplo, desbloqueó 140 millones de euros hasta el 1de abril (fecha en la que nos respondieron); Hungría, 6 millones (a fecha del 6 de abril); Finlandia, 5 millones; Países Bajos, 50 millones; Reino Unido, casi 280 millones de euros (250 millones de libras)… Las autoridades francesas no nos respondieron. En un artículo del 2 de mayo Mediapart afirmaba que para esa fecha el Estado francés no había desbloqueado ningún presupuesto específico para investigar la vacuna. Sin embargo, en el mes de marzo de 2020 el Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación francés había anunciado con orgullo el establecimiento de un fondo de urgencia de 50 millones de euros para la investigación del COVID (tratamiento y vacuna). Pero tras un mes y medio de intercambiar correos electrónicos y llamadas de teléfono no fue capaz de decirnos qué montante había destinado a la investigación de la vacuna ni tampoco a qué equipo de investigación se había concedido el dinero. Con todo, el Ministerio dio esta respuesta a Mediapart: “El montante dependerá de cómo avanzan los proyectos, pero se pondrán a disposición los medios necesarios para desarrollar pistas serias”. Poco preciso.
La cuestión de la transparencia y de la trazabilidad de los fondos públicos destinados a la investigación de la vacuna contra el COVID es generalizada en Europa. “Es muy difícil saber cuánto dinero público se ha invertido en la vacuna. Nadie lo sabe realmente, a excepción de las empresas y de las empresas beneficiarias”, analiza Viviana Galli de European Alliance for Responsible R&D and Affordable Medicines, una poderosa coalición que reúne a asociaciones de pacientes, de consumidores y a varias ONG. “Los propios gobiernos no tienen esos datos, lo que quiere decir que estarán literalmente «ciegos» cuando negocien con las empresas farmacéuticas el precio de un medicamento. ¿Cómo negociar un precio justo cuando se ignora cuánto ha costado la investigación y quién la ha financiado?”.
Los Estados, y sus ciudadanos, corren peligro de pagar dos veces el precio de la vacuna
Gaelle Krikorian, responsable de la campaña de acceso a los medicamentos esenciales de Médecins sans frontières (MSF), ironiza sobre “todas estas conferencias que quieren lanzar el mensaje de que será «todos juntos contra el malvado virus sin fronteras». Pero cuando se trata de obtener informaciones precisas se tiene la impresión de que se trata sobre todo de una especie de club de dirigentes que discuten entre ellos, casi en una esquina de la mesa, al acabar la cena, sin que haya nadie que garantice un mínimo de transparencia y de garantías”. Sin embargo, el contenido de estas negociaciones es crucial: “Nadie es claro acerca de cuál es el plan, cuáles son los acuerdos, cómo se hace para que no haya monopolio, para garantizar un acceso justo [a la vacuna] en todo el mundo”, continúa la investigadora, condenada a obtener la poca información de la que dispone “por medio del boca a boca y de manera muy informal”.
Existe el problema de la opacidad y de la trazabilidad de los fondos, pero también el de las condiciones en las que se han concedido estos fondos a los laboratorios privados. Tras haber preguntado a todo el mundo (a la Comisión Europea, el Banco Europeo de Inversión y el CEPI, siglas de Coalition for Epidemic Preparedness Innovations, un organismo creado en 2017 que reúne a Estados, organizaciones filantrópicas e industria farmacéutica) la constatación es irrefutable: parece que nadie ha pensado en guardar los derechos sobre la futura patente de la vacuna, a pesar de ser un reto importante.
“La primera empresa que desarrolle la vacuna tendrá un enorme poder de negociación con los Estados”,analiza Ancel·la Santos Quintano, del Bureau européen des unions de consommateurs (BEUC), la federación que reúne a 41 asociaciones de consumidores de 31 países europeos. “Nos enfrentamos a una pandemia, lo que quiere decir que todo el mundo va a querer esta vacuna. Una empresa que tenga un monopolio puede fácilmente pedir mucho dinero”. Es probable que eso sea causa de la gran abundancia de anuncios recientes sobre ensayos clínicos alentadores. Los Estados, y sus ciudadanos, corren peligro de pagar dos veces el precio de la vacuna: una vez por medio de los fondos públicos invertidos en desarrollarla y una segunda vez para comprar dosis de estas vacunas para las poblaciones.
“Los resultados de investigación generados en el marco de la acción pertenecen al beneficiario que los ha generado”, confirma un portavoz de la Comisión Europea a Investigate Europe en relación a los fondos europeos. Sin embargo, los contratos destinados a obtener el dinero para la investigación del COVID-19 incluyen una obligación: hacer que los datos de la investigación estén disponibles en acceso libre dentro de los 30 días posteriores a su producción. “Esto significa que los usuarios finales podrán acceder, explotar, reproducir y reproducir los datos sin costo alguno”, según el portavoz, pero esto no significa ningún compromiso respecto al acceso a la vacuna.
El 13 de mayo el director de Sanofi provocó indignación en Europa al anunciar en un artículo de la agencia Bloomberg (6) que si tenía éxito la investigación de su empresa para una vacuna, esta se distribuiría primero en Estados Unidos. La razón es que el gobierno de Estados Unidos es quien más ha invertido en la empresa para crear la vacuna. ¿Cuánto exactamente? 30 millones de dólares para las investigaciones preclínicas, nos respondió Sanofi, por lo tanto, antes de un posible ensayo de una vacuna potencial.
Leïla Miñano / Investigate Europe (con Rachel Knaebel).
Notas:
(1)Investigative Europe es un proyecto piloto paneuropeo: un equipo de nueve periodistas que trabajan en ocho países europeos e investigan temas que tienen repercusión en el conjunto del continente. Cada una de sus investigaciones se publican en las páginas de medios de comunicación europeos asociados, entre los que se encuentra Basta !: Tagsspiegel (Alemania), EuObserver (Reino Unido), Newsweek Polska (Polonia), Publico (Portugal), Infolibre (España), Aftenposten (Noruega), Corriere della Sera (Italia), Efsyn (Grecia), Falter (Austria), Dagen Arbet (Suecia), The Black Sea (Rumanía), Ugebrevet A4 (Dinamarca), Pot Crto (Eslovenia). Su trabajo se financia tanto con becas y fundaciones como con las contribuciones de los lectores. Para saber más sobre el proyecto y sobre los periodistas que han trabajado en esta investigación, véase www.investigate-europe.eu.
(2) Según la información obtenida por Investigate Europe y Basta !, la Comisión prometió 1.400 millones de euros en total durante la conferencia de donantes del 4 de mayo, de los cuales mil millones de euros de subvenciones y 400 millones de euros de garantías sobre préstamos.
(3) En un comunicado de prensa.
(4) Véase el comunicado de prensa del 14 de abril.
(5) Véase la web de la OMS.
(6) Véase aquí.
Fuente: https://www.bastamag.net/recherche-vaccin-Covid-19-laboratoires-pharmaceutiques-fonds-publics-OMS
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.