Una vez esté la vacuna preparada y distribuida, la crisis parará en muchos países, en Reino Unido la uniremos al brexit, y vamos para bingo.
Reino Unido ya está en recesión, 11 años después. Los datos económicos en el segundo trimestre de 2020 son alarmantes, y la caída del 20.4% es la mayor nunca registrada en el país, a pesar del mini rebote que comenzó a surgir en junio.
Este desplome es el mayor sufrido por ninguno de los países del G7, pero en su caso y por mucho que sigas cual avestruz con la cabeza enterrada en la arena de alguna de sus playas, por cierto, atestadas de la población a la que le has dificultado viajar al mediterráneo, no hace más que demostrar que a la COVID-19 habrá que sumarle el brexit.
El desplome es superior al de España con un 18.5%, pero hay muchos matices que diferencian las dos economías ahora mismo.
España, a diferencia de Reino Unido, cuenta con la ayuda de la Unión Europea. No como en la crisis de 2008 cuando los recortes venían impuestos desde el centro y la falta de solidaridad entre países hizo mella en el sur de Europa, asfixiando a Grecia y a España, que pagaron con creces la cultura del pelotazo que hasta entonces imperaba.
Está claro que en tiempos de crisis si tienes familia y amigos alrededor, tienes muchas más posibilidades de sobrevivir. Reino Unido mientras tanto sigue escupiendo y vilipendiando a los que tiene cerca, esperando que su primo de Zumosol, Trump, le tire miguitas.
Tras el referéndum del brexit, varios líderes, incluido Boris Johnson hablaban de cola de países que querían materializar acuerdos económicos y de comercio con Reino Unido, y seguimos esperando
Reino Unido esta igualmente cabezón con la creación de una organización económica que copie los miembros de los Five Eyes.
Los Five Eyes se crearon en 1941, como una alianza que une los sistemas de inteligencia de Canadá, EEUU, Nueva Zelanda, Australia y Reino Unido, y ahora en muchos medios hablan de manera unilateral de ahondar esta relación para crear un eje geopolítico, que vuelva a poner a Reino Unido en algún mapa de decisiones en el mundo, ahora que va desapareciendo su influjo y poder.
Es curioso ver su empeño en seguir tirando por la vía del viejo Imperio, llamando a la puerta de aquellos exsocios que a ellos les apetece. Por lo visto, invitar a estos nuevos proyectos a países de la Commonwealth como India o Botsuana, de momento, no es considerado necesario. Quizás siguen con sus ideas del pasado, clasismo y racismo encubierto.
España no cuenta con la inestabilidad de no saber quiénes serán sus socios comerciales dentro de cuatro meses y medio. El tablero económico de nuestro país, aunque esté torcido por el coronavirus sigue contando con las mismas fichas con las que contaba antes de marzo. Estas fichas podrán volver a ser utilizadas una vez tengamos vacuna y las economías puedan volver al punto pre COVID-19.
En Reino Unido, en su tablero actual, tirará a la basura la mayoría de las fichas con las que venía jugando.
Tras el referéndum, varios líderes, incluido Boris Johnson hablaban de cola de países que querían materializar acuerdos económicos y de comercio con Reino Unido, y seguimos esperando.
Japón, con el que están ahora mismo negociando, al parecer no es muy entusiasta de su queso azul Stilton, y las condiciones que Japón impone al sector lácteo no agradan a Liz Truss, secretaria de comercio, como si tuvieran donde elegir y no se dieran cuenta de quien ha cedido la sartén del mango con su ineptitud y su miopía.
Con Australia y Nueva Zelanda llevan tiempo dando vueltas a la perdiz y sin nada firmado, con la pequeña consideración que están lo más lejos que cualquier país puede estar de Reino Unido, más de 15 mil kilómetros, y entre ambos no llegan a los 30 millones de habitantes.
EEUU acaba de anunciar que las negociaciones se aplazan ya para primavera; pintaba mal entre el pollo clorinado y el hecho de que hay elecciones en noviembre y Joe Biden ya dijo en varias ocasiones que si gana, está más interesado en finalizar un tratado comercial con la UE que con Reino Unido, pues deja un panorama desolador para el que creía que le coronarían rey de la escuela en el baile de fin de curso, y en clase de educación física tiene que jugar al frontenis solito ya que nadie quiere jugar con él.
No hay reuniones urgentes y la Unión Europea parece que ya ha desistido ante la arrogancia británica, y ya están también contando los meses para desprenderse de este socio, esperando a la siguiente temporada de Juego de Tronos Británicos, en la que parece que la reina de los dragones Nicola Sturgeon tiene encaminada y decidida la independencia escocesa, que será igualmente acompañada por otra independencia fáctica de Irlanda del Norte, e incluso hay rumores de que los territorios de “muy al sur”, Gibraltar, quedarán posicionados más cerca de la UE que del control de Boris el rubio.
Y las pateras ahora llegan con más facilidad a las costas de Dover. Francia ya no debe fidelidad y cooperación a Reino Unido y ¡los ingleses no lo veían venir!
Con el brexit han seguido una táctica de esperar que el contrincante doble la rodilla y con la COVID-19 han hecho lo mismo.
No entrar en razón y protegerse de los efectos de ambos sería demostrar debilidad, y ya sabemos que Boris quiere inmunidad de rebaño y acceso a la UE por su cara bonita, o quizás por venir de las élites.
En agosto ha anunciado que pararán los ERTES británicos (sistema de furlough) en octubre, pero ofrece 10 libras por comensal a los que salgan a comer a restaurantes, medidas elitistas que solo se preocupan de su clases medias y altas que puedan permitirse en estas condiciones salir a comer a restaurantes.
La cuarentena con países europeos menos afectados por el coronavirus también afecta a las clases más bajas, que en muchos casos veraneaban en Grecia, España y Turquía, ya que veranear en Reino Unido solo lo pueden hacer las clases pudientes.
Una vez esté la vacuna preparada y distribuida, la crisis parará en muchos países, en Reino Unido la uniremos al brexit, y vamos para bingo.