Martín Lallana

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La gravedad de la crisis ecológica no admite matices: estamos al borde de un desastre climático irreversible. Durante las tres últimas décadas, las emisiones mundiales de CO₂ no han dejado de aumentar. A pesar de decenas de acuerdos y cumbres internacionales, las actuales políticas nos conducen a un calentamiento global de 2,8 °C. Muy por encima del límite seguro.

¿Por qué narices hablamos de ecosocialismo? ¿Acaso el socialismo no busca ya la regulación libre y consciente del metabolismo social? ¿Están incompletas las herramientas clásicas de análisis marxista para afrontar el periodo histórico actual? ¿Qué implicaciones sustanciales tiene la crisis ecológica para la organización y estrategia socialista?

Este es el “negacionismo blando”, “transición ecológica de consenso”, o “consenso verde” al que nos enfrentamos. Para hacerle frente, debemos tener claro que cualquier solución que se nos presente que no suponga un cambio radical con respecto a las tendencias pasadas, será falsa. Debemos tener claro que para lograr las reducciones de emisiones imprescindibles necesitamos decrecer en todas las esferas: energética, material y de movilidad.