Jordán Rodas Andrade, abogado y notario, ocupó el cargo de Procurador de los Derechos Humanos de Guatemala entre 2017 y 2022. Junto a Thelma Cabrera, lideresa Maya Mam, integró el binomio presidencial del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) en las elecciones del pasado junio.
De manera arbitraria e ilegal, el Registro de Ciudadanos del Tribunal Supremo Electoral rechazó la inscripción como candidatos presidenciales, y la Corte de Constitucionalidad de la Corte Suprema de Justicia declaró sin efecto todas las acciones legales presentadas en aras de revertir dicha decisión.
El exprocurador decidió abandonar el país y autoexiliarse, igual que muchos otros operadores de justicia y activistas sociales que han venido sufriendo persecución y la criminalización sistemática de parte de los poderes fácticos enquistados en las instituciones.
Inesperadamente y contra todo pronóstico, las elecciones consagraron la victoria del ya diputado progresista Bernardo Arévalo (Movimiento Semilla), que venía agitando la bandera de la lucha contra la corrupción pública, y la derrota del oficialismo y la derecha más recalcitrante del país.
Temor a un nuevo golpe
Un fracaso para lo que en Guatemala se conoce como el “pacto de corruptos”, la alianza entre redes políticas, oligarquía nacional, poderes del estado cooptados y redes criminales que se coordinan para defender y asegurar sus intereses y garantizar impunidad.
La arremetida contra el futuro presidente y su movimiento político, iniciada inmediatamente después de alcanzar el balotaje y que ha venido profundizándose después de la victoria en segunda vuelta, ha generado en la población guatemalteca y en la comunidad internacional el temor de un posible golpe.
El paro nacional indefinido promovido por las autoridades de los 48 Cantones de Totonicapán, al cual se han sumado organizaciones y personas de todo el país, exige la renuncia inmediata de la fiscal general, Consuelo Porras, y del fiscal anticorrupción, Rafael Curruchiche, ante el intento de revertir el resultado electoral.
A pesar de las amenazas vertidas en estos días por el presidente Alejandro Giammattei y la fiscal general, Guatemala vive su décimo día consecutivo de protestas, con casi 140 bloqueos de carreteras a nivel nacional, al menos 20 vías cerradas en la capital y un número creciente de personas que se suman a movilizaciones y plantones.
Hartazgo
Empresas de transporte internacional han suspendido sus viajes y varios comercios han cerrado sus puertas.
“El pacto de corruptos/alianza criminal decidió bloquear nuestra participación a las elecciones, pero hicieron mal sus cálculos. La población guatemalteca fue muy astuta y mostró con el voto su hartazgo ante el modelo de corrupción imperante en el país”, dijo a La Rel Jordán Rodas.
“Bernardo Arévalo tiene poca experiencia política, pero es honesto, está comprometido con la lucha contra la corrupción y tiene la fortaleza del legado de su padre Juan José Arévalo, quien fue presidente de Guatemala[1] en los años 40”, agregó.
Para el ex procurador de derechos humanos, el camino hacia la toma del cargo presidencial el próximo 14 de enero va a ser largo, difícil y peligroso.
“Ojalá logre salir airoso de un proceso de criminalización que es inminente y que no sea víctima del sistema perverso de la justicia penal guatemalteca o, aún peor, de un atentado contra su vida”, alertó Rodas.
Sin movilización nada podrá hacerse
De llegar a asumir, igual Arévalo tendrá muchas limitaciones para echar a andar su programa de gobierno: un parlamento pulverizado, instituciones cooptadas y poderes fácticos conspirando para que no termine su mandato.
El apoyo de un pueblo consciente y movilizado va a ser imprescindible para que Guatemala pueda iniciar un verdadero camino de transformación.
“Definitivamente Guatemala necesita de cambios profundos y estructurales, sin embargo, en este momento ya sería importante iniciar con un cambio de rumbo”; consideró Rodas.
“En este sentido, debería ser como un gobierno de transición, con una agenda mínima que plantee el restablecimiento del estado de derecho y la democracia, el fin de la persecución política y la lucha frontal contra la corrupción”.
“Es un gran desafío y los sectores progresistas debemos ser muy racionales, coherentes y objetivos en cuanto a las expectativas. Pero ver toda esta población en las calles, mucha juventud, mucha creatividad y empoderamiento, me da esperanza de que sí se pueda avanzar”, concluyó.
Nota:
[1] En Guatemala, la revolución de octubre de 1944 inauguró un período de diez años de reformas sociales democráticas bajo dos presidentes: Juan José Arévalo (1945-1950) y Jacobo Árbenz (1950-1954). Juan José Arévalo se exilió en Uruguay, donde nació su hijo Bernardo.
Fuente: Rel UITA
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