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Panamá y el lado equivocado de la historia

Fuentes: Rebelión

La complicidad de Panamá con Israel y nuestro acercamiento a Ucrania, que está en guerra contra Rusia por órdenes de EE.UU.-OTAN, ponen en peligro nuestra neutralidad tradicional en virtud de la vía interoceánica que nos obliga a alejarnos de cualquier conflicto que amenace el funcionamiento del Canal

Los crímenes de guerra, el genocidio, la limpieza étnica y otras atrocidades que comete Israel contra Palestina, descubren la crisis de la moral internacional que envenena a la humanidad y que sacude el sistema de la ONU como un sismo que precede y anuncia el futuro.

El ensañamiento de Israel contra Palestina viola todas las líneas rojas y se inserta en lo inverosímil y la incredulidad. Para encontrar un símil con el presente holocausto, abría que remontarnos al martirologio de los judíos bajo Hitler o al de nuestros originarios durante la Conquista ibérica.

Allá como acá, el genocidio y el saqueo se quisieron justificar en nombre de una religión: allá, la cristiana; acá, la hebrea, si bien hoy se especula que ambas fueron mero plagio de antiguas religiones de Mesopotamia, la India y Egipto.

Miles de años antes de Cristo, ya había una narrativa sobre un diluvio universal, el paraíso y Noé, entre otras tradiciones y leyendas de la Biblia.

Al día de hoy, 25 de septiembre de 2024, Israel ha asesinado a 42.213 palestinos entre Gaza y Cisjordania, y herido a otros 101.756, sin contar a los desaparecidos bajo los escombros.

Noam Chomsky, eminente crítico de la política exterior de Washington, sostiene que los palestinos carecen de apoyo porque no tienen riqueza ni poder, pero el mundo entero ha demostrado su repudio total al sionismo de Israel, que se revela ante nuestros ojos como un poder satánico que lo desdice de su reclamo de ser el “hijo de Dios” y heredero de una supuesta “tierra prometida”.

Los gobiernos de Panamá, salvo raras excepciones, han apoyado a Israel y condenado a los palestinos. Olvidan que fueron los árabes quienes nos apoyaron en nuestros reclamos de soberanía e independencia, ya que sin la solidaridad de la Liga Árabe durante el Consejo de Seguridad de la ONU en Panamá (marzo de 1973) jamás Panamá hubiera alcanzado el respaldo mundial a nuestra causa. Seamos, pues, consecuentes.

Panamá ha sido el único país latinoamericano en votar contra los palestinos. Nuestro país se abstuvo de apoyar la resolución de la Asamblea General de la ONU que, en acatamiento de una decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, exigió que Israel devolviese las tierras ocupadas de los palestinos en un plazo no mayor de 12 meses. Incluso desde 2012 le negamos a Palestina ser miembro de la Unesco.

El canciller de Panamá, Javier Martínez-Acha Vásquez, se reunió ya con el secretario de Estado, Antony Blinken, y pronto lo hará con Netanyahu. Con este nuevo hito, Panamá se unirá al rebaño de países huérfanos de dignidad y honor nacional.

Añadiendo más sal a la herida, Israel hizo explotar en Líbano y Siria artefactos como beepers “buscapersonas”, celulares y otros que han asesinado indiscriminadamente a decenas de personas civiles e inocentes, amén de ocasionar la emigración obligada de 10.000 libaneses de su patria.

¿Por qué razón habría de comprometerse nuestro pueblo con tan horrorosos crímenes de lesa humanidad? ¿Por qué tanto contubernio y sumisión ante el sionismo asesino?

En ridícula simulación de gran potencia, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, elegido por un mínimo de votos, se entrevistó con el presidente pelele de Ucrania, el comediante Volodimir Zelenski, y acordó intercambiar embajadores con Kiev.

La complicidad de Panamá con Israel y nuestro acercamiento a Ucrania, que está en guerra contra Rusia por órdenes de EE.UU.-OTAN, ponen en peligro nuestra neutralidad tradicional en virtud de la vía interoceánica que nos obliga a alejarnos de cualquier conflicto que amenace el funcionamiento del Canal.

¿A título de qué el presidente Mulino decide encompincharnos con Israel a costa de los palestinos, que han sido siempre leales con Panamá? Más allá de ser el jefe del Ejecutivo, el presidente está obligado a cumplir estrictamente la Constitución Nacional que, en su artículo 4, manifiesta que la autodeterminación nacional la representa el pueblo de Panamá, que es el verdadero soberano. ¿Cuándo habló el presidente con nuestro pueblo y quién lo autorizó?

Razón tenía el doctor Mauro Zúñiga al afirmar lo siguiente:

“El vergonzoso voto de Panamá contra Palestina como Estado No Miembro de la ONU, dejó en evidencia la fusión que existe entre Panamá y Estados Unidos. Fue el único voto latinoamericano que se opuso. Panamá se comporta como si fuera un estado de EE.UU. A pesar de que la Constitución de ambos países indica lo contrario, la práctica nos coloca como una invisible estrella en la bandera gringa.” (Rebelión, 2 de diciembre de 2012).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.