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Trump en América Latina (I)

Sometimiento económico para desplazar a China

Fuentes: Rebelión

Trump pretende engrandecer a los capitalistas de Estados Unidos mediante un duro paquete de sanciones, aranceles y chantajes. Espera revitalizar con esas exigencias a un alicaído imperio.

En la distribución de imposiciones Europa debería ofrendar su industria, Rusia limitar su desarrollo, Asia prescindir de su autonomía financiera y China renunciar a su expansión. A Latinoamérica le correspondería entregar todos sus recursos al dominador del Norte.

Para reforzar esas demandas Trump emite comentarios despectivos y amenazadores. Afirma que Estados Unidos debe contrapesar la penalización económica que sufre por parte de América Latina. Expone ese disparate, proclamando que su país ¨no necesita¨ al resto del continente y puede prescindir de las relaciones con sus vecinos.

Con esa arrogancia, encubre que el imperialismo estadounidense confisca desde hace más de un siglo las riquezas de la región. Se planta como un benefactor que puede abandonar a sus auxiliados, cuando en los hechos sucede lo contrario.

Washington necesita reafirmar su dominación de América Latina para recuperar primacía mundial. Lejos de ocupar un lugar prescindible, la región es un laboratorio del control mundial que Trump auspicia para los poderosos de su país.

DESPLAZAR A CHINA SIN OFRECER NADA

América Latina es el campo inmediato de la confrontación con China. Trump busca frenar la impresionante expansión lograda por el gigante asiático en los últimos 20 años. Mientras que la participación china en el comercio exterior de la región saltó del 3,7% (2001) al 16% (2020), la incidencia de Estados Unidos decayó del 49,7% al 37,4%. El volumen de las transacciones con el gigante oriental se disparó de 18.000 a 450.000 millones de dólares.

Ese salto sintonizó con el impetuoso avance de la Ruta de la Seda, que sumó a 21 de los 33 países de la zona, frente a un total estancamiento del proyecto rival de América Crece. El mercado chino se ha convertido en el principal destino de exportaciones de países como Chile, Perú o Brasil, que hace algunos años mantenían un flujo comercial privilegiado con Norteamérica.

Estados Unidos terminó descolocado en la disputa por la supremacía del libre comercio. Primero, los convenios concertados por Washington con Colombia, Panamá, Perú, República Dominicana y México, no disuadieron a los firmados con Beijing por Chile, Costa Rica y Perú. Posteriormente, la propia Alianza del Pacífico -que debía forjar un promisorio eje con la Costa Oeste de la primera potencia- terminó absorbida por la pujanza oceánica de China. El globalismo occidental perdió tanta energía, que finalmente Estados Unidos debió abandonar el multilateralismo que precedió al segundo Trump (Merino, et al, 2023: 21-78).

Los desembarcos más recientes del competidor oriental son impactantes. La principal fábrica de autos eléctricos chinos en Brasil (BYD), está localizada en un predio que anteriormente perteneció a Ford. Con la misma intensidad se expanden los proveedores de autopartes y las ocho empresas asiáticas instaladas en el 2018 saltaron a veinte en el 2023.

El puerto más importante de Sudamérica (Chancay) fue recientemente construido y gestionado en Perú por una compañía china. Esa inauguración intensificará la conectividad marítima con la potencia oriental, que duplicó su presencia en la actividad portuaria, con más de cien proyectos en curso a escala internacional. Los planes de infraestructura más dinámicos de otros países -como el metro de Bogotá- también están en manos de firmas asiáticas.

Frente a semejante primacía, Trump intenta la expulsión de China de la región. Sus funcionarios explicitan el enojo del magnate, con la debilidad exhibida hasta ahora por la Casa Blanca para consumar ese desplazamiento.

Pero en los pasillos de Washington, muchos observan con desconfianza y temor esa ofensiva. Recuerdan que la primera presidencia del potentado finalmente desembocó en una mayor presencia china en Latinoamérica. El agudo contraste entre el egoísmo de Trump y el altruismo Xi Jing Ping durante al Covid acentuó ese resultado. Mientras que el presidente asiático visitó seis veces la región, su par estadounidense no realizó ninguna gira significativa (Maiza; Bustillo, 2025).

Esas diferencias de conducta están a la vista en todas las áreas de la economía. Frente a cada sanción proteccionista que dispone Trump, su colega chino ofrece más créditos e inversiones. El magnate recurre a presiones, exigencias y amenazas frente a la catarata de negocios que propone su rival. Muchos analistas del propio entorno imperial, reconocen la imposibilidad de ganar en esos términos la batalla contra China.

IMPOSICIONES A PANAMÁ

Trump ha puesto en marcha un intenso programa de desalojo de su competidor a cambio de nada. Lanzó un ultimátum a los gobiernos de la región, para que tomen partido a favor de una u otra potencia e inauguró esa ofensiva con Panamá.

Anunció sin ninguna diplomacia que aspira a recuperar el manejo estadounidense del Canal, retomado la vieja objeción de Reagan a la pérdida de ese control. Repitió el ridículo argumento que ese país se ha convertido en una colonia China, cuando mantiene una política exterior totalmente subordinada al Departamento de Estado, especialmente en las votaciones de la ONU y la OEA (Beluche, 2025a).

Luego de una fulminante visita de sus dos aleros al istmo (Marco Rubio y Pete Hegseth), Trump impuso la firma de un Memorándum de Entendimiento, que facilita la reconstrucción de tres bases militares del Pentágono en las riberas del Canal. Forzó, además, el paso gratuito de su Armada por ese cauce y la recepción de migrantes expulsados de Estados Unidos.

En tiempo récord, Panamá se convirtió en el primer país latinoamericano que anunció su retiro de la Ruta de la Seda y el congelamiento de las relaciones económicas con China. Para imponer esa sumisión, Trump invocó la ¨amenaza a la seguridad regional¨, que supone la gestión asiática de dos de las cinco terminales del Canal. Exigió una auditoría para anular esa concesión y apuntaló su eventual traspaso a compañías controladas por los financistas de Black Rock (Rosati, 2025)

El objetivo inmediato del magnate es recortar drásticamente la autonomía de la burguesía local, que ha utilizado las rentas del Canal para sus propios negocios. Mientras que, en 90 años de administración norteamericana Panamá recibió tan sólo 1.800 millones de dólares, en los últimos 25 años de administración propia consiguió 28.000 millones (Beluche, 2025b). Con esa suma el PBI registró un gran salto y la burocracia empresaria del país incrementó significativamente sus fortunas.

Trump impuso todas sus demandas al temeroso gobierno de Mulino. Con ese logro, espera sentar un precedente frente a los proyectos autónomos de conexión del Atlántico con el Pacifico, que se evalúan en México, Costa Rica, Nicaragua y Brasil. Con su expeditiva acción emitió, además, un contundente mensaje a Dinamarca para que acepte la entrega de Groenlandia.

LA SUJECIÓN DE ARGENTINA

La arremetida contra China explica también el segundo rescate financiero, que Trump dispuso para un gobierno derechista en Argentina. En el 2018 el magnate indujo al FMI a otorgarle un préstamo por montos sin precedentes a su aliado Macri, violando todas las normas de resguardo de ese organismo. Con ese auxilio intentó facilitar la fallida reelección de su socio.

Siete años después, Trump ha repetido el mismo auxilio para socorrer a su vasallo Milei, frente a un potencial colapso cambiario. Nuevamente el FMI actuó como correa de transmisión del Departamento de Estado y otorgó un préstamo de emergencia, que vulnera las reglas de esa institución. Involucra una cifra 1300% superior a lo que correspondería a la Argentina por su cuota en el organismo y agrava la peligrosa centralidad de ese país, como principal deudor del FMI (más del 30% de su cartera). La arbitrariedad del crédito a un deudor insolvente -que invariablemente incumple sus pagos- es mayúscula. Ignorando esos antecedentes el organismo otorgó otro préstamo, con inéditos anticipos en efectivo (Katz, 2025a).

El FMI obtuvo, a cambio, un mayor control de Argentina y un explícito poder de veto frente cualquier imprevisto económico. Ya logró que Milei asigne prioridad absoluta al pago del pasivo con el organismo por encima de cualquier otro gasto. También convalidó las inversiones especulativas de corto plazo que imperan en ese país, para lucrar con la enorme rentabilidad de los bonos en pesos. Esas operaciones suelen desembocar en periódicos colapsos, que obligan a una ulterior refinanciación de la gigantesca deuda pública (IPYPP, 2025).

Trump reedita adrede esas inconsistencias, para someter estratégicamente a la Argentina más allá de lo que suceda con Milei. Con ese control espera alejar al país de China. Su secretario del Tesoro, Scott Bessent no disimuló ese objetivo, al denunciar con gran cinismo la ¨depredadora financiación¨ que impone Beijing al desamparado deudor argentino. Omitió que la atadura histórica a la dominación yanqui y el sometimiento inmediato al FMI superan ampliamente las obligaciones pendientes con China.

Otro funcionario de la Casa Blanca, Mauricio Claver Carone, directamente exigió la cancelación del importante crédito (swap), que China concedió a la Argentina. Ese ingreso quedó integrado al Banco Central como un pilar de las reservas. Los voceros de Trump no avanzaron más en sus exigencias, porque saben que el país carece de divisas para desembarazarse de ese pasivo. Pero dejaron planteado el chantaje, para elevar el tono de sus demandas en otras áreas.

Trump reclama la anulación de todos los compromisos de inversión suscriptos con China para construir centrales hidroeléctricas, plantas de energía nuclear y puertos. Pretende desplazar a su rival en el suministro de las redes digitales 5 G, en la explotación del litio y en el control de las empresas agroalimentarias del litoral. También exige el abandono de la Ruta de la Seda, que Argentina incorporó formalmente a su agenda en el gobierno anterior (Katz, 2025b).

Milei exhibe una gran disposición a aceptar las peticiones de su mandante. Lo demostró desechando la integración del país a los BRICS. Pero tal como ocurre con el swap chino, la convalidación de las exigencias yanquis empujaría a la Argentina al precipicio, puesto que Trump no ofrece ningún tipo de compensaciones. Sin el crédito de Beijing el país entraría en cesación de pagos y sin las inversiones del mismo origen, el estancamiento económico sería mucho mayor.

China es actualmente el segundo socio comercial de Argentina (después de Brasil) y el principal adquiriente de las exportaciones agrarias. Si el país renuncia a ese mercado quedará huérfano de ventas. Estados Unidos exporta los mismos productos que su sometido del Cono Sur y mantiene con Argentina una vieja relación de complementariedad competitiva.

Cuánto más buena letra haga Milei con su jefe de la Casa Blanca, mayor será el hundimiento económico. Argentina ha quedado sometida a un sistema de succión de la renta agro-energética, para generar dólares destinados al pago de la deuda. Ese mecanismo potencia la entrega de los recursos naturales, sin eliminar los periódicos estallidos financieros. Esa contradicción ilustra los enormes descalabros que introduce la política de Trump.

EL IMPERIO DEL DOLAR

La recaptura estadounidense de América Latina exige el continuado reinado del dólar. Cualquier desvío de esa dominación, provocaría un golpe mortal al proyecto de supremacía continental de Washington.

Trump sabe que la principal amenaza a esa preponderancia es la desdolarización, que los BRICS auspician en forma cautelosa en lo inmediato, pero de manera contundente en el largo plazo.

Por esa razón, la Casa Blanca exige el rechazo frontal de ese rumbo y la incondicional permanencia de América Latina en el área del dólar. Como su principal preocupación son los titubeos de Brasil, emite serias advertencias para disipar esas vacilaciones.

En los últimos años, Lula apuntaló las iniciativas internacionales para gestar monedas alternativas al dólar y favoreció esos ensayos en el comercio con la región. Auspició ese curso en disidencia con otros mandatarios progresistas -como López Obrador- que estimaron inviable (o inconveniente) el alejamiento de la divisa yanqui. En su segundo mandato Trump exige una explícita lealtad al dólar, que Lula evita aceptar.

La dolarización de las economías de la región es el mecanismo más radical, para asegurar la atadura a la moneda del imperio. Pero esa modalidad tan solo rige en países pequeños como Panamá, Salvador o Ecuador y no es viable como política general por los costos que implicaría para Washington esa conversión monetaria. Los países perderían sus últimos vestigios de autonomía, pero el Tesoro yanqui quedaría obligado a auxiliarlos frente a cualquier desmadre, como si fueran un Estado más de la Unión Norteamericana.

El dólar opera de hecho desde hace mucho tiempo como refugio, en las coyunturas críticas de la zona. Se ha impuesto como pilar bimonetario de las naciones afectadas por el descontrol inflacionario y la consiguiente destrucción de la moneda local. Fue lo ocurrido en Venezuela en los últimos años y opera como un dato estructural de la economía argentina.

Las tendencias a una dolarización de este último país reaparecen periódicamente, como una posibilidad correctora de la sistemática destrucción del peso. Ese cambio de patrón monetario fue una bandera electoral de Milei, que prometió radicalizar el ensayo experimentado con la Convertibilidad de los años 90.

El trumpismo evalúa esa opción, registrando cómo ha facilitado la sujeción estratégica de Ecuador a la órbita imperial. La dolarización introdujo una amarra económica, que no pudo ser removida durante la presidencia de Correa. Esa atadura fue recientemente utilizada por Novoa en la campaña electoral, para desacreditar a su oponente, con el chantaje del caos inflacionario que sucedería al abandono de la dolarización.

La economía argentina tiene otra dimensión y no existe ningún precedente internacional de supresión de la moneda nacional en países medianos, con cierto desarrollo industrial y mercados internos de envergadura. La cirugía que exigiría una dolarización en ese país tendría la inédita escala que imagina Milei. Por eso su plan de ajuste contempla reducir la cantidad de pesos en circulación y legalizar todas las transacciones en dólares. Desde el inicio de su mandato incentiva un tipo de cambio que realza la centralidad de esa divisa, encareciendo la vida diaria, afectando las exportaciones y demoliendo la producción.

Trump utiliza también a sus criados de América Latina, para experimentar la viabilidad de las nuevas y riesgosas operaciones con monedas digitales. Está embarcado en comandar la expansión de esos instrumentos, para apuntalar la recuperación hegemónica del dólar. Por eso alienta los peligrosos ensayos de especulación financiera con criptomonedas.

El Salvador ha sido el campo de exploración más extremo de esas aventuras, desde que Bukele introdujo el bitcoin como moneda oficial del país. Con esa iniciativa abrió un área de prueba financiera, para evaluar qué sucedería con un dólar digital. Pero su intento de abaratar con ese instrumento el millonario negocios de las remesas, chocó con los dueños de ese circuito y el bitcoin quedó suspendido como novedoso billete del país.

Milei ensayó otro lance del mismo tenor, con su fracasada aventura de una shitcoin bautizada con su nombre (Libra). Buscaba engrosar su enriquecimiento personal, financiar la próxima campaña electoral y demostrar cómo podría recaudar con un propio sello los dólares que no tiene la economía.

Pero terminó gestando una típica estafa piramidal, que desembocó en un escándalo de afectados y causas judiciales en varios países. Nadie sabe todavía si el presidente anarcocapitalista fue el estafador o el estafado, pero en ambos casos su figura quedó seriamente corroída por el fraude. Lo que resultó indiscutible es cómo Trump utiliza a sus vasallos para experimentos que hunden a toda la región (Katz, 2025c).

APROPIACIÓN DE LAS MATERIAS PRIMAS

La principal apetencia de la Casa Blanca son los recursos naturales de América Latina. Para recuperar primacía mundial, el decadente imperio necesita manejar ese manantial. La región alberga un botín muy disputado. Con el 7% de la población mundial dispone del 42-45% del agua dulce, la mitad de la biodiversidad e inconmensurables reservas de petróleo, gas y minerales. En 2023 cobijaba el 48% de las reservas de litio, el 36,6% del cobre, el 34,5% de la plata y el 16,7% de las tierras raras (González, et al, 2025).

Esa variedad de insumos es indispensable para las cadenas de valor. Esos circuitos demandan una provisión de suministros, que muy pocas zonas pueden facilitar en la cuantía que aporta América Latina. La proximidad geográfica de esos recursos alienta todos los proyectos apropiadores del imperialismo estadounidense.

Como se ha demostrado en Ucrania, Trump pretende consumar esa captura sin medias tintas. Allí inventó una deuda de 500.000 millones de dólares, para exigir la entrega de tierras raras a cambio de nada. Esa exigencia potenció el maltrato y el consiguiente cortocircuito con su lacayo Zelensky. El magnate pretende desplegar la misma prepotencia en sus relaciones con América Latina.

También en este terreno Argentina ofrece un anticipo de la confiscación. Milei hizo votar en el Congreso una ley denominada RIGI, que otorga vía libre a las empresas extranjeras, para apoderarse de los minerales, el combustible y el litio. Por ese camino, el país se convertirá en un enclave sometido al extractivismo y la regresión primarizadora.

Ese modelo exige acelerar la privatización de las empresas rentables con mejoras solventadas por el gasto público (como los ferrocarriles de carga). Supone, además, la entrega del estratégico circuito de la navegación, para facilitar la salida de las exportaciones (hidrovía). Las grandes compañías extranjeras han puesto su mira en las franjas más lucrativas del agronegocio.

En el remate en curso, Trump exige un favoritismo para las compañías estadounidenses. Pretende la crema de lo que está en juego para sus socios directos (litio y comunicaciones para Elon Musk). Por eso, el lobby de la embajada yanqui (AmCham) ejerce un monitoreo cotidiano de los decretos del Poder Ejecutivo, los proyectos del Parlamento y los dictámenes de la Justicia.

Pero cada paso del potentado genera un potencial conflicto con sus propios socios o vasallos. Ambiciona, por un lado, la principal tajada de la producción petrolero-gasífera de Argentina, que cobró relevancia regional con el descubrimiento y explotación de los yacimientos de Vaca Muerta. Pero alienta, por otra parte, un alocado incremento de la extracción de crudo, que sobre oferta el combustible, afectando la rentabilidad de las cuencas no convencionales del Cono Sur.

El saqueo de Argentina que auspicia el tándem Trump-Milei endeuda y degrada a tal punto a ese país, que los propios inversores foráneos toman distancia de los negocios en juego. Por esa razón, las privilegiadas compañías yanquis tienden a optar por otras localizaciones para sus proyectos estratégicos (Dellatorre, 2025).

REMODELACION COMERCIAL

Trump utiliza los aranceles como instrumento de presión. Con ese objetivo proclama que Estados Unidos es afectado por inequidades en el comercio, que lo obligan a recurrir al mecanismo corrector de las tarifas.

Recurre a ese absurdo argumento para descargar su andanada proteccionista sobre México, acusando a ese país de generar las adversidades que afronta el coloso del Norte. El vecino del Río Bravo acapara el 69% del comercio estadounidense con América Latina y es secundado muy lejos por Brasil con el 7,4%, mientras que Argentina sólo incide en el 1,3% de esos intercambios.

El desbalance estadounidense con México, efectivamente se ha desbocado en los últimos años, hasta alcanzar en el 2024 un pico de 171.800 millones de dólares, que marcó un nuevo récord y un incremento del 12,7% respecto al año anterior (Quinto Poder, 2025).

Pero Trump omite que México carece de alguna responsabilidad, en un desequilibrio autogenerado por las firmas estadounidenses. Esas compañías localizaron su producción en las maquilas de la frontera, para lucrar con la baratura de la mano de obra. Es totalmente descabellado culpar al vecino por el déficit creado por las empresas yanquis (Álvarez, 2025).

Ese relato impide registrar que el maldecido déficit es un espejismo estadístico. Computa como ventas mexicanas a los productos reexportados, luego de su ensamblaje con insumos importados. Esas mercancías sólo transitan por la frontera, en la dinámica de cadenas de fabricación globalizadas y controladas por las corporaciones yanquis (Salcido, 2025).

La denuncia del déficit es esgrimida por Trump para introducir modificaciones en el tratado de libre comercio, a fin de reforzar la primacía estadounidense sobre sus competidores.

Ese fue el propósito de la renegociación que introdujo en su primer mandato, al consagrar el pasaje del NAFTA al T-MEC. Con ese cambio impuso nuevos privilegios para las firmas de su país e intentó bloquear el ingreso de productos alemanes y japoneses al mercado del Norte. Implementó ese cerrojo reforzando las “normas de origen”, el “compre estadounidense” y los derechos de propiedad intelectual reclamados por las compañías automotrices, siderúrgicas y digitales.

Pero ninguno de esos torniquetes atemperó los desequilibrios de la balanza comercial, ni la agresiva incursión de los rivales foráneos. Los escasos réditos obtenidos con proteccionismo del primer Trump, no compensaron, además, la continuada pérdida de espacios frente a Beijing en todo el continente.

Para contrarrestar ese magro resultado, el segundo Trump sube la apuesta con amenazas de aranceles del 25%, si el T-MEC no es amoldado a los nuevos requerimientos de la Casa Blanca. El magnate busca crear un precedente, para la revisión de otros convenios.

Las imposiciones a Sudamérica están concebidas como un paquete posterior y de menor relevancia, que el prioritario sometimiento de México. Por eso Trump dispuso aranceles negociables del 10% para el resto del continente.

Las tensiones con Brasil se circunscriben a ciertos sectores como el acero y el aluminio, que Lula intenta neutralizar con la depreciación del real. El mismo conflicto de insumos siderúrgicos se extiende a la Argentina. En este caso las adulaciones de Milei no han atemperado la dureza del magnate.

El primer Trump ya fue impiadoso con Macri, al elevar los aranceles a las exportaciones argentinas de biodiesel, limones y aluminio. El país fue incluido, además, en la lista negra de infractores a la propiedad intelectual y esa penalización se repite con la misma virulencia en la actualidad.

El magnate apuesta a la fractura y extinción del MERCOSUR. La desarticulación de la unión aduanera sudamericana abriría todas las compuertas para una invasión de importaciones foráneas, que Trump espera direccionar a favor de Estados Unidos proscribiendo la presencia china.

El potentado ya envió a Milei al Paraguay, para coordinar la dupla de presidentes que arremeterá contra el MERCOSUR, esgrimiendo como contraparte la fantasía de un acuerdo comercial con Washington. En el contexto de brutal proteccionismo que auspicia Trump esos tratados son pura espuma.

EL INCIERTO REPLANTEO INDUSTRIAL

Trump pretende frenar con proteccionismo la creciente penetración china al interior de los propios circuitos del T-MEC. Ese avance es muy visible en la provisión de insumos a las principales empresas yanquis. Beijing utiliza todos los vericuetos de ese tratado para multiplicar la preeminencia de sus productos.

En las exportaciones mexicanas a Estados Unidos aumentó significativamente el porcentual de componentes chinos y esa expansión no provino de los fraudes que denuncian los trumpistas, sino de la mayor productividad de los proveedores orientales.

Los fabricantes asiáticos incrementaron a su vez sus inversiones en México y efectivizaron el 77% de todas sus colocaciones entre el 2018 al 2024, especialmente la estratégica rama automotriz.

Para la próxima revisión del T-MEC Trump reclama un poder de veto para la Casa Blanca, con el consiguiente derecho a determinar la autorización de productos y el porcentual de los aranceles (Oropeza, 2025).

El magnate exige aumentar el volumen del contenido estadounidense, que en los sectores más disputados ya pasó del 62,5% con el NAFTA al 75% en el T-MEC. Ninguno de esos convenios fue jamás un prototipo de libre comercio y siempre conformaron una modalidad del proteccionismo tutelado por los mandantes yanquis (Crossa, 2024).

Si la contraparte azteca no acepta esas demandas, Trump intentará reforzar su amenaza de desmonte de las plantas fronterizas para relocalizarlas en Estados Unidos. Ha desplegado intensos discursos convocando a nacionalizar las cadenas de valor. Promueve el reshoring (regreso de las inversiones), para dejar atrás el nearshoring (inversiones en países próximos al mercado yanqui) y el friendshoring (inversiones en gobiernos sometidos a Washington) que promovieron sus antecesores.

Trump está dispuesto a chocar con las grandes empresas de su país, que instalaron maquilas y utilizan componentes chinos para sostener su competitividad. Esas compañías siguen en carrera con ese modelo de fabricación y es un gran interrogante hasta dónde aceptarán las exigencias del magnate. Han radicado inversiones de largo plazo, que no pueden modificar al compás de los vaivenes exhibidos por la Casa Blanca (Jaramillo, 2025). Todas las firmas saben que el quebranto T-MEC generaría imprevisibles efectos sobre el capitalismo estadounidense.

Lo ocurrido en Argentina prende todas las alarmas del mundo industrial latinoamericano, porque ilustra en forma anticipada las terribles consecuencias de la agenda trumpista.

Milei es una marioneta del magnate, que acepta desindustrializar su país para satisfacer al magnate. Convalida sin chistar la apertura de las importaciones, facilitando incluso la adquisición de maquinaria foránea usada, en desmedro de los tradicionales proveedores locales de la actividad agrícola y petrolera. Festeja además como un gran éxito, que Trump haya penalizado a la Argentina con un arancel de tan solo el 10 %. Como muestra de gratitud, anunció que readecuará la legislación del país para cumplir con ese benévolo castigo.

El anarcocapitalista está demoliendo la industria para agraciar a su patrón del Norte, con cierres de empresas y abandonos de afamadas marcas. En un año y medio ha provocado una fenomenal caída de ventas, al compás de un desplome del PBI industrial, que no obedece a crisis externas, anomalías sanitarias (como la pandemia) o herencias de la gestión anterior. Es el resultado autoinfligido de una política, que aumentó el costo de la actividad industrial en casi 80%, mediante la simple manipulación del tipo de cambio a favor de las finanzas (Novak, 2025).

Con el derrumbe del consumo masivo, Milei aniquila al sector productivo que genera la quinta parte del empleo. Asfixió el poder adquisitivo con una motosierra de recortes, que expandió la pobreza y la indigencia y se jactó de una crueldad nunca vista contra los jubilados y la infancia. El autodenominado libertario utiliza disparatadas justificaciones, para explicar que esa desgracia es una bendición, porque permitió evitar un ajuste más doloroso.

La desolación industrial argentina retrata con dramática nitidez los efectos de la política económica trumpista en América Latina. Esa devastación tiene un fundamento y un correlato geopolítico que analizaremos en el próximo texto.

RESUMEN

Trump promueve la confiscación de América Latina para contrarrestar el avance de China. Inició esa expropiación con el ultimátum a Panamá y la sujeción de Argentina. Exige lealtad al dólar, subordinación al FMI y experimentos con monedas digitales, para consumar la apropiación de los recursos naturales. Utiliza los aranceles contra México para privilegiar a las compañías estadounidenses, mientras la desindustrialización de Argentina anticipa las consecuencias de su ofensiva.

REFERENCIAS

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-Maiza Larrarte, Andoni; Bustillo Mesanz, Ricardo (2025). ¿Las decisiones de Trump ayudarán a China a fortalecer su presencia en América Latina? https://theconversation.com/las-decisiones-de-trump-ayudaran-a-china-a-fortalecer-su-presencia-en-america-latina-250856

-Beluche, Olmedo (2025a). ¿Quién controla el Canal de Panamá? 8-3, https://rebelion.org/quien-controla-el-canal-de-panama-2/

-Rosati, Andrew (2025) https://www.bloomberglinea.com/latinoamerica/latinoamerica-esta-atrapada-en-medio-de-la-guerra-comercial-entre-trump-y-china/ 15-4.

-Beluche, Olmedo (2025b) Panamá: Las amenazas de Trump y la doctrina Monroe 22/01/2025 https://www.sinpermiso.info/textos/panama-las-amenazas-de-trump-y-la-doctrina-monroe

-Katz, Claudio (2025a) Hay que construir un gran movimiento de rechazo al pago de la deuda» 20-3-2025 https://rebelion.org/claudio-katz-hay-que-construir-un-gran-movimiento-de-rechazo-al-pago-de-la-deuda/

-IPYPP (2025). Acuerdo FMI 2025: Ajuste, Deuda y Subordinación abril 18, 2025, https://ipypp.org.ar/2025/04/18/acuerdo-fmi-2025-ajuste-deuda-y-subordinacion/

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-González, Guadalupe; Hirst, Mónica, Luján, Carlos, Romero, Carlos A, Tokatlian, Juan Gabriel (2025). Trump y América Latina y el Caribe: ¿un laboratorio de control? https://nuso.org/documento/trump-y-america-latina-y-el-caribe-un-laboratorio-de-control/

-Dellatorre, Raul (2025). ¿Hay fondos para alcanzar las metas 2030? https://motoreconomico.com.ar/complejo-panorama-tras-los-cambios-en-vaca-muerta-las-multinacionales-se-retiran-y-le-ceden-su-lugar-a-firmas-locales/

-Quinto Poder (2025). Aranceles impactan la economía en México estos son sus pronósticos https://quintopoderqrp.com/2025/03/04/aranceles-impactan-la-economia-en-mexico-estos-son-sus-pronosticos/

-Álvarez Barba, Yago (2025) El culebrón de los aranceles, Trump, China, México, Canadá y la Unión Europea https://www.elsaltodiario.com/economia/culebron-aranceles-trump-china-mexico-canada-union-europea

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-Oropeza, Ubaldo (2025). Trump, México y la nueva realidad, 10-2-2025 https://marxismo.mx/trump-mexico-y-la-nueva-realidad/

-Crossa, M. (2024). Asimetrías regionales, modelo exportador y despotismo laboral: el caso de las maquilas de autopartes en México. Cuadernos de Economía Crítica, 10(19), 65-88 October 2024

-Jaramillo, Eduardo (2025) Por Qué Las Empresas En México Están Tranquilas Pese A Las Amenazas De Trump? 28, 2025, https://www.barrons.com/news/spanish/por-que-las-empresas-en-mexico-estan-tranquilas-pese-a-las-amenazas-de-trump-26d16a53

-Novak, Daniel E (2025). El modelo antiindustrial, en números https://www.pagina12.com.ar/813910-el-modelo-antiindustrial-en-numeros

Claudio Katz. Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

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