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Paraguay: siete tesis para derrotar al Partido Colorado (V)

Los colorados no votan a opositores

Fuentes: Rebelión

Hay una errónea creencia de que Lugo ganó en el 2008 porque los colorados le votaron. La realidad es otra, el exobispo triunfó debido a la división causada a la ANR por el partido Unace y por el pacto de este partido con la oposición para controlar las mesas de votación, evitando así las posibilidades de fraude electoral.

La construcción hegemónica

El partido colorado es un partido clientelar y prebendario que construye su hegemonía teniendo al funcionariado público como columna vertebral. Los votos colorados son votos del funcionariado público y por extensión su entorno inmediato. Los funcionaros, además de representar votos, son los reproductores ideológicos del sistema, por ejemplo, la idea de que el ascenso social sólo es posible a través de la afiliación colorada está normalizada por la sociedad, deviniendo en sentido común. Es aquí donde el funcionario público colorado cumple su rol fundamental, y mientras la oposición no supere esos votos cautivos la derrota colorada es imposible.

En el 2013, otra vez en el poder, el partido colorado cambia la matriz salarial y los sueldos públicos se disparan, llegando a triplicarse en menos de cinco años. Un funcionario público hoy gana en promedio más del doble que un trabajador privado. El cambio de la matriz salarial convirtió al funcionariado en una casta privilegiada.

La ANR representa a una oligarquía fraudulenta que recluta una gran masa de funcionarios no para mejorar los servicios públicos, sino para controlar el poder, que a su vez le permita enriquecerse por medio de negociados estatales. La casta subsiste en tanto la oligarquía fraudulenta controle el poder. En los últimos siete años se crearon 50.000 nuevos cargos, para fortalecer aún más a la casta. Una campaña electoral opositora que busque la adhesión de la casta es una tarea inútil.

Aprender de los franceses

El año pasado, en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias en Francia, ganó la extrema derecha, vaticinándose un triunfo rotundo en la segunda vuelta. Sin embargo, el resultado sorprendió a todos, ganó la coalición de izquierda, condenando a la derecha al tercer lugar. La estrategia fue sencilla, la izquierda concentró su trabajo en los cantones (regiones) afines donde tenían reales posibilidades de ganar, sin dispersar sus fuerzas. Los cantones que estaban dominados por la derecha dejaron al azar, y ni siquiera se preocuparon en hacer campaña en estos lugares. El resultado fue categórico, derrotaron a una derecha que ya cantaba victoria.

La oposición paraguaya debería copiar la fórmula, no desgastarse con las bases coloradas, especialmente aquellas vinculadas al funcionariado público y a las seccionales, y concentrar sus fuerzas en los sectores donde sí existen reales posibilidades de sumar votos.

La izquierda, clave para el triunfo

Con la izquierda paraguaya ocurre algo paradójico, cuando en el 2008 accede al poder, en vez de proyectarse como una sólida tercera fuerza, se fue desgajando hasta casi desparecer en las últimas elecciones. Con Lugo como figura en el 2013, logró seis escaños en el senado y uno en diputados, pero 10 años después cae estrepitosamente. Sus casi 300.000 votos de la era luguista migraron posiblemente hacia Cruzada Nacional, quedándose con una solitaria banca en el senado.

La izquierda es factor clave para el triunfo opositor, pero tiene una tarea difícil, la de recuperar sus votos perdidos, y más que recuperar votos tiene que recuperar su credibilidad. Acá está el problema, sus legisladores en ejercicio (senadores, diputados, concejales) reprodujeron el mismo esquema clientelar de los partidos tradicionales, plasmando una práctica funesta que la genta condena. Para el 2028 el voto de la izquierda será clave, pero si no logra recuperar electores, el resultado para la oposición probablemente sea otra derrota electoral.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.