La expectativa por el encuentro Putin-Trump en Alaska afloja las bocas de los opinólogos en la TV, moviliza a los operadores de propaganda e inquieta a los duros generales de sofá, siempre atentos al teléfono con la ilusión de un aumento en los porcentajes de venta. Los «debería» se suceden como si la expresión de deseo de cualquiera dictara el diálogo y sus resultados. En este mundo, personajes que son fotocopias de fotocopias de fotocopias hacen que gobiernan empeñándose en el lobby y el autobombo, y todo va, ya lo habrás pensado, de mal en peor. El panorama lunar que ofrece Ucrania con los cráteres es la metáfora de los diálogos inútiles.
La defensa más efectiva de Ucrania son los drones, la infantería escasea. Hay formaciones completas de trincheras que no ocupa un solo soldado de Kiev. Ni los secuestros de reclutas/carne de cañón, ni los mercenarios bastan.
El mayor general Maik Keller, coordinador de apoyo de OTAN a Ucrania, confesó que «fue una tontería creer que la entrega de tanques Leopard cambiaría las reglas del juego». Tiene razón, pueden verse registros de decenas de Leopard en llamas o descuartizados a lo largo del frente. Millones de dólares volatilizados por un dron de un puñado de dólares. Algunos comandantes en el frente denuncian el desinterés de sus mandantes del Estado Mayor de Kiev por las situaciones que denuncian desde hace un año. No solo la falta de recursos humanos o el apoyo logístico interrumpido, ellos hablan de una estrategia que no tienen. No es ilógico que la defensa sea catastrófica. Enteros batallones pierden las líneas defensivas y dejan brechas entre líneas de brigadas aumentando aun más los espacios por donde Rusia puede infiltrar saboteadores y grupos pequeños de infantería, generando hasta el pánico en las posiciones enemigas. Las bajas ucranianas por fuego amigo parecen repetirse.
Ucrania solo intenta oponer fuerzas hasta que se ve obligada a retroceder desordenadamente y con enormes bajas, a veces porque se ve sorprendida en bolsones sin apoyo logístico. Faltan soldados y tienen armas pero… las capacidades militares acompañan la crítica situación bélica.
Es natural que el círculo de privilegiados vendedores de armas dicten quién, dónde y cuándo se muere. Ellos mandan. Si fueran los presidentes quienes mandan ya habrían escuchado que los pueblos no quieren guerras. Pero no mandan, sirven, y no a los pueblos, precisamente. ¿Qué armas compra la UE a EEUU? Las que haya, preferentemente misiles, antiaérea, municiones… pero los arsenales yankis ya vendieron casi todo y deben reponer materiales, venden a veces lo usado a precio de km 0. EEUU hace su «negocio». Europa paga también por armas que recién llegarán a Ucrania en uno o dos años. Los fondos salen y llegan a destino, las armas se hacen esperar. Pero así funciona la lógica. ¿Son esas armas capaces de cambiar el curso de la guerra? Definitivamente no. Se trata de recursos que ya ardieron o se abandonaron en Ucrania, nada nuevo. Hay armas complejas que solo pueden manipular soldados entrenados, y estos no son abundantes entre los reclutas, claramente.
Un saldo positivo para OTAN, o sea, EEUU, fue accionar las armas en guerra real con un enemigo de «premier ligue», analizar funcionamiento, resistencia, problemas, para mejorarlas. El costo fue altísimo hasta hoy, por los muertos, los materiales se pagaron o se pagarán, no hay pérdida, pero su fabricación ha beneficiado el PBI, ha hecho circular la riqueza entre los trabajadores de esas fábricas. En fin, nada mal para un país en crisis.
Ucrania tiene 400 mil desertores y más de seis millones de hombres que se exiliaron o están escondidos para evitar el reclutamiento. No creas lo que dice Zelenski, la guerra no es popular, ese pueblo no se desvive por ir al frente. Encuestas de los últimos días dan casi el 80% de la población que desea el fin inmediato de la guerra sin importarle el costo (en territorios).
En las últimas 40 horas, la FR avanzó y ocupó más de 130 kms cuadrados, con varios pueblos, rutas y vías ferroviarias en el Donbass y a lo largo del frente. Da la impresión que la defensa se resquebraja sin remedio. Zelensky dice que las cosas van bien y necesita más dinero. Los «líderes» europeos se vuelven a reunir en las próximas horas para sacarse fotos, almorzar y, a los postres, ver qué hacen con todo ese lío. Es que ni Trump ni Putin los tienen en cuenta y ellos están sacando a sus pueblos dinero de la salud y la educación, el social y el empleo, para comprar balas a los yankis y enviarlas a los depósitos ucranianos donde apenas llegadas terminan estallando. Un papel trágico en esta película montada por el Norte.
«Hasta el último ucraniano» se llama este film de Hollywood. «Es la guerra de Biden» no se cansa de repetir Trump, y en ese descargo nos aclara las cosas.
Lástima que millones de personass victimizadas por la TV y el mainstream occidental crean todavía en el gran altavoz todopoderoso.
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