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¿Vuelve la mili?

Fuentes: Grupo Tortuga

Una revisión de lo que está pasando ahora con el servicio militar obligatorio en Europa y por dónde van los tiros, también en España.

Bélgica decidió eliminar la mili obligatoria en 1992, Holanda lo hizo en 1993, Francia y España en 1996, Italia y Portugal en 1999, Eslovenia en 2003, la República Checa en 2004, Eslovaquia, Hungría y Rumanía en 2005, Letonia en 2006, Bulgaria en 2007, Lituania y Croacia en 2008, Polonia en 2009, Suecia en 2010, Alemania en 2011. Hace dos décadas, estaba claro el final de la mili en la mayor parte de Europa.

Algunos países se resistieron a esa tendencia manteniendo hasta el día de hoy una obligación más o menos limitada: Austria ha seguido reclutando al 90% de los quintos, que cumplen 6 meses de mili o bien 9 meses de servicio civil; Grecia ha venido obligando al 83% a servir durante un año; Finlandia incorpora al 70% y cumplen 3 meses; Estonia sobre el 50% y cumplen 8 meses; Suiza llama realmente al 43% con un servicio de 8 meses; Noruega se queda en el 13% y son 12 meses; en Dinamarca otro tanto y cumplen 4 meses. Por lo general, hablamos de países con una población inferior a seis millones y compartiendo fronteras complicadas.

La remilitarización ha hecho que algunos otros países hayan vuelto a sumarse al club: Lituania recuperó la obligatoriedad en 2015 (43% de quintos y 9 meses de mili); Suecia lo hizo en 2018 (6% y 11 meses de mili); Letonia lo ha hecho en 2023 (11 meses de mili, a partir de 2026); y el Parlamento croata acaba de aprobar la ley de vuelta al servicio militar obligatorio en 2027, pagando, eso sí, unos 1.100 euros al mes. Parece que seguimos con lo mismo, países pequeños en la frontera, pero no, porque el debate está llegando a los grandes. Así que la respuesta a la pregunta del titular es sí, está volviendo la mili. Sigue leyendo si quieres saber dónde y cómo.

¿Cómo se está argumentando esta progresiva vuelta a la mili? Se habla de incrementar los efectivos militares por el genérico aumento de la tensión mundial y la amenaza rusa; de poder reclutar a jóvenes con las capacidades cada vez más técnicas que hoy necesitan unas fuerzas armadas que, de natural, no pueden competir con el mercado laboral; de implicar a las nuevas generaciones (demasiado individualistas) en la Defensa; de educar en los valores de solidaridad, igualdad y equidad (sí, mujeres también); de defender la nación y la integridad territorial frente a agresiones enemigas (el pueblo en armas). El Parlamento europeo está calentando motores.

No son muchas las voces que se oyen pero sí son influyentes. Podríamos hablar de un lobby en favor de la vuelta del servicio militar obligatorio en Europa, que es como suelen empezar estas cosas: algunas gentes bien financiadas, conectadas e instaladas en los espacios decisorios van arrastrando al resto a una agenda que algún día será difícilmente rebatible. Una de esas voces es el ministro alemán de Defensa Boris Pistorius (Partido Social-Demócrata): ha dicho hace poco que “aunque había razones para suspender el servicio militar obligatorio, ahora nos damos cuenta de que fue un error”. Él propone, de entrada, que Alemania haga suya la iniciativa del ministro belga de Defensa, Theo Francken (Nueva Alianza Flamenca) de “forzar” el reclutamiento voluntario para, entre otras cosas, aumentar el número de reservistas. Y también se oye al ex-primer ministro finlandés Sauli Niinistö, que insiste mucho en que hay que recuperar la mili obligatoria para mejorar la capacidad de respuesta frente a la amenaza rusa. Niinistö ha dirigido la mayor investigación e informe de la Comisión Europea al respecto. Parte de ello es la encuesta llevada a cabo en 2025 en nueve países europeos que analizamos más adelante.

¿Qué variables entran en la decisión de tener o no una mili obligatoria? En la investigación doctoral que llevé a cabo hace ahora 25 años (Servicio militar obligatorio en el siglo XXI, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid 2003; también “El fin de la conscripción en Europa”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 97, 2002), analicé esta cuestión en doce países europeos sobre la base de una matriz de datos de diez variables, cinco relativas a la “razón de Estado” y otras cinco relativas a la “razón democrática”. En la comparación final, como se puede ver en el siguiente cuadro, Francia decidió el fin de la mili porque era perfectamente prescindible en un contexto de unas fuerzas armadas fuertemente profesionalizadas. España estaba en las antípodas, con una muy baja profesionalización y fuertes déficits, tanto en efectivos como modernización o gasto militar, y fuertemente dependiente de la mili. Aquí fue la alta movilización en términos de resistencia popular (imparable insumisión tirando de una masiva objeción de conciencia) y una firme oposición de la opinión pública y la sociedad civil quienes literalmente obligaron al fin de la mili a pesar de las graves consecuencias que, aún hoy, sufren las fuerzas armadas en términos de reclutamiento.

No vamos a entrar ahora en un detallado y muy tedioso análisis actualizado de las variables de la “razón de Estado”; tan solo apuntar que las “rapid action forces” o fuerzas de acción rápida, tan importantes entonces para justificar el fin de la mili en aras a una “profesionalizada intervención de paz”, se han deslucido mucho ahora al haber aumentado los riesgos propios, y la pretendida eficacia de la intervención, en unos conflictos armados donde mandan potencias militares sin escrúpulos. Lo que toca ahora es una disimulada (y deshonrosa) retirada exterior para pasar a reforzar la defensa del territorio nacional.

Entremos, mejor, en las variables en las que podemos tener algo que decir sobre la base de nuestra experiencia activista. Una de ellas, importante, es la opinión pública sobre la recuperación, hoy en día, de la mili obligatoria. Revisamos el reciente estudio publicado este mismo año 2025 por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. El ECFR (en inglés) es, en realidad, un think-tank (en castellano se traduce torticeramente como “grupo de expertos”) creado en 2007 aunando personas influyentes de partidos moderados de centro (digamos centro-derecha y centro-izquierda) en Europa. Por poner un ejemplo, un miembro destacado del Consejo de este organismo es Javier Solana, que fue secretario general de la OTAN y PESC de la Unión Europea.

En este gráfico podemos observar, en términos de población general, cómo Francia y Alemania se ponen a la cabeza a favor de recuperar el servicio militar obligatorio: 61% en Francia y 54% en Alemania. En el otro extremo (quitamos el Reino Unido de la ecuación por razones históricas), están Hungría y España: 32% y 36%. Obviamente, no es lo mismo Hungría, en zona peribélica, que una España en el extremo occidental y con tradición “neutral” en los conflictos mundiales, pero retengamos el dato.

Lo importante es la gran diferencia en apoyo a la obligatoriedad de la mili que hay entre los primeros países a favor y los segundos países en contra. Entrando en detalles que nos podrían aclarar las claves del apoyo a la mili obligatoria, observamos datos que no nos sorprenden: los hombres están más a favor que las mujeres, y la derecha política más que la izquierda. Al respecto de esto último, vemos que en Alemania la derecha del CDU/CSU se posiciona a favor en un 76% mientras que la izquierdista Linke se queda en el 25%; vemos que en Italia Fratelli d’Italia apoya en un 69% mientras que Partito Democratico se queda en un 25%; y vemos que en España VOX está en el 69%, PP en el 44% y PSOE se queda en el 25%. Todos los datos de esta encuesta en función de las distintas variables pueden ser consultados en https://datacollection.ecfr.eu/.

¿Y qué pasa con las generaciones jóvenes, quienes están entre los 18 y los 29 años y pueden ser quienes vivan el propia carne este cambio? Pues este grupo de edad, como parecería lógico, se muestra siempre más refractario a la idea. Pero no tanto como podríamos esperar: están a favor de la mili obligatoria un nada desdeñable porcentaje del 48% en Francia y un 41% en Rumanía. En el otro extremo están Alemania e Italia con un 18% y Hungría con un 19%. Nos sorprende España: 27%. Buscando una explicación a este porcentaje del 27% entre los más jóvenes en relación al 36% que vemos en la población general, cuando es evidente en todos los países que el apoyo a la mili aumenta sustancialmente con la edad, vemos que en nuestro país la oposición mayor está entre quienes hoy tienen entre 50 y 65 años, precisamente quienes vivieron con mayor intensidad la insumisión y objeción de conciencia de los noventa. Esto es algo que debería llevarnos a alguna reflexión como movimiento antimilitarista.

Países sin servicio militar obligatorio

Empezamos por un clásico europeo del servicio militar voluntario. El Reino Unido abolió la mili obligatoria en 1960. Lo hizo, aunque en aquel momento tenía déficit de reclutamiento, en función de su historial de solo acudir a la leva en tiempos de guerra. Y lo hizo al revés de Estados Unidos, que intentó prolongar la mili obligatoria para alimentar sus guerras en otros continentes, algo que le salió mal, porque se encontró con una fortísima resistencia interna cuando Vietnam hasta el punto de evitar desde entonces cualquier intención de volver al reclutamiento obligatorio. No hay vuelta atrás. Es tal la tradición histórica en el Reino Unido que cuando, en las elecciones de 2023, sobre la base de un evidente déficit del reclutamiento voluntario, el gobierno conservador de Sunak propuso la vuelta a la mili obligatoria, hubo tal reacción contraria de las generaciones jóvenes que el Partido Laborista reaccionó firmemente en contra y, poco después, los analistas militares confirmaron que recuperar la obligatoriedad no era la manera de resolver el déficit de reclutamiento voluntario.

Seguimos por los primeros países que, en 1992-93, decidieron abolir la mili obligatoria: Bélgica y Holanda. Bélgica, que lo hizo en 1992, es uno de los modelos adaptativos más mencionados hoy en día. Este país ofrece a quienes cumplen 17-18 años un servicio militar de doce meses con una paga mensual de 2.000 euros, en la esperanza de que se queden en las fuerzas armadas; si no lo hacen, quedarán como reservistas durante otros diez años. Con este programa, también abierto a mujeres, Bélgica espera incorporar a 1.000 voluntarios en el primer año y hasta 7.000 nuevos voluntarios en cada año posterior hasta llegar a disponer de una fuerza de hasta 40.000 reservistas no profesionales en 2030. Un programa que, en palabras del Gobierno, pretende disponer de suficientes efectivos sin tener que recurrir a la recuperación del servicio obligatorio, algo a lo que se oponen la mayoría de fuerzas políticas e incluso los propios militares, que insisten en que no tienen ni presupuesto, ni infraestructura ni equipamiento para formar a reemplazos de conscriptos.

Holanda pretende más que doblar sus efectivos militares, de los actuales 70.000 hasta unos 200.000, para 2030. Un primer paso es mandar a quienes cumplan 17 años, hombres y mujeres, un cuestionario voluntario donde deben dar cuenta de su formación, capacidades y motivaciones, así como cercanía o afinidad con la política de defensa. El objetivo es ofrecerles un “año de servicio” para que prueben la carrera militar. Simultáneamente, el Gobierno está promoviendo un servicio comunitario voluntario de 80 horas, en el que ya participan unos 25.000 jóvenes cada año, con ánimo de incorporar unos 110.000, la mitad de la cohorte anual. Podría entenderse como el camino para establecer un servicio nacional obligatorio equivalente al de Suecia.

Francia evitará imponer un servicio militar obligatorio mientras siga funcionando la incorporación de jóvenes al servicio nacional en sus dos variantes civil y militar, es lo que dijo el presidente Macron en 2018. El objetivo del Gobierno es asegurar suficientes efectivos militares y para ello necesita incorporar al servicio militar voluntario entre 60.000 y 70.000 jóvenes cada año. Un primer paso para ello fue la creación en 2019 del “Service National Universel” (SNU). El SNU, coordinado con las fuerzas armadas, está dirigido a jóvenes entre 15 y 17 años y dura un mes. En 2023 participaron 40.135 voluntarios, la mayoría de ellos en servicios comunitarios.

El SNU sería una primera toma de contacto para promover el servicio militar voluntario. En realidad, según documentos oficiales, el Gobierno está trabajando con cuatro escenarios: 1) un servicio militar voluntario que incorpore a esos 60.000-70.000 al año, algo que mejoraría la incorporación al ejército profesional, así como el reclutamiento de la Guardia Nacional; 2) un servicio civil obligatorio de cinco meses, seguido de tres meses de formación militar voluntaria; si 600.000 jóvenes (el 75% de la cohorte anual) hicieran ese servicio civil, bastaría con que un 10% de ellos realizase también el servicio militar voluntario para cumplir con las cifras; 3) un servicio obligatorio que empezase con un tronco común de 12 días y luego se dividiese en cinco meses de servicio civil o bien tres meses de servicio militar; 4) la recuperación del servicio militar obligatorio con un servicio civil de mayor duración. Como podemos ver, es muy posible que Francia recupere el servicio obligatorio en sus dos vertientes civil y militar.

En julio de 2025, hemos asistido en Alemania a un intenso debate sobre la recuperación del servicio militar obligatorio, incluso incluyendo a mujeres. Esta propuesta fue impulsada por el ministro de Defensa Boris Pistorius sobre la base de que Alemania debe incrementar los efectivos militares. Haciendo referencia al modelo sueco, propuso concretamente que, al cumplir 18 años, todos los jóvenes con pasaporte alemán recibieran una invitación formal para incorporarse a un entrenamiento militar básico de 6 meses que luego podría ampliarse hasta 17 meses de servicio. La idea no fue bien recibida por los neoliberales del Freie Demokratische Partei y también llegaron críticas desde su propio partido, el Sozialdemokratische Partei. En cambio, la Christlich Demokratische Union, cuya ex-líder Angela Merkel fue precisamente quien decidió el fin de la mili en 2011, se posicionó a favor de recuperar el servicio obligatorio.

El debate ha durado meses y, finalmente, este mismo noviembre, el Gobierno de coalición ha aprobado la propuesta de Pistorius de enviar, a partir de 2026, un cuestionario digital obligatorio para registrar datos de capacidad física y mental, así como motivación e interés, para identificar quienes podrían incorporarse al servicio militar. Un servicio militar en principio voluntario pero que contempla la posibilidad de un alistamiento parcialmente obligatorio e incluso un sorteo para elegir quintos en caso de que no se logren los objetivos de reclutamiento. Existe incertidumbre sobre si ello conllevaría la recuperación del servicio civil. El movimiento pacifista alemán ya se está organizando para movilizar a la gente joven y parece preferir la insumisión a su histórica aceptación del servicio civil.

En mayo de 2024, la Lega propuso una ley para recuperar en Italia un servicio civil o militar obligatorio de seis meses de duración para los jóvenes entre 18 y 26 años, con implantación o gestión regional en vez de nacional. La propuesta fue registrada en el Congreso pero aún no se ha aprobado. Al actual ministro de Defensa, Guido Crosetto (Fratelli d’Italia), no le convence la propuesta a pesar de que, como hemos visto más arriba, los votantes de su partido estarían a favor en casi un 70%. El problema es que el 73% de los jóvenes a quienes se impondría la obligación está rotundamente en contra.

Llegamos a España. Partimos de un déficit histórico en el reclutamiento militar voluntario así como de efectivos militares (ver reciente artículo en Tortuga) a pesar de la “buena imagen” de las fuerzas armadas españolas en las encuestas del CIS y a pesar de la aprobación de medidas “compensatorias” para hacer más ventajosa la profesión militar (al respecto, es interesante consultar los estudios e informes del Observatorio de la Vida Militar). Así la cosas, no hemos oído, como pasa en los países del entorno, ninguna voz proponiendo la recuperación de la mili obligatoria, ni tan siquiera VOX ha dicho, por ahora, esta boca es mía. La ministra Margarita Robles, con mando en plaza, lo descarta rotundamente: en marzo de 2024 dijo en la Comisión de Defensa del Senado que “en España no va a haber servicio militar obligatorio, ni creo que se le haya pasado por la cabeza a nadie”. Está en la memoria del PSOE el varapalo que sufrieron los sucesivos gobiernos de Felipe González al no poder disciplinar nuestra desobediencia colectiva; fuimos más listas y operativas.

Porque, aunque muchas veces nos cueste decirlo, el mayor logro del movimiento antimilitarista en este país ha sido la abolición del servicio militar obligatorio. Deberíamos estar orgullosas y reivindicarlo con frecuencia. Porque, cuando en 1996 el candidato Aznar prometió el fin de la mili, el SMO era ya un cadáver viviente debido a una masiva objeción de conciencia espoleada a su vez por una exitosa desobediencia civil insumisa sin parangón mundial (solo podríamos encontrar equivalente en la resistencia norteamericana a la guerra de Vietnam y eso que era una guerra a morir en país lejano).

De aquellas lluvias, estos lodos. Las fuerzas armadas españolas viven desde entonces una auténtica travesía en el desierto. Margarita Robles se las ve y se las desea para legitimarlas socialmente. Tal como lo atestiguan estudios propios, ni tan siquiera el envío de fuerzas españolas a misiones internacionales, esa gran apuesta que comenzó con el despliegue en Bosnia-Herzegovina en 1995, ha servido para mejorar su imagen. Hasta los desfiles militares suenan mal. De ahí que hoy su mejor baza sea la UME, esa que vemos día sí y día también en la tele. Lo que en verdad nos pesa es que, gracias a ministros como Morenés, haya sido la industria de defensa, cooptando los espacios de decisión gubernamental, quien realmente se ha beneficiado de la mayor inversión militar de los últimos decenios.

¿Puede volver la mili obligatoria en este país? Va a costar un poco más que en Francia o Alemania, las dos grandes referencias a tomar en cuenta, porque aquí sigue pesando mucho el desobediente pasado reciente, pero es bastante posible que termine planteándose. No parece probable que la mili sea argumento de las próximas elecciones, cada vez más cerca, porque no da votos como en Europa. Pero las cosas pueden cambiar si llega un nuevo gobierno de derechas. El 69% de los votantes de VOX están hoy a favor y el PP se encuentra dividido en partes iguales a favor y en contra. Presiones llegarán desde Europa y la OTAN. Francia y Alemania irán marcando el paso. Y las cosas, como está pasando con el incremento del gasto militar, van más deprisa de lo que parece. Si en dos o tres años entramos en esa coyuntura, ¿seríamos capaces de activar o coadyuvar a una resistencia desde nuestra experiencia? Nuestra mejor virtud ha sido siempre ir uno o dos pasos por delante. Ya está tocando darle una vuelta y anticipar.

La República Checa es unos de esos países donde el apoyo a un servicio militar obligatorio ha crecido desde la invasión de Ucrania. De todas maneras, el apoyo a esta idea está todavía por debajo del 50% y ningún partido la ha propuesto en serio. En septiembre de 2024, el ministro de Defensa de Bulgaria, Atanas Zapryanov, anunció que su país no recuperaría el servicio militar obligatorio pero que estaban valorando diversas maneras de entrenamiento militar de la población.

Países con servicio militar obligatorio

Podemos identificar tres modelos principales entre los países que han seguido manteniendo o bien han recuperado recientemente la mili obligatoria: 1) servicio obligatorio en el que se llama a filas a una mayoría de los quintos, el caso de Austria, Suiza, Estonia, Finlandia o Grecia; 2) obligación por sorteo, donde se llama a quienes dicte el bombo, el caso de Dinamarca, Letonia o Lituania; 3) servicio obligatorio selectivo, donde se elige a los quintos en función su nivel formativo y su motivación o interés por lo militar, el caso de Suecia y Noruega. En la práctica, como hemos visto más arriba, el porcentaje de quienes finalmente cumplen con la mili cambia mucho de país a país y va desde el 8% de Suecia hasta el 90% de Austria; entre medio quedan Dinamarca y Noruega (13%), Suiza (43%), Lituania (43%), Estonia (50%), Finlandia (70%) y Grecia (83%). Letonia empezará en 2026.

Entre estos, los cuatro países nórdicos son los más mencionados hoy en día como posibles modelos a emular. Tres de ellos incorporan también a mujeres: Noruega desde 2015, Suecia desde 2018 y Dinamarca desde 2025. Incorporar a mujeres se está convirtiendo en tendencia, muy evidente ya en los casos de Bélgica y Holanda, pero con Francia, Alemania y Grecia dispuestas a ello. Todo por la igualdad (y asegurar un reclutamiento suficiente). Además, los cuatro países nórdicos están incorporando como criterio de reclutamiento selectivo el hecho de tener conocimientos informáticos avanzados.

Entrando más en detalle, Finlandia es el ejemplo emblemático de país con servicio militar obligatorio. El reclutamiento implica a 27.000 hombres cada año, aproximadamente el 70% de la cohorte de edad, a los que hay que sumar otras 1.500 mujeres como voluntarias. En Dinamarca, la mayoría de las 4.700 incorporaciones anuales son “voluntarias” y el resto hasta completar aforo resultan de un sorteo que incluye por igual a hombres y mujeres desde este año 2025. El Gobierno quiere llegar a reclutar un mínimo de 7.000 para el año 2033, así que es bastante probable que año tras año vayan aumentando lxs elegidxs por sorteo.

Noruega y Suecia tienen un sistema semi-obligatorio centrado en encontrar perfiles concretos. El objetivo no es entrenar a grupos enteros de edad sino reclutar solamente a quienes cumplan con las necesidades operativas de las fuerzas armadas. A los 17 años, todo joven, hombre o mujer, tiene que rellenar un cuestionario sobre su salud física y mental, antecedentes criminales, e interés o motivación para incorporarse a las fuerzas armadas. Sobre estos datos iniciales y algunas entrevistas después, las fuerzas armadas “invitan” a quienes consideran candidatxs más idónexs. En Noruega, de los 60.000 jóvenes del reemplazo anual, alrededor de un 13% termina haciendo la mili, dos tercios son hombres y un tercio son mujeres. En Suecia, que suspendió el servicio obligatorio en 2010 pero lo recuperó en 2017, aproximadamente un 8% del reemplazo termina haciendo la mili, de los que una cuarta parte son mujeres. Además, desde 2023, se incluye también un servicio civil en sectores sensibles como servicios de emergencia y de mantenimiento o soporte en el suministro de energía eléctrica. Empieza a haber análisis técnicos sobre la solvencia del modelo.

Tradiciones diferentes, tendencias convergentes

Estamos en un contexto de incremento del gasto militar y de los efectivos militares para hacer frente a las “nuevas amenazas” a nuestra soberanía, ahora pensando más en la defensa del territorio y sus fronteras que hace algunos años; habría que añadir también la defensa de intereses de todo tipo, económicos sobre todo. Se empiezan a oír voces recordando el contrato social, los derechos y valores ciudadanos, las libertades que nos hemos dado, también la patria. Nos encontramos, sin duda, en un escenario de preparación de la guerra, de una gran guerra, hay que decirlo.

Podríamos hacer un calendario prospectivo: Austria, Grecia, Finlandia, Estonia, Lituania, Suiza, Noruega, Dinamarca y Suecia ya están en la obligatoriedad; Letonia empieza en 2026; Alemania volverá en 2027; Bélgica, Holanda, Portugal y Francia entre 2027 y 2028, Italia nunca se sabe, ¿España?

En este país tenemos la mejor experiencia europea de resistencia al reclutamiento forzoso. Recordarla, ponerla en valor, explicarla, hacerla llegar a las nuevas generaciones, que la desconocen, es nuestra obligación. Aquí en nuestro país y fuera de nuestro país. Y es que no existe ninguna publicación en inglés, francés, alemán o italiano que cuente con detalle cómo se organizó nuestra insumisión y por qué salió tan bien.

Fuente: https://www.grupotortuga.com/Vuelve-la-mili-1 / https://www.grupotortuga.com/Vuelve-la-mili-y-2

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.